Un dan¨¦s en tierras castellanas
Sorensen se aprovecha del duelo entre Baleares y Comunidad Valenciana para ganar en ?vila
A Txente Garc¨ªa Acosta las ense?anzas de Henri P¨¦lissier siempre le resultaron fruct¨ªferas. La receta favorita del poderoso navarro, del mulo de Tafalla, podr¨ªa decirse que era exactamente la misma que la que formul¨® hace 80 a?os el mayor de los P¨¦lissier. "Siempre ataca lo m¨¢s tarde que puedas, pero antes de que lo hagan los dem¨¢s".
Con los a?os Txente, veterano, sabio, hab¨ªa desarrollado un sentido sobre la bicicleta que le permit¨ªa dar con el punto m¨¢gico de equilibrio entre ansiedad atacante y excesiva prudencia y miedo. Ganando una etapa del Tour en Draguignan un 14 de julio, ganando en ?vila hace tres a?os, en una etapa clavada a la de ayer, el navarro se hab¨ªa mostrado ante el mundo, y ante sus compa?eros, como un consumado maestro de la especialidad. Txente ya tiene 33 a?os y ayer intent¨® demostrar que en el oto?o de su carrera quiz¨¢s haya perdido parte de sus legendarias fuerzas, pero seguro que su cabeza, su astucia, funcionaba como antes, o mejor. Llegado a Navarrevisca, en el mismo tremendo repecho en el que hace tres a?os dej¨® clavado a Perdiguero, Txente se puso de pie sobre la bicicleta atac¨® con la misma fuerza que entonces. Dej¨® clavados a sus compa?eros de fuga. Pocos dudaron de que, como entonces, acabar¨ªa en solitario por los adoquines de ?vila.
Por detr¨¢s vigilaba Pablo Lastras, "Penkas". Fino como una acelga, fuerte como un tallo de hierro. Decidido. Un stopper feroz. La tapa recorr¨ªa los territorios, los puertos del Alto Alberche, las colinas de granito, desnudas, erosionadas por el viento constante, en los que, en invierno, en primavera, Penkas se entrena, hace sus pruebas, mide sus avances tras las lesiones, tras operaciones y rehabilitaciones. Los territorios en los que se deja cotidianamente la vida, los puertos que le obligan regresar a su casa en San Mart¨ªn de Valdeiglesias extenuado, casi p¨¢jara, feliz. Ayer all¨ª le toc¨® defender el ataque de su compa?ero, frenar a quienes quisieran perseguirlo, dejarse el alma por el triunfo de su amigo. Fino cazador de etapas, Penkas tambi¨¦n confiaba en la ley de P¨¦lissier. En vano. Nada puede P¨¦lissier, aquel ganador del Tour del 23 que sirvi¨® de modelo para la met¨¢fora de los "forzados de la ruta", nada puede nadie, ni el m¨¢s fino te¨®rico, ni el m¨¢s h¨¢bil sofista, nadie, contra el caos creativo que genera en los pelotones Vicente Belda con su t¨¢ctica de todos para adelante y que el m¨¢s fuerte gane.
Si en Navacerrada el m¨¢s fuerte era Carlos Garc¨ªa Quesada, ayer el papel protagonista le correspondi¨® a Javier Pascual, quien llegado el momento se zaf¨® del marcaje de Lastras, atac¨® a su grupo y con dos pedaladas alcanz¨® a Txente, le pas¨® como el rayo, le dej¨® temblando en la ascensi¨®n a Navalmoral, el ¨²ltimo puerto del d¨ªa. Su marcha abri¨® el apetito de un dan¨¦s enorme, Nick Sorensen, que se abri¨® a su estela, pas¨® r¨¢pido a Txente y lo captur¨® en el ¨²ltimo descenso, cuando ya se ve¨ªa ?vila. A¨²n tuvo fuerzas Txente para alcanzarlos bajando y para morir dando su ¨²ltimo suspiro en el adoqu¨ªn, poco antes de que Sorensen, el ¨²ltimo que hab¨ªa atacado, diera buena cuenta de Pascual.
Por detr¨¢s, Pakito Mancebo, otro chico de la tierra, viv¨ªa su particular comuni¨®n con la gente, segu¨ªa dando sentido a su forma de entender el ciclismo. Al pasar por su pueblo, Navaluenga, se emocion¨® cuando el p¨²blico y medio pelot¨®n se pusieron a corear su nombre. Al pasar por El Barraco, el pueblo del Chava, se emocion¨® al ver un gran p¨®ster del escalador muerto. Luego, emocionado a¨²n, se vio obligado a corresponder a todos intentando ataques imposibles en Serranillos y en Navalmoral, ataques que s¨®lo hicieron que se enfilara el pelot¨®n.
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