Menos demagogia y m¨¢s transparencia
El autor aboga por la publicaci¨®n anual de una liquidaci¨®n territorializada de los Presupuestos para evitar que las balanzas fiscales se conviertan en instrumentos de agitaci¨®n pol¨ªtica
El autor aboga por la publicaci¨®n anual de una
liquidaci¨®n territorializada de los Presupuestos
para evitar que las balanzas fiscales se
conviertan en instrumentos de agitaci¨®n pol¨ªtica.El saldo fiscal de una regi¨®n es la diferencia entre la contribuci¨®n v¨ªa impuestos de sus residentes al sostenimiento de las Administraciones p¨²blicas y los beneficios que ¨¦stos derivan de su actuaci¨®n. Para calcularlo, resulta necesario imputar a cada territorio su parte de los ingresos y gastos p¨²blicos. En otros pa¨ªses, este laborioso y aburrid¨ªsimo ejercicio se realiza de forma rutinaria y sus resultados no suelen generar titulares de prensa. En Espa?a, s¨ª. Aqu¨ª el tema ha consumido r¨ªos de tinta y seguir¨¢ haci¨¦ndolo en el futuro, con especial intensidad cada vez que toque hablar de financiaci¨®n auton¨®mica.
La raz¨®n de este fen¨®meno es que las balanzas fiscales se han convertido en un instrumento de agitaci¨®n pol¨ªtica. Algunos partidos nacionalistas, y muy especialmente los catalanes, han visto en ellas una herramienta ¨²til para ayudar a crear una "conciencia nacional" cimentada sobre el rechazo a un "Estado espa?ol" que se presenta como explotador. Con este fin no han dudado en manipular los datos ni en recurrir a interpretaciones torticeras de los resultados del an¨¢lisis, perdiendo as¨ª la parte de raz¨®n que contienen algunas de sus cr¨ªticas al sistema de financiaci¨®n auton¨®mica y al reparto territorial de las inversiones p¨²blicas.
La m¨¢s com¨²n de las pr¨¢cticas que se han utilizado para inflar el d¨¦ficit fiscal catal¨¢n consiste en imputar territorialmente los gastos de la Administraci¨®n central siguiendo el criterio de flujo monetario -esto es, en funci¨®n de d¨®nde se localizan los perceptores inmediatos de cada partida y no sus beneficiarios ¨²ltimos-. Esto lleva a imputar a Madrid todo el coste de la superestructura pol¨ªtica y administrativa del Estado, incluyendo los aparatos centrales de los ministerios, y de muchos organismos que prestan servicios que benefician uniformemente a todos los espa?oles, y a no imputar a Catalu?a parte alguna del coste de nuestras embajadas o de la contribuci¨®n espa?ola a la Uni¨®n Europea. Junto con otros ejemplos del mismo cariz, esto puede llegar a elevar espuriamente el d¨¦ficit fiscal catal¨¢n en medio bill¨®n de pesetas, lo que supone casi el 50% del saldo calculado de acuerdo con criterios m¨¢s razonables.
Pero lo m¨¢s grave no es c¨®mo se calculan las balanzas fiscales, sino la interpretaci¨®n que se hace de ellas. En la propaganda nacionalista un saldo fiscal negativo se equipara con el latrocinio fiscal, sin tener en cuenta que el grueso de tales saldos no es el resultado de actuaciones arbitrarias de la Administraci¨®n central, sino la consecuencia natural de un sistema impositivo y de protecci¨®n social que aplica reglas uniformes en toda Espa?a a la hora de redistribuir rentas entre individuos. Leyendo las muy numerosas y lastimeras quejas sobre el expolio fiscal que inundan regularmente la prensa catalana, uno no puede menos que imaginarse una horda de enloquecidos inspectores de Hacienda saqueando nuestros campos y villas. Por fortuna, tal horda no existe, o al menos yo no la he visto pese a llevar viviendo en Barcelona tiempo m¨¢s que suficiente para ello. Lo que s¨ª veo es una situaci¨®n en la que a la hora de pagar impuestos y de cobrar la pensi¨®n o la prestaci¨®n por desempleo, lo que importa no es d¨®nde vive uno, sino cu¨¢nto gana, cu¨¢nto ha cotizado y cu¨¢ntos familiares tiene a su cargo. Es cierto que el sistema genera considerables trasvases de recursos entre regiones, pero esto es as¨ª porque la renta y el empleo no est¨¢n distribuidos de manera uniforme en el territorio. Hay regiones donde la gente gana m¨¢s y, en consecuencia, paga m¨¢s impuestos y percibe menos prestaciones sociales. De acuerdo con mis c¨¢lculos, esto explica en promedio tres cuartas partes de los saldos fiscales regionales, lo que deja mucho menos espacio para la arbitrariedad fiscal del Gobierno central de lo que nos quieren hacer creer algunos pol¨ªticos.
La utilizaci¨®n demag¨®gica que se ha hecho de los saldos fiscales ayuda a entender por qu¨¦ los sucesivos Gobiernos espa?oles no se han distinguido precisamente por su entusiasmo a la hora de suministrar informaci¨®n territorializada sobre sus actuaciones. Esta actitud, sin embargo, resulta equivocada por dos razones. La primera es que atenta contra un principio de transparencia que es parte fundamental del sistema democr¨¢tico. La opini¨®n p¨²blica ha de tener acceso a toda la informaci¨®n necesaria para evaluar y controlar la actividad del Gobierno, y esto ha de extenderse tambi¨¦n a la dimensi¨®n territorial de sus pol¨ªticas. La segunda es que se trata de una estrategia torpe y miope. Es torpe porque transmite la impresi¨®n de que se est¨¢n escondiendo cosas inconfesables. Y es miope porque las balanzas fiscales se van a seguir haciendo igual, y cuanta menos informaci¨®n se tenga mayor ser¨¢ el margen para la manipulaci¨®n.
Bienvenida sea, por tanto, la reciente resoluci¨®n del Congreso instando una vez m¨¢s a la publicaci¨®n de las balanzas fiscales regionales. Sin embargo, ser¨ªa mejor que el Gobierno se comprometiese ya a publicar anualmente una liquidaci¨®n territorializada de sus presupuestos desglosados por programas en vez de una balanza fiscal, entendida como un ¨²nico n¨²mero por regi¨®n. Esta opci¨®n tendr¨ªa tres ventajas importantes. La primera es que no exige un consenso metodol¨®gico previo como el que se est¨¢ intentando alcanzar en la comisi¨®n creada por el Instituto de Estudios Fiscales. Tal consenso es pr¨¢cticamente imposible porque algunos integrantes de la comisi¨®n buscan ¨²nicamente un marchamo de respetabilidad para "opciones metodol¨®gicas" como las descritas arriba mientras que otros, razonablemente, se resisten a ello. La falta de acuerdo entre ambos grupos bloquear¨¢ previsiblemente la comisi¨®n y podr¨ªa servir como coartada para volver a incumplir el mandato parlamentario, lo que ser¨ªa una muy mala noticia. La segunda ventaja es que, a diferencia de los saldos fiscales agregados, este documento puede servir de base para un an¨¢lisis de la distribuci¨®n regional de aquellos componentes del gasto p¨²blico que responden a una l¨®gica propiamente territorial, lo que ayudar¨ªa a identificar posibles disfunciones y a remediarlas. La tercera es que ¨¦ste ser¨ªa tambi¨¦n un buen instrumento para hacer un poco de pedagog¨ªa sobre las balanzas fiscales. Un esfuerzo decidido en esta l¨ªnea por parte del Gobierno y de los partidos nacionales resultar¨ªa imprescindible para contrarrestar un victimismo nacionalista que lleva ya tiempo calando en la opini¨®n p¨²blica de algunas regiones sin oposici¨®n aparente.
?ngel de la Fuente es vicedirector del Instituto de An¨¢lisis Econ¨®mico del CSIC.
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