Entre Sat¨¢n y Belceb¨²
Margarete Buber-Neumann (Postdam, 1901-Francfort, 1989), "una mujer de baja estatura, de cabello negro, vivaz y alegre" -seg¨²n la descripci¨®n de Arthur Koestler-, es recordada como una de las testigos y, a la vez, una de las v¨ªctimas m¨¢s representativas del horror totalitario del siglo XX. El libro que ahora presentan C¨ªrculo y Galaxia, con el esmero que caracteriza a sus publicaciones, se cuenta entre los mejores del g¨¦nero, siendo tambi¨¦n uno de los m¨¢s raros, ya que narra la odisea de la autora tanto en las c¨¢rceles moscovitas y la Siberia estalinista como en el campo de concentraci¨®n nazi de Ravensbr¨¹ck, en Alemania. En total Margarete pas¨® ocho largos a?os confinada como desecho humano, tanto en la Rusia de Stalin como en la Alemania de Hitler. Su ¨²nica culpa -o, m¨¢s bien, su ¨²nica "inocencia"- fue la de haber cre¨ªdo desde su juventud en la utop¨ªa comunista, en la idea de que es posible mejorar las condiciones de vida en este mundo mediante la instauraci¨®n de un r¨¦gimen pol¨ªtico cuyos ¨²nicos fines apunten hacia la justicia y la igualdad universales.
PRISIONERA DE STALIN Y HITLER
Margarete Buber-Neumann
Pr¨®logo de Antonio Mu?oz Molina. Traducci¨®n de
L. Garc¨ªa Reyes y M. J. Viejo
Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo
de Lectores. Barcelona, 2005
512 p¨¢ginas. 19 euros
Casada primero con uno de los hijos del pensador jud¨ªo Martin Buber y madre de dos hijas, al fracasar su matrimonio convencional, en 1925, Margarete conoci¨® al dirigente comunista Heinz Neumann, con quien convivi¨® durante ocho a?os en apasionado romance sin matrimonio. Junto con el c¨¦lebre Willy M¨¹nzenberg, Neumann era una de las cabezas dirigentes del Partido Comunista Alem¨¢n. Invitado perpetuo en Rusia, lleg¨® a gozar de la confianza del propio Stalin. Hablaba ruso perfectamente y se sent¨ªa como en casa en la "patria de los proletarios del mundo". Margarete y ¨¦l se exiliaron a la Uni¨®n Sovi¨¦tica en cuanto Hitler accedi¨® al poder. Pero Neumann ten¨ªa el defecto de pensar por s¨ª mismo, m¨¢s all¨¢ de las directrices del partido, as¨ª que poco tard¨® en caer en desgracia frente a Stalin; y parad¨®jicamente fue por atacar con dureza al r¨¦gimen de Hitler en una ¨¦poca en que el "padrecito" de los bigotes lacios comenzaba a acariciar la idea de aliarse con el horrible ser de bigotillo chaplinesco a fin de repartirse Europa entre ambos.
Neumann acab¨® detenido
por la NKVD -la polic¨ªa secreta de Stalin, similar a la Gestapo nazi- una noche de 1937, cuando Margarete y ¨¦l se alojaban en el c¨¦lebre hotel Lux moscovita, en el que resid¨ªan cantidad de comunistas germanos que hab¨ªan abandonado su pa¨ªs con la esperanza de hallar la felicidad en la "patria de los proletarios del mundo". Como tantos otros miles de inocentes, Neumann ser¨ªa fusilado al poco tiempo, acusado de trotskista y de "conspirar contra la Revoluci¨®n".
Varios meses despu¨¦s, despu¨¦s de que la mayor parte de los exiliados alemanes fueran detenidos, la polic¨ªa pol¨ªtica detuvo tambi¨¦n a la desesperada Margarete, de madrugada y con los consabidos aldabonazos en la puerta: a¨²n ignoraba el tr¨¢gico fin de Neumann. Entonces comenz¨® para ella un calvario de dos a?os por varias prisiones estalinistas y en campos de trabajo siberianos, en los que estuvo a punto de sucumbir a causa del hambre y dem¨¢s condiciones infrahumanas del confinamiento. Pero Margarete era una mujer fuerte y sobrevivi¨® incluso cuando cre¨ªa estar pr¨¢cticamente muerta.
En 1939, el ominoso "pacto germano-sovi¨¦tico" dar¨ªa un giro a su vida. Los rusos la liberaron de Siberia pero la entregaron -por "comunista alemana, desafecta al r¨¦gimen de Hitler"- a las SS. Margarete fue a parar al campo para mujeres de Ravensbr¨¹ck de donde s¨®lo saldr¨ªa ya en 1945. En aquel infierno de crueldades y muerte convivi¨® con prisioneras de toda condici¨®n y procedencia: desde camaradas comunistas que se negaban a creer lo que ella contaba de Rusia y sus horrores hasta pulcras testigos de Jehov¨¢; as¨ª como gitanas, jud¨ªas condenadas a la c¨¢mara de gas y presas comunes que hac¨ªan la vida imposible a sus propias compa?eras. Margarete lo observaba todo y, debido a su extraordinario talante humano y al olvido de s¨ª misma, resisti¨® su cautiverio: "Siempre encontr¨¦ seres que me necesitaban, nunca me falt¨® el regalo de la amistad y de las relaciones humanas".
Decisiva para mantener intacto su amor por la vida fue la amistad de Margarete con una prisionera checa: la periodista Milena Jesensk¨¤. Esta fascinante y culta mujer hab¨ªa traducido al checo La metamorfosis, de Franz Kafka, y el escritor de habla alemana se hab¨ªa enamorado de ella. Ella hab¨ªa sido la destinataria de las impresionantes Cartas a Milena (Alianza), entonces a¨²n sin publicar. Ambas confinadas trabaron una profunda amistad que dur¨® cuatro a?os de cautiverio, hasta la muerte de Milena en 1944. Conversaciones sobre literatura, m¨²sica y otras cuestiones est¨¦ticas hicieron m¨¢s llevaderas las penalidades de la reclusi¨®n. Trazaron planes para el futuro y entre varios proyectos concibieron el de escribir un libro para explicar al mundo el paralelismo y las afinidades existentes entre los reg¨ªmenes totalitarios comunista y hitleriano; si una de ellas mor¨ªa, la otra lo escribir¨ªa sola. La admiraci¨®n que Margarete profes¨® a Milena fue tan grande que lleg¨® a decir que merec¨ªa la pena su tormento en Ravensbr¨¹ck s¨®lo por haberla conocido; y cuando aqu¨¦lla muri¨®, su primer pensamiento fue: "Ahora la vida carece de sentido".
Dos a?os despu¨¦s de ser li
berada, Margarete no s¨®lo escribi¨® la obra que rese?amos -en realidad, tuvo que ganarse la vida como memorialista e historiadora- sino varios libros m¨¢s; entre ellos, una Historia del Komintern, otra obra autobiogr¨¢fica, De Postdam a Mosc¨², y un libro emotivo y extraordinario: Milena (Tusquets) por el que hasta ahora era conocida en Espa?a. Este magn¨ªfico Prisionera de Stalin y Hitler le granje¨® animadversi¨®n en la Alemania de posguerra, pa¨ªs en el que era pol¨ªticamente incorrecto airear los cr¨ªmenes del estalinismo. La intelectualidad "de izquierdas" dominante -en general, tan hip¨®crita y cobarde como la antigua "derecha"-, tach¨® a Margarete de "reaccionaria a sueldo del capitalismo occidental", a la busca de desacreditar el "milagro comunista sovi¨¦tico". Ella no se desanim¨® y continu¨® su lucha de desenmascaramiento a trav¨¦s de conferencias y art¨ªculos; consideraba que su experiencia y la de cuantos padecieron junto a ella ser¨ªa la mejor prueba contra cualquier ideolog¨ªa que en su pretensi¨®n de "salvar a la humanidad" recurre al cautiverio y al asesinato de individuos concretos.
Precisamente si algo destaca en el emocionante y detallado relato de Buber-Neumann es el inter¨¦s de la autora por los individuos concretos, su car¨¢cter y sus historias personales; sean compa?eras de presidio o guardianas, cada cual tiene una trayectoria que la hace cre¨ªble como ser humano. Aunque sus recuerdos no est¨¢n exentos de la t¨ªpica hilera de torturas y sufrimientos sin cuento, la valerosa Margarete supo salvar lo positivo de sus vivencias y, mientras que los seres bestiales y crueles quedan en su memoria m¨¢s bien como t¨ªteres de una pesadilla, el recuerdo de los otros, en cambio, aflora en su libro como una gran esperanza en lo inquebrantable de la dignidad humana: quien la posee como un tesoro inagotable y particular tendr¨¢ el valor suficiente para enfrentarse a Satanes y Belceb¨²es en sus horripilantes reinos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.