Maeso

Poco a poco, se dejar¨¢ de hablar del doctor Maeso. Ser¨ªa lo mejor. Lo m¨¢s saludable para todos. Porque a menos que seas una presunta v¨ªctima del anestesista, ?para qu¨¦ aguantar la altaner¨ªa chulesca de este o de ning¨²n otro acusado? Ni siquiera se pone humilde, como Farruquito. Ni siquiera le pide al juez que lo trate como si no fuera Maeso. Adopta una actitud desafiante. Y cuando se pone as¨ª, piensas que en un descuido se levantar¨¢ de su asiento y desplazar¨¢ al juez para ordenar que las v¨ªctimas ocupen el banquillo de los acusados. Maeso cree que fueron las v¨ªctimas quienes le contagiaron la hepatitis C, y no al rev¨¦s. Claro que un buen d¨ªa puede desmoronarse, venirse abajo. Lo cierto es que el doctor Maeso inspira sentimientos encontrados. Te da miedo y de repente sospechas que el miedo lo tiene ¨¦l, sobre todo de s¨ª mismo. ?No tendr¨ªa yo miedo de mi mismo si me creyera capaz de trabajar 144 horas seguidas, sin caf¨¦ y sin drogarme? Me asustar¨ªa de m¨ª mismo y tambi¨¦n de cuantos me rodean sin atreverse a decirme la verdad. La verdad es que un acusado que dice esas cosas, y otras parecidas, no necesita un abogado defensor que increpa a la prensa, sino un enfermero que le ponga la camisa de fuerza.

Esperemos que el juez aguante hasta el final. Porque Maeso agota. Maeso es una pesadilla. Maeso no te anestesia aunque sea anestesista. Solamente irrita.