El sabio desnudo
El gran zo¨®logo Desmond Morris, autor de 'El mono desnudo', del que ha vendido 10 millones de ejemplares, publica ahora 'La mujer desnuda', un homenaje al cuerpo femenino. Su conversaci¨®n resulta tan clara y estimulante como su obra.
Desmond Morris arropa el mundo entero en su estudio de Oxford. En una primera habitaci¨®n, un anexo robado al garaje de su casa, asoman fotograf¨ªas de su nieta entre estanter¨ªas de libros, enciclopedias y archivadores met¨¢licos. Figuritas de terracota tra¨ªdas de Siria vigilan desde lo alto de una balda, frente a la mesa de trabajo. M¨¢s adelante, un mapamundi lleno de alfileres de colores cuelga en un estrecho pasillo. Un agujero por cada localidad que el m¨¢s popular de los zo¨®logos brit¨¢nicos ha visitado en sus 67 a?os de vida.
Ha trotado por 90 pa¨ªses, incluidos la treintena que recorri¨® en este nuevo milenio mientras preparaba su ¨²ltima obra cient¨ªfica, La mujer desnuda, que ahora se publica en castellano junto con otro ensayo anterior, La naturaleza de la felicidad. "Es un libro", dice acerca de su detallada exploraci¨®n del cuerpo femenino, "escrito por un hombre que adora a las mujeres y que examina sus cuerpos de la cabeza a la punta de los pies". Y, a modo de conclusi¨®n de su propia reflexi¨®n, a?ade: "Qu¨¦ cosa tan extraordinaria".
Morris logr¨® que su chimpanc¨¦ 'Congo' hiciera arte abstracto. En junio, tres de esas obras se vendieron por 20.000 euros
"Si el poder eclesi¨¢stico estuviera vetado al hombre, nos ir¨ªa mejor.
Al fondo del pasillo se entra en un segundo espacio, dedicado al mundo art¨ªstico, y probablemente el refugio donde m¨¢s a gusto se siente el experto en la evoluci¨®n y comportamiento animal que populariz¨®, como ning¨²n otro autor en vida, el conocimiento cient¨ªfico en la materia con El mono desnudo. Publicado en 1967, lleva vendidos m¨¢s de 10 millones de ejemplares en m¨¢s de 20 idiomas. Fue la primera entrega de una trilog¨ªa y el inicio de una fruct¨ªfera carrera editorial, con medio centenar de ensayos divulgativos y acad¨¦micos desde entonces.
Diez a?os antes de concluir El mono desnudo, Morris estaba trabajando con un chimpanc¨¦, llamado Congo, a quien ense?¨® otra de sus pasiones: la pintura. Tres cuadros de Congo se vendieron por 20.000 euros en una subasta de arte contempor¨¢neo organizada en Londres el pasado junio. "El precio alcanzado fue asombroso. Era la primera vez que un artista no humano cotizaba en una subasta. Fue un momento hist¨®rico", reconoce.
Morris conserva reproducciones de Congo, adem¨¢s de dibujos originales, en su guarida de Oxford. Tambi¨¦n se ve una tela peculiar, de tacto similar al papel mach¨¦, que resulta ser una alfombra de Tonga confeccionada con hojas de un arbusto de esta remota isla del oc¨¦ano Pac¨ªfico del sur. Pero la secci¨®n art¨ªstica del estudio est¨¢ invadida por cuadros de su propia cosecha, cat¨¢logos de su obra y vol¨²menes ilustrados de los grandes maestros de la historia del arte, en particular de los surrealistas. En un caballete reposa una pintura todav¨ªa inconclusa y ejecutada en un estilo que recuerda a Joan Mir¨®.
"La pintura es la pasi¨®n de mi vida. Empec¨¦ a pintar incluso antes de iniciarme en el campo de la zoolog¨ªa. En mi trabajo cient¨ªfico, intento analizar y explicarlo todo lo m¨¢s sencillo posible. En la pintura me gusta crear misterios, im¨¢genes ambiguas, perturbadoras, inquietantes. Son dos procesos completamente opuestos: con la ciencia, uno remueve el misterio y lo reemplaza con entendimiento; con el arte, uno crea im¨¢genes para transmitir un mundo de misterios al espectador".
Parte de la obra reciente de Morris, unas 30 composiciones, se exhiben a partir del 27 de septiembre en la galer¨ªa Guillermo Osma de Madrid. Es una oportunidad para observar las ilusiones surrealistas que informan su trabajo art¨ªstico desde los a?os cincuenta. Las reminiscencias de Mir¨® en su obra son tan reales como la admiraci¨®n que todav¨ªa siente por el creador mediterr¨¢neo. "Compart¨ª con Mir¨® mi primera exposici¨®n en Londres, en 1950. Desde entonces mi trabajo siempre se ha mantenido muy pr¨®ximo a su estilo. Le admiro enormemente. Era mi ¨ªdolo. Un extraordinario hombre y artista", confiesa.
Ambos se conocieron con motivo, curiosamente, de la capacidad de Congo. Mir¨® sinti¨® curiosidad por las pinturas abstractas del chimpanc¨¦ y se present¨® en el estudio que Morris ten¨ªa entonces en la capital brit¨¢nica. "Mir¨® me dio uno de sus dibujos y yo le regal¨¦ un congo. No fue un mal intercambio", sonr¨ªe. Tampoco fue el ¨²nico artista entusiasmado por las habilidades pl¨¢sticas del mono, cuya producci¨®n de ¨®leos se vendi¨® pr¨¢cticamente en su totalidad en una exposici¨®n montada, en 1957, en el Instituto de Arte Contempor¨¢neo de Londres, el famoso ICA.
Morris rememora la reacci¨®n de Dal¨ª al verse frente a un dibujo de Congo: "La mano del chimpanc¨¦ es casi humana; la mano de Jackson Pollock es totalmente animal'. Una cita maravillosa", r¨ªe al repetirla. La an¨¦cdota de Picasso es quiz¨¢ m¨¢s sorprendente. El maestro malague?o mordi¨® al periodista que le hab¨ªa solicitado su opini¨®n sobre las facultades creativas de este ejemplar de la especie m¨¢s pr¨®xima al hombre. "Era su forma de decir que ambos estaban metidos en el mismo negocio", interpreta el zo¨®logo.
En unos tres a?os, Congo realiz¨® m¨¢s de 400 dibujos en papel y medio centenar de pinturas abstractas, en color y de buena calidad. Su propietario pudo demostrar "el control visual" que hab¨ªa asimilado su mascota. "No fue un accidente. Colocaba cada l¨ªnea donde ¨¦l quer¨ªa y poco a poco iba construyendo el cuadro. Pero luego se aburri¨® y no quiso pintar m¨¢s". El experimento fue un ¨¦xito para ambos. Morris public¨® sus conclusiones en La biolog¨ªa del arte al tiempo que hac¨ªa gestiones para recompensar a su querido alumno. "Le compr¨¦ varias hembras de chimpanc¨¦ con el dinero que hab¨ªa ganado en la exposici¨®n. No le hicieron ninguna gracia. ?Qu¨¦ otra cosa pod¨ªa haber hecho yo?", pregunta con humor.
Morris se despidi¨® hace tiempo de Congo. Con el tiempo se hab¨ªa vuelto celoso y un d¨ªa atac¨® a una secretaria en su primera jornada de trabajo. "La mordi¨® de mala manera. Fue un ataque serio. Se cre¨ªa humano y no le gustaba que la gente se me acercara. Tuve que llevarle al zoo".
Ya por entonces Morris pensaba en el cuerpo femenino y abri¨® un fichero, Venus, que fue rellenando con ideas y datos. De all¨ª surgi¨® La mujer desnuda, donde observa desde una perspectiva antropol¨®gica cada elemento del cuerpo, desde el vello del pubis a las nalgas; de las mejillas al pecho, caderas y genitales. En el libro introduce su examen como "el retrato de un zo¨®logo que celebra a la mujer en su habit¨¢culo natural". Y a?ade: "Las mujeres han avanzado mucho m¨¢s que el hombre en la evoluci¨®n de sus cuerpos. Han experimentado cambios sorprendentes que convierten a la mujer moderna en un ser extraordinario y ¨²nico. Los cuerpos masculinos se mantienen mucho m¨¢s pr¨®ximos a las caracter¨ªsticas del hombre primitivo".
Ilustra su teor¨ªa con un ejemplo sobre la evoluci¨®n de los ¨®rganos y funciones sexuales: "La mujer esconde su ovulaci¨®n. Lo aceptamos sin pararnos a pensar en ello. Un joven ve a una mujer en la calle y no sabe si, en ese preciso momento, ella es f¨¦rtil o no. Si fuera una hembra de mono lo reconocer¨ªa instant¨¢neamente por las se?ales que el animal despliega tanto en el olor y forma de su cuerpo como en el comportamiento sexual. En los simios y otras especies no humanas, las hembras s¨®lo se activan sexualmente cuando pueden procrear. Si no est¨¢n en celo, no muestran ning¨²n inter¨¦s por los machos, y ¨¦stos, a su vez, tambi¨¦n las ignoran. En cambio, la mujer es extraordinaria en tanto que es sexualmente atractiva y atrayente incluso en momentos en los que no puede procrear. Es un desarrollo evolutivo excepcional, ¨²nico en nuestra especie. Eso s¨®lo se aplica a la mujer, no al hombre".
En el salto del animal al ser humano, el acto sexual dej¨® de limitarse a periodos de fertilidad de forma que, seg¨²n afirma Morris, "biol¨®gicamente somos la especie m¨¢s sexy" de la Tierra. "La mujer puede atraer y divertirse con un var¨®n en cualquier fase de su ciclo menstrual, cuando est¨¢ embarazada o despu¨¦s de alcanzar la menopausia". "Yo dir¨ªa", contin¨²a, "que nueve de entre diez actos sexuales entre humanos no est¨¢n enfocados a procrear. Como bi¨®logo, disputo con la Iglesia que define la relaci¨®n sexual como un acto de procreaci¨®n. No lo es. La Iglesia propaga un concepto biol¨®gicamente err¨®neo. El acto sexual es de una envergadura mucho m¨¢s importante puesto que, en la mayor¨ªa de las ocasiones, est¨¢ relacionado con hacer el amor. Literalmente eso es lo que hacemos, el amor".
Desde la perspectiva biol¨®gica, Morris ve el juego sexual como un paso esencial en la "creaci¨®n de una relaci¨®n de amor y el desarrollo de v¨ªnculos de pareja para formar una unidad familiar" con una doble conexi¨®n paternal. "Ah¨ª esta nuestro ¨¦xito como especie. En el emparejamiento por amor, no s¨®lo por puro sexo. En nuestra especie, el sexo se ha convertido en amor. Un mono se cruza en unos segundos; nosotros hemos extendido incluso el tiempo que invertimos en hacer el amor. Y la mujer es la que m¨¢s cambios ha experimentado al respecto", defiende.
"La Iglesia cat¨®lica", contin¨²a, "no est¨¢ en desacuerdo conmigo respecto a la importancia de la unidad familiar. Yo no digo que debamos ser alocadamente promiscuos, sino que hay una funci¨®n adicional al acto sexual, independiente de la procreaci¨®n. Es un mecanismo que ha evolucionado para crear una unidad familiar estable para criar a nuestros hijos. Tambi¨¦n hemos extendido el periodo de la ni?ez. Le hemos a?adido diez a?os, de los 8 a los 18, lo cual supone una carga enorme para los padres".
En las sociedades primitivas las funciones se repartieron en funci¨®n al sexo: el var¨®n cazaba; la mujer cuidada de los hijos y el hogar. Un g¨¦nero no dominaba al contrario, aunque la mujer ocupaba una posici¨®n protagonista debido a su relevancia esencial en la propagaci¨®n de la especie. ?Es el padre dispensable desde la perspectiva biol¨®gica? "Un ni?o criado por dos madres estar¨¢ doblemente cuidado. La mujer cumple mejor esta tarea que el hombre y psicol¨®gicamente tambi¨¦n est¨¢ m¨¢s preparada para atender a los hijos que un padre. Un ni?o criado con amor por una pareja gay o lesbiana estar¨¢ en una posici¨®n mucho m¨¢s ventajosa que la del hijo de un marido y una esposa que se odian y desatienden al peque?o. La pareja homosexual s¨®lo tiene que prestar atenci¨®n para que su hijo crezca asimilando ambos conceptos, masculinidad y feminidad".
El abanico de alternativas a la familia tradicional le transporta a su ni?ez. Morris naci¨® en enero de 1928 en Purton, un pueblo de Wiltshire, en la campi?a inglesa, y con 14 a?os perdi¨® a su padre. "Muri¨® de heridas de guerra, pero llevaba muchos a?os antes desapareciendo de mi vida. Me criaron mi madre y mi abuela. La ausencia de una figura paternal no afect¨® a mi heterosexualidad ni a mi desarrollo normal".
Morris est¨¢ casado con la historiadora Ramona Baulch, coautora de varios de sus libros y madre de su hijo. "No me deja desvelar cu¨¢ntos a?os llevamos juntos. Quise celebrar nuestras bodas de oro y me contest¨®: '?C¨®mo vamos a celebrarlas si alego que tengo 49 a?os?'. He sido muy afortunado. Tengo una mujer encantadora y mantenemos un buen v¨ªnculo de pareja", r¨ªe.
"No quiero menospreciar a los hombres", puntualiza. "La mujer tiene cualidades muy especiales y es mejor que el hombre en muchos aspectos. Pero el var¨®n tambi¨¦n cumple funciones importantes. Es el cazador, el que asume riesgos, frente a la mujer, que es m¨¢s cautelosa. Ambos fen¨®menos son evolutivos, no culturales. El hombre era, desde luego, prescindible y tuvo que desarrollar su sentido del riesgo para tener ¨¦xito en la caza. Era, por tanto, m¨¢s inventivo, y todav¨ªa lo es".
El hombre-bomba es el caso m¨¢s extremo de la afici¨®n al riesgo adquirida en el proceso evolutivo. "La religi¨®n es un fen¨®meno muy ¨²til para aplacar el miedo a la muerte, puesto que ofrece fe en el m¨¢s all¨¢. El temor a morir lo adquirimos con el desarrollo de la comunicaci¨®n verbal. La lengua nos permite hablar del pasado y del futuro. Pero como no nos gusta la idea de morir, se invent¨® el concepto de la otra vida. Y las fuerzas religiosas que acechan a nuestro alrededor explotan la cualidad del joven var¨®n para afrontar riesgos. Ha habido algunas mujeres suicidas, pero en su mayor¨ªa son hombres. Est¨¢n convencidos de que no acaban con sus vidas, sino que pasan a otro nivel, al para¨ªso, en recompensa al da?o que han causado al enemigo infiel. El momento de accionar la bomba es, para ellos, un momento de gloria".
En sus recorridos por las distintas culturas mundiales Morris abraz¨® el feminismo: "Me qued¨¦ horrorizado del trato que recibe la mujer y me volv¨ª feminista. En Occidente hemos resuelto la cuesti¨®n del g¨¦nero, pero en la mitad del mundo, y quiz¨¢ hasta en tres cuartas partes del planeta, la mujer vive a¨²n en condiciones precarias. Se le trata como ciudadana de segunda clase cuando la igualdad es un derecho gen¨¦tico. Es m¨¢s, en la evoluci¨®n, la mujer ocupaba el centro de la sociedad, y el hombre, la periferia. Si el poder eclesi¨¢stico estuviera vetado al hombre, nos ir¨ªa mejor. Los l¨ªderes religiosos siempre son hombres y son ellos quienes imponen el poder masculino y hacen sufrir a las mujeres. El equivalente femenino al fan¨¢tico religioso es la monja".
Hay muchos ejemplos de la supresi¨®n de la mujer. El zo¨®logo entresaca a las culturas mediterr¨¢neas que encierran a sus mujeres en los confines del hogar familiar o las musulmanas que cubren sus cuerpos de la cabeza a los pies. "En estas culturas, la mujer se ha convertido en propiedad privada del marido. Revela una terrible debilidad, puesto que la ¨²nica forma en la que el marido puede retener a su esposa en un v¨ªnculo de pareja es escondi¨¦ndola de los dem¨¢s, en vez de queri¨¦ndola".
"La cultura", contin¨²a, "siempre interfiere en los signos biol¨®gicos. Se modifican casi todas las partes del cuerpo femenino, ya sea reforzando el contorno de los labios, perforando las orejas, agrandando el pecho, aplastando las puntas de los pies para empeque?ecerlos? Y lo que es una mejora para una cultura, otras la rechazan. Con frecuencia las mejoras son simples exageraciones de las se?ales biol¨®gicas y, en otros casos, dichas se?ales se suprimen".
Morris a¨²n mantiene su optimismo en la especie humana, pese a que aventura nuestra autodestrucci¨®n y una ruptura brusca de la cadena evolutiva. "Estamos causando tanto da?o al medio ambiente que no creo que evolucionemos suavemente hacia otra especie. El da?o ser¨¢ de tal magnitud que nos exterminaremos casi por completo. Nuestro propio ¨¦xito nos matar¨¢. Habr¨¢ epidemias y un colosal atasco global humano. No necesitamos un meteoro; nosotros somos el meteoro. Sobrevivir¨¢n muy pocos y ser¨¢n ellos quienes comiencen de nuevo. Afortunadamente somos muy inteligentes, creativos e imaginativos y la reconstrucci¨®n ser¨¢ r¨¢pida".
"La mujer desnuda" (Planeta) sale a la venta el pr¨®ximo martes 20 de septiembre. Sus pinturas estar¨¢n expuestas en la Galer¨ªa Guillermo de Osma (Madrid), del 27 de septiembre al 28 de octubre.
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