'Siete v¨ªrgenes' y 'Verano en Berl¨ªn', dos muestras de esperanza
Se presentan dos filmes de bajo presupuesto
Si hay una disciplina art¨ªstica en la que los costes econ¨®micos juegan un papel de primer orden en el planteamiento inicial y en su resultado final ¨¦sa es el cine. La jornada del s¨¢bado del festival de San Sebasti¨¢n es ejemplar en este sentido.
Siete v¨ªrgenes, del espa?ol Alberto Rodr¨ªguez, y Verano en Berl¨ªn, del alem¨¢n Andreas Dresen, tienen en com¨²n unos presupuestos de producci¨®n m¨ªnimos que, naturalmente, condicionan sus planteamientos, nudos y desenlaces, lo que no impide que las dos participen leg¨ªtimamente en la secci¨®n oficial a concurso, hayan sido vistas por el numeroso p¨²blico que abarrota las sesiones, por una nutrida representaci¨®n de los medios informativos presentes y gocen de los riesgos y ventajas de una importante plataforma de difusi¨®n.
En el tercer largometraje de Alberto Rodr¨ªguez -coautor de El factor Pilgrim y director de El traje- se narran las aventuras y desventuras de un joven delincuente en las 48 horas del permiso especial que le conceden en el reformatorio en el que cumple condena. El reencuentro con los amigos del barrio, con su ef¨ªmera novia y la predisposici¨®n para gozar intensamente de su coyuntural libertad permiten al director y guionista de Siete v¨ªrgenes mostrar la vida cotidiana de lo que en su d¨ªa el heterodoxo Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo llam¨® con po¨¦tica precisi¨®n "los hijos del agobio". Tano (el adolescente Juan Jos¨¦ Ballesta que deslumbr¨® cuando ni?o en El Bola), su ¨ªntimo amigo Richi (Jes¨²s Carroza), y el resto de sus compa?eros de juegos y delitos, deambulan por la periferia de una ciudad del Sur sin m¨¢s moral ni anhelo que la mera supervivencia en un presente sin futuro.
Antropolog¨ªa y fe
Alberto Rodr¨ªguez opta por un estilo narrativo en el que el documento antropol¨®gico prima sobre la ficci¨®n creativa, una opci¨®n en la que el presupuesto econ¨®mico impone sus condiciones: interiores naturales, mucha escena callejera, actores en su mayor¨ªa no profesionales, c¨¢mara en mano..., todo aquello que surge con constancia desde los tiempos del neorrealismo italiano, la nouvelle vague, el free cinema y, en general, el cine hecho con pocos medios y mucha fe, y cuyo resultado final depende, sobre todo, del talento de quienes lo realizan.
No est¨¢ escrito en ninguna parte que la penuria impida conseguir la maestr¨ªa. Nombres como los de Van Gogh, Kafka o De Sica han alcanzado el Olimpo desde la pobreza o la escasez, pero tampoco se puede ocultar que un arte como el cine cada vez est¨¢ m¨¢s implicado en el competitivo y duro mercado, en el que, adem¨¢s, la producci¨®n sin la distribuci¨®n, la exhibici¨®n y el marketing correspondientes convertir¨ªan su recorrido comercial en una carrera de obst¨¢culos. Siete v¨ªrgenes no es una obra maestra pero el mero hecho de haber sido realizada merece el respeto y la consideraci¨®n de quienes demuestran en la pr¨¢ctica su fe y esperanza en esto que llamamos cine.
Verano en Berl¨ªn, de Andreas Dresen, es una comedia amable, con algunos detalles en sus di¨¢logos y situaciones de cierta gracia, y la ratificaci¨®n de que en todas partes cuecen habas. La en su d¨ªa potente industria cinematogr¨¢fica alemana presenta en esta ocasi¨®n un filme realizado en 16 mil¨ªmetros con todas las trazas de ir destinado directamente a la programaci¨®n televisiva. Si hab¨ªa alguna reticencia ante las noticias de la crisis econ¨®mica por la que ha pasado ¨²ltimamente Alemania s¨®lo hay que contemplar Verano en Berl¨ªn para confirmar su veracidad. Interiores naturales, mucha escena callejera, c¨¢mara en mano..., en fin, lo ya sabido y dicho.
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