Torres rompe a su rival favorito
Dos mundos opuestos se encontraron ayer en el Estadio Vicente Calder¨®n. Uno, el del Bar?a, busca patrocinador multimillonario para una camiseta que no ha llevado publicidad en m¨¢s de 100 a?os de historia. Otro, el del Atl¨¦tico, ha cambiado gigol¨®s y detectives, profesionales propios de la productora de pel¨ªculas que le patrocinaba hasta ahora, por la marca de coches Kia. Con el cambio, el Calder¨®n ha ganado un reluciente coche de lujo de la marca coreana, que ayer descansaba junto al fondo sur. No acaban ah¨ª las diferencias. Los jugadores del Atl¨¦tico comparec¨ªan ante los suyos sin haber ganado un partido en lo que va de Liga. Los del Bar?a acud¨ªan al Calder¨®n tras vencer al Werder Bremen en la Copa de Europa. Aunque el partido, un cl¨¢sico que ha proporcionado una lluvia de goles en los ¨²ltimos a?os, ten¨ªa trampa: "Espero que Torres no se recupere contra nosotros", dijo Frank Rijkaard, el entrenador blaugrana, cuando se le mencion¨® la crisis del delantero. Fue que hablase Rijkaard y que se rompiese el maleficio: Torres empat¨® el partido y rompi¨® su racha de 17 partidos sin marcar en Liga, con Rijkaard y Eusebio comentando at¨®nitos la jugada en el banquillo.
El gol, adem¨¢s, sirvi¨® para otras cosas. Sirvi¨® para que Petrov, la bala que el Atl¨¦tico se ha comprado para la banda izquierda, el autor del centro que precedi¨® al gol, enamorara definitivamente a la grada. Sirvi¨® para que el p¨²blico se encendiera. Y consigui¨® la apoteosis cuando el b¨²lgaro marc¨® el segundo de los suyos, anulado por fuera de juego. Ah¨ª se consum¨® el matrimonio, auspiciado por Bianchi, el entrenador del Atl¨¦tico, que vivi¨® todo el partido en tensi¨®n, de pie junto a la l¨ªnea de banda. "Martin Petrov", cant¨® el p¨²blico a ritmo de charanga, entregado cuando el extremo se gan¨® una amarilla por enviar un bal¨®n al p¨²blico, patad¨®n mediante, harto de que Oleguer se pegase a ¨¦l como una lapa. Fue tanta la presencia de la grada (volcada con Pablo cuando fue expulsado), que su aliento dio para cantar contra la federaci¨®n y el ¨¢rbitro, para lanzar cosas al campo, para abuchear a Eto'o y para igualar las diferencias que los dos equipos hab¨ªan mostrado desde el mismo calentamiento. Por un lado estaban los futbolistas del Atl¨¦tico, que esprintaban en filas de a dos, organizados, coordinados, siempre dirigidos por los gritos de Santiella, el preparador f¨ªsico del equipo. En la otra mitad del campo, nueve jugadores del Bar?a, todos vestidos de amarillo chill¨®n, se asilaban en su propia realidad. As¨ª, entre los gritos de la grada, se empezaron a encontrar dos equipos tan distintos. Pero Torres fue a lo suyo, y de nuevo rompi¨® a su rival favorito, el Bar?a, al que le ha marcado cuatro goles en sus tres ¨²ltimos enfrentamientos.
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