Bulos, informaciones y rumores
Situado a una distancia equidistante entre los bulos meramente fantasiosos y las informaciones debidamente comprobadas, el rumor sobre una inminente tregua de ETA cobra la verosimilitud que le conceden el alto el fuego anunciado anteriormente por la banda terrorista para Catalu?a y los cargos electos, as¨ª como los 27 meses de atentados sin muertos. Las declaraciones en Nueva York del presidente Zapatero sobre el car¨¢cter "largo, duro y dif¨ªcil" del proceso de pacificaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco sirven de poco a la hora de despejar las dudas sobre la veracidad de la noticia. S¨®lo los portavoces del PP parecen tener las ideas al respecto claras y blindadas: aunque el Gobierno haya negado la existencia de negociaciones en curso con la organizaci¨®n terrorista, el principal partido de la oposici¨®n da por descontadas esas conversaciones secretas y considera el rumor de la tregua como una prueba m¨¢s de la actitud capituladora de los socialistas frente a ETA.
Esa interpretaci¨®n apocal¨ªptica acusa al Gobierno de haber realizado ya pagos a cuenta para conseguir una eventual declaraci¨®n de tregua por la organizaci¨®n terrorista. La inacci¨®n del fiscal general del Estado a la hora de interponer ante el Tribunal Supremo la demanda de ilegalizaci¨®n de EHAK (las siglas en euskera del Partido Comunista de las Tierras Vascas) no responder¨ªa a motivaciones t¨¦cnico-jur¨ªdicas basadas en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, sino al embozado prop¨®sito de permitir la presencia de Batasuna -brazo pol¨ªtico de ETA- en el Parlamento auton¨®mico de Vitoria a trav¨¦s de una segunda marca; tal pecado de omisi¨®n implicar¨ªa la derogaci¨®n de hecho de la Ley de Partidos Pol¨ªticos de 2002. La aprobaci¨®n en mayo de 2005 por el Congreso -con el voto en contra del PP- de una resoluci¨®n de apoyo a los procesos de di¨¢logo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidieran renunciar a la violencia si ETA abandonase las armas es presentada como el marco preparatorio para una rendici¨®n vergonzosa de la democracia ante el terrorismo. Pese a los desmentidos del Gobierno, el PP reitera una y otra vez esas acusaciones y transforma en certeza otras sospechas: as¨ª ha ocurrido, por ejemplo, con las profec¨ªas incumplidas sobre la excarcelaci¨®n irregular de presos etarras, la modificaci¨®n del r¨¦gimen penitenciario favorable a los condenados por delitos terroristas y la transferencia de las competencias carcelarias al Pa¨ªs Vasco.
La estruendosa orquestaci¨®n por el PP de informaciones sesgadas, rumores disfrazados de noticias y bulos disparatados sobre hipot¨¦ticas cesiones del Gobierno ante el nacionalismo radical implica silenciar al tiempo los datos que no encajen dentro de esa partitura conspirativa. La eficacia mostrada por los cuerpos y fuerzas de seguridad tanto para la detenci¨®n de miembros de ETA como para la desarticulaci¨®n de sus infraestructuras durante el a?o y medio de mandato socialista es ignorada por completo. Las actuaciones judiciales contra dirigentes de Batasuna y de EHAK -la mejor prueba de que el Estado de derecho sigue aplicando las leyes- son tambi¨¦n pasadas por alto.
Cualquier salida dialogada a la violencia en el Pa¨ªs Vasco exigir¨ªa la colaboraci¨®n del principal partido de la oposici¨®n: el clamoroso incumplimiento por el PP del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo parece negar esa posibilidad. El acuerdo firmado el 8 de diciembre de 2000 por populares y socialistas descansa sobre el doble supuesto de que la lucha contra el terrorismo es un problema de Estado cuya direcci¨®n corresponde al Gobierno y a la que deben contribuir todas las fuerzas democr¨¢ticas; conscientes de que la divisi¨®n del trabajo entre el Ejecutivo y la oposici¨®n corre siempre el peligro de quedar enturbiada por desencuentros sobre el rumbo, los procedimientos y los ritmos de la estrategia antiterrorista, ambos partidos se comprometieron a sacar sus diferencias "del ¨¢mbito de la leg¨ªtima confrontaci¨®n pol¨ªtica o electoral". Desde que perdi¨® el poder, sin embargo, el PP ha convertido en eje de su actividad parlamentaria y callejera la cr¨ªtica virulenta e injuriosa de la pol¨ªtica antiterrorista del Gobierno, acusado incluso de traicionar a los muertos asesinados por ETA.
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