Pablo G. del Amo, la honestidad de un artesano del cine
Diego Gal¨¢n indaga, a trav¨¦s de sus amigos, en la vida y la profesi¨®n del decisivo montador
?l sab¨ªa que no iba a llegar a ver el montaje definitivo, pero aun as¨ª particip¨® con entusiasmo e ilusi¨®n. Pablo G. del Amo, el montador de los m¨¢s grandes t¨ªtulos del cine espa?ol, muri¨® a los 78 a?os, en agosto de 2004, v¨ªctima de un c¨¢ncer de h¨ªgado, antes de que el documental que realizaba Diego Gal¨¢n se terminara y viera la luz. Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones, que se present¨® ayer en la secci¨®n Zabaltegi del Festival de San Sebasti¨¢n, indaga, a trav¨¦s de sus amigos, en la vida y la profesi¨®n de este artesano del cine. "La honestidad y la coherencia, eso es lo que m¨¢s me asombr¨® de Pablo. Esa coherencia de principio a fin, su obstinaci¨®n y su af¨¢n perfeccionista, esa huella de cari?o y admiraci¨®n que dej¨® en Portugal hace m¨¢s de 40 a?os, esos amigos...".
Diego Gal¨¢n, director del festival donostiarra durante 13 a?os, no conoc¨ªa de manera ¨ªntima y personal a Pablo G. del Amo. La idea de hacer ese retrato-homenaje al montador m¨¢s prestigioso del cine espa?ol (realiz¨® m¨¢s de 200 pel¨ªculas) fue de su amigo el productor Andr¨¦s Santana. "Sab¨ªamos de su grave enfermedad y de que le quedaba muy poco tiempo de vida, y yo, que en principio rechac¨¦ la oferta, no me pude negar cuando en una comida me dijo: 'Estoy dispuesto a hacerlo porque me f¨ªo de ti", recuerda ahora Gal¨¢n.
El documental se abre a la vida y la profesi¨®n de Pablo G. del Amo a trav¨¦s de la conversaci¨®n con cuatro amigos -el escritor Manuel Vicent, el cineasta Carlos Saura, el actor Fernando Fern¨¢n-G¨®mez y el montador Jos¨¦ Salcedo- y de las intervenciones de algunos de los directores espa?oles y portugueses -vivi¨® y trabaj¨® en el exilio en Portugal durante cuatro a?os- que depositaron en ¨¦l su confianza y sus pel¨ªculas.
La lista de los intervinientes fue consensuada con el propio Del Amo. Hablan de su mal genio, de su militancia comunista -tras una larga y dura temporada en la c¨¢rcel, se dio de baja del PCE el a?o de su legalizaci¨®n-, de su pulcritud, de sus camisas siempre reci¨¦n planchadas y, sobre todo, de su amor y dedicaci¨®n a una profesi¨®n que ¨¦l consideraba pura artesan¨ªa. "Ten¨ªa un alma fuerte, era un hacedor de amigos", asegura el actor portugu¨¦s Jos¨¦ Solnado, protagonista de Don Roberto, el filme que mont¨® Del Amo en 1961. Garc¨ªa S¨¢nchez recuerda su fobia a las puertas cerradas y a Montxo Armend¨¢riz no se le olvidan esos guantes blancos que llevaba a menudo. Con Carlos Saura, despu¨¦s de una emotiva proyecci¨®n de La caza en la Filmoteca de Madrid, termina cantando Chaparrita.
Pablo G. del Amo ten¨ªa dos tel¨¦fonos m¨®viles. Uno de ellos, siempre encendido, en conexi¨®n directa con el hospital del que esperaba una llamada, que nunca lleg¨®, para el trasplante de h¨ªgado. "Sab¨ªamos, y ¨¦l tambi¨¦n, que nunca se producir¨ªa esa llamada", recuerda Gal¨¢n. Pero nunca lo apag¨®. Vital y poderoso, el montador aparece en el documental demacrado y enfermo, muy enfermo. Gal¨¢n decidi¨® que la primera imagen que apareciera de Pablo G. del Amo fuera la m¨¢s impactante, rodada en una conversaci¨®n con Fern¨¢n-G¨®mez, y que el resto del filme estuviera lleno de vitalidad, con unos decorados alegres y coloridos.
"Nunca montes m¨¢s de lo que necesites para as¨ª tener una buena pel¨ªcula". La frase que le dijo Del Amo a Armend¨¢riz es el reflejo de toda una vida dedicada de lleno a una profesi¨®n silenciosa.
Babelia
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