La percha
Quisiera asistir a un desfile de modelos pero s¨®lo consigo asistir a un desfile de perchas. Perchas que avanzan por la pasarela con mirada perdida y que levantan las rodillas al andar como aves zancudas, perchas que seg¨²n los c¨¢nones han de caminar sin traslucir ning¨²n tipo de sentimiento, ni alegr¨ªa ni disgusto, m¨¢s al estilo de un zombi que de una presencia real. La delgadez y la falta de expresi¨®n en la mirada de las chicas es a veces tal que me recuerdan a esas otras que ve¨ªa desfilar a diario desde mi balc¨®n de la calle Pelayo, cuando el barrio de Chueca era una pasarela diaria de yonquis. Avanzaban lentas con una bolsa de pl¨¢stico en la mano y desaparec¨ªan de mi vista, y¨¦ndose a dormitar a ese backstage del mundo de la droga que era entonces la plaza de V¨¢zquez de Mella. Algunas acabaron sus d¨ªas all¨ª, delante de los ojos de los vecinos, que estaban ya acostumbrados a no intervenir salvo cuando observaban que aquel cuerpo doblado hacia delante llevaba un d¨ªa entero sin moverse. El porqu¨¦ el mundo de la moda ha elegido ese modelo est¨¦tico, el porqu¨¦ se ha hecho despreciando lo que es el natural encanto del cuerpo femenino, las curvas voluptuosas que hacen distinto, interesante y natural el cuerpo de una mujer, es un misterio. Existe la teor¨ªa, dicha normalmente en voz baja por gente sensata que trabaja en todo ese tinglado de la est¨¦tica, de que en el mundo de la moda la vanidad del modista ha de quedar por encima, que el traje importa m¨¢s que el cuerpo. El cuerpo es una presencia molesta que hay que borrar. Llegamos as¨ª al colmo de la paradoja: en el mundo de la moda las mujeres no gustan. Pero lo m¨¢s irritante del asunto es que siendo un sector que lleva ya tantos a?os sembrando en las mentes tiernas de las adolescentes la idea de que no hay aspecto m¨¢s deseable que el insano, luego castigue duramente a uno de sus iconos, la bell¨ªsima Kate Moss, retir¨¢ndola de una campa?a publicitaria por haber sido pillada esnifando coca con sus amigotes. Si se mira con atenci¨®n es perverso moralmente: les gustan las mujeres de imagen enfermiza, apartan a las viciosas y saben de sobra que muchas veces una cosa y otra van de la mano. Ay, si lo saben.
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