El Katrina era un desastre anunciado
El cient¨ªfico norteamericano Mark Frischetti denunci¨® en 2001 la extrema vulnerabilidad de Nueva Orleans y el peligro que corr¨ªa
Nueva Orleans inundada era un desastre anunciado y publicado. "Si no se act¨²a r¨¢pido, Nueva Orleans se convertir¨¢ en la pr¨®xima Atl¨¢ntida". Lo dec¨ªa la revista Time en julio del a?o 2000 con el siguiente titular: The Big Easy on the brink ('Nueva Orleans, al l¨ªmite'). Un a?o y tres meses m¨¢s tarde, la profec¨ªa continuaba. La detallaba hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle el f¨ªsico y periodista cient¨ªfico norteamericano Mark Fischetti en octubre de 2001. "Nueva Orleans se ahoga", relataba Fischetti en un art¨ªculo publicado en la prestigiosa revista Scientific American. Fischetti escrib¨ªa entonces lo que parec¨ªa novela negra, casi de terror, al imaginar incluso las 10.000 bolsas negras necesarias para guardar los futuros cad¨¢veres que quedar¨ªan flotando en las calles tras el paso de un hurac¨¢n.
Modelos inform¨¢ticos revelaron en la d¨¦cada pasada c¨®mo el agua sobrepasaba los diques
El peligro de que Nueva Orleans se hunda m¨¢s aumenta incluso con tormentas menores
Cuatro d¨ªas despu¨¦s del Katrina, y casi cuatro a?os despu¨¦s de anunciar la tragedia, Fischetti daba su opini¨®n en un art¨ªculo en el diario The New York Times: 'Lo vieron llegar' (They saw it coming). Una traducci¨®n m¨¢s vulgar casi impulsar¨ªa a exclamar: ?Se ve¨ªa venir! Pero no se hizo nada. "Las muertes causadas por el hurac¨¢n Katrina rompen el coraz¨®n. El sufrimiento de los supervivientes es doloroso. La destrucci¨®n de los hogares deja sin palabras. Pero quiz¨¢ la parte m¨¢s horrible de lo que ha ocurrido en Nueva Orleans es que se podr¨ªa haber evitado", escrib¨ªa Fischetti el pasado 2 de septiembre.
Cuenta Fischetti en su art¨ªculo que cuando vio las im¨¢genes en televisi¨®n del hurac¨¢n aproxim¨¢ndose al delta del Misisipi sinti¨® que enfermaba. "No s¨®lo porque era consciente de que el infierno pod¨ªa desatarse en cualquier momento, sino tambi¨¦n porque conoc¨ªa la existencia de un plan de ingenier¨ªa denominado Coast 2050 -desarrollado en 1998 por cient¨ªficos, ingenieros del Ej¨¦rcito y autoridades de Luisiana- que podr¨ªa haber ayudado a salvar la ciudad", explica el cient¨ªfico. "Sin embargo, no fue llevado a cabo". Una vez m¨¢s, no se hizo nada.
El debate sobre la vulnerabilidad de Nueva Orleans frente a los huracanes es centenario. "Pero al final de la d¨¦cada de los noventa, cient¨ªficos de la Universidad de Luisiana y de la Universidad de Nueva Orleans hab¨ªan perfeccionado modelos inform¨¢ticos en los que se mostraba exactamente c¨®mo un enorme golpe de agua sobrepasar¨ªa el sistema de diques", cuenta el periodista en The New York Times, quien a?ade que se propusieron varios proyectos para evitar que esto sucediese. Pero las voces no fueron un¨¢nimes. Unos apuntaban al dise?o de los diques; otros hablaban de geolog¨ªa e hidrolog¨ªa. Y los pol¨ªticos locales, mientras tanto, hac¨ªan lobby en el Congreso para financiar una mir¨ªada de grupos con intereses propios concretos, desde las compa?¨ªas petroleras hasta los productores de ostras. "El Congreso no oy¨® una voz unificada y le result¨® f¨¢cil hacer o¨ªdos sordos", concluye en su art¨ªculo Fischetti.
Harto de esfuerzos divididos, Len Bahr, entonces jefe de Actividades Costeras en la oficina del gobernador de Luisiana, logr¨® sentar a todas las partes a la mesa en 1998 y arrancarles un acuerdo: el proyecto Coast 2050. El coste alcanzar¨ªa los 14.000 millones de d¨®lares. Trat¨¢ndose de tal cantidad, tocaba al Gobierno federal de Washington decidir. Pero en aquellos momentos de presidencia de Bill Clinton el Capitolio ten¨ªa otras prioridades. "Los pol¨ªticos de Luisiana ten¨ªan otras prioridades, y la magia del consenso se perdi¨®", expone Fischetti.
"As¨ª es, en la verdadera tradici¨®n americana ignoramos un problema inevitable hasta que el desastre atrae nuestra atenci¨®n", concluye. "Afortunadamente, cuando reconstruyamos Nueva Orleans podemos protegerla con medidas de ingenier¨ªa que trabajen a favor de la naturaleza, no contra ella", finaliza el cient¨ªfico.
Tarde o temprano. Pero la amenaza del hurac¨¢n se cumpli¨® como pronosticaba Fischetti. "No hay a?o que no pase alguno cerca", confirmaba Fischetti en Scientific American en 2001. En 1965, el hurac¨¢n Betsy dej¨® parte de la ciudad bajo dos metros y medio de agua. El monstruoso Andrew estuvo a s¨®lo 160 kil¨®metros en 1992. En 1998, el Georges se desvi¨® hacia el este en el ¨²ltimo momento, pero aun as¨ª, caus¨® da?os por valor de miles de millones de d¨®lares.
"De la vulnerabilidad del enclave tiene buena parte de culpa la actividad humana: construcci¨®n de diques en los r¨ªos, drenaje de humedales, dragado de cauces y excavaci¨®n de canales en las marismas", expon¨ªa el cient¨ªfico. Pero si no se interven¨ªa pronto, opinaba Fischetti, el delta protector desaparecer¨ªa para el a?o 2090. "La ciudad hundida estar¨ªa asentada directamente en el mar: en el mejor de los casos, una Venecia en apuros; en el peor, una Atl¨¢ntida moderna".
A las p¨¦rdidas humanas que comportar¨ªa una Nueva Orleans anegada, se a?adir¨ªan los perjuicios econ¨®micos y el desastre medioambiental, auguraba Fischetti. La costa de Luisiana produce un tercio del marisco de EE UU, un quinto del petr¨®leo y un cuarto del gas natural; alberga un 40% de sus humedales costeros y es el lugar para invernar de un 70% de las aves acu¨¢ticas migratorias. El mayor puerto de la naci¨®n se extiende desde Nueva Orleans hasta Baton Rouge, la capital de Luisiana.
La presunci¨®n de que se pod¨ªa controlar la naturaleza es lo que ha hecho vulnerable a Nueva Orleans. Lo que ha sucedido en The Big Easy es una combinaci¨®n de dos factores: cada vez m¨¢s diques y cada vez menos tierra firme. "Existe un sistema de diques que es incapaz de responder a la amenaza de inundaciones facilitada por una franja costera que se deteriora con toda rapidez y que no puede evitar el progresivo hundimiento del terreno", escribi¨® hace un a?o Shirley Laska, del Centro de Valoraci¨®n, Respuesta y Tecnolog¨ªas de Riesgos de la Universidad de Nueva Orleans.
La sedimentaci¨®n natural de los desbordamientos afianzaba el terreno. Desde que los diques se elevaron -tras la crecida de 1927, en la que murieron miles de personas- ha habido muy pocas inundaciones, pero tampoco hay sedimentaci¨®n. La ciudad, que ya est¨¢ entre dos y tres metros bajo el nivel del mar, se hunde un metro cada siglo, a lo que hay que a?adir el efecto del calentamiento global sobre el nivel de los oc¨¦anos. El informe de Shirley Laska es s¨®lo uno m¨¢s de los muchos que llamaban la atenci¨®n sobre la extrema vulnerabilidad de Nueva Orleans. Pero de nada sirvi¨®. Su divulgaci¨®n ahora s¨®lo constata lo irrefutable: se lleg¨® tarde. No se hizo nada por evitar el desastre.
"Si se produjera un hurac¨¢n que afectara a Nueva Orleans la ciudad quedar¨ªa sumergida bajo seis metros de agua, con miles de p¨¦rdidas humanas. Para conjugar el peligro deben emprenderse gigantescas obras de ingenier¨ªa que transformen el sureste de Luisiana. Nueva Orleans es un desastre anunciado. La ciudad est¨¢ por debajo del nivel del mar, en una depresi¨®n flanqueada por diques que la limitan al norte con el lago Pontchartrain y al sur y al oeste por el r¨ªo Misisipi. Por culpa de una desgraciada confluencia de factores est¨¢ hundi¨¦ndose m¨¢s, con lo que el peligro de que se hunda aumenta incluso con tormentas menores. El delta del Misisipi, muy bajo, que se interpone entre la ciudad y el Golfo, est¨¢ desapareciendo a pasos agigantados. En un a?o habr¨¢n desaparecido otros 70 u 80 kil¨®metros cuadrados de sus marismas. Cada p¨¦rdida ofrece a las crecidas de las tormentas un camino m¨¢s despejado para extenderse por el delta, verterse en la depresi¨®n y atrapar a un mill¨®n de personas en ella y otro mill¨®n en las localidades que la circundan. Los modelos inform¨¢ticos de las trayectorias posibles de las tormentas analizados en la Universidad de Luisiana cifran en miles las bajas". Esta descripci¨®n no es posterior al Katrina. Fue escrita por el cient¨ªfico estadounidense Mark Fischetti el 1 de octubre del a?o 2001. Casi cuatro a?os antes del horror.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.