Sorpresa desagradable

Me ha sorprendido desagradablemente el art¨ªculo publicado en El Pa¨ªs Madrid, el 20 de septiembre, con el t¨ªtulo 'Mototerapia'. S¨®lo faltaba que se exalte el crecimiento del parque de motocicletas en Madrid, donde se registran los m¨¢s execrables abusos por parte de los motoristas, aficionados a circular por las aceras sin que nadie les ponga coto, ocasionando gran alarma y peligro a los peatones madrile?os, tal vez los m¨¢s indefensos entre los de todas las ciudades de Espa?a. Este proceder es una lacra infame, indigna de una gran ciudad europea.

Hace poco tiempo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid prohibi¨® el aparcamiento de motos en las aceras por considerar que esta pr¨¢ctica es uno de los motivos de la circulaci¨®n de estos veh¨ªculos por las aceras, aceptando las tesis de una asociaci¨®n de defensa del peat¨®n. Pero el Ayuntamiento de Madrid tiene recurrida dicha sentencia.

M¨¢s valdr¨ªa que, en vez de desafiar a la justicia con la oposici¨®n a tan razonable sentencia, el Ayuntamiento madrile?o desplazara a sus t¨¦cnicos a Barcelona, ciudad en la que parece haberse acertado con la manera de solucionar los problemas que plantean las motos. En la capital catalana los motoristas disponen de ampl¨ªsimos sitios reservados en las calzadas para su aparcamiento exclusivo, y son pocos los que osan circular por las aceras: cualquiera puede ver en las Ramblas el espect¨¢culo, ins¨®lito para un madrile?o, de que para cruzar la acera central los motoristas se bajan del veh¨ªculo y lo conducen a mano.