?Ni fea, ni bonita, sino todo lo contrario!
La inauguraci¨®n oficial de la ampliaci¨®n del MNCARS por parte del arquitecto Jean Nouvel corre el peligro de perderse en un falso debate: el de una discusi¨®n est¨¦tica sobre la belleza del nuevo edificio, muy al estilo trivial de valorar los museos por el atractivo de su espectacular carcasa. En este sentido, con la nueva f¨¢brica ensamblada con la hist¨®rica de Sabatini y en un lugar urban¨ªsticamente complejo, no creo que la soluci¨®n de Nouvel sea desacertada y, todav¨ªa menos, que no contenga aportaciones estimables. Otra cosa es su funcionalidad muse¨ªstica, que contiene ciertamente yerros, sobre todo, en una parte tan sensible como las salas de exposiciones temporales; pero tambi¨¦n aciertos, y no pocos, en otras ¨¢reas para un proyecto muy polivalente.
No creo que la soluci¨®n de Nouvel sea desacertada; otra cosa es su funcionalidad
Pero si hablamos de funcionalidad y muse¨ªstica, es imposible no meterse de lleno en la pol¨ªtica de museos. Recuperado el edificio de Sabatini por el Ministerio de Cultura de UCD, a comienzos de 1980, para transformarlo en un local multiuso, fue el primer Gobierno socialista el que orient¨®, primero, su funci¨®n como centro de arte y nuevas tecnolog¨ªas, y luego, tras una brillante serie de exposiciones temporales de arte contempor¨¢neo, fue reorientado por otro Gobierno socialista como Museo Nacional mediante el traslado de la colecci¨®n del antiguo MEAC. Esta readaptaci¨®n oblig¨® a remodelar el edificio, que se reinaugur¨® justo en el cambio de d¨¦cada con la que, ya en 1990, deber¨ªa haber resuelto sus problemas al respecto. No lo hizo, obviamente, y pocos a?os despu¨¦s, ya con el PP, en plena euforia de ampliaciones, se convoc¨® el concurso, que gan¨® Nouvel y ahora se abre.
La rememoraci¨®n de estos datos es crucial, porque, en apenas veinte a?os, nos encontramos con cuatro designios e intervenciones diferentes, llevadas a cabo cuando el proceso de modernizaci¨®n de los viejos museos hist¨®ricos y, m¨¢s, la creaci¨®n de los nuevos se hab¨ªan acometido internacionalmente desde, por lo menos, un cuarto de siglo antes. Desdichadamente, el retraso espa?ol al respecto no supo aprovecharse de esta experiencia y nuestras ampliaciones llegaron tarde y mal. ?Culpa de los arquitectos? Me parece una desfachatez, en todo caso, culpar a un arquitecto que se elige en concurso o a dedo para hacer una obra predeterminada, y echarle en cara no s¨®lo lo que se le ha encargado hacer, sino de lo que los responsables del encargo han sido informados en todo momento, o deber¨ªan haber estado, como cualquier cliente. O sea: que ahora va a resultar que el problema de nuestras ampliaciones es el cubo de Moneo o la falta de funcionalidad de Nouvel, como antes lo fue si los ascensores del MNCARS eran o no bonitos. En este debate miserable no parece importar si la ampliaci¨®n era adecuada, y ni siquiera si podr¨¢ ser sufragada por los multiplicados gastos que implica un aumento espacial.
Pero como echar cebada al rabo de un burro muerto me parece otra estupidez, creo que lo preocupante ahora es, una vez que las obras ya est¨¢n terminadas, o a punto, preguntarse y preguntar qu¨¦ va a ocurrir con la hasta ahora poco inteligible ampliaci¨®n del Museo Thyssen-Bornemisza, y qu¨¦, a su vez, con la que se inaugura de Nouvel en el MNCARS y con la del Museo del Prado. En el caso de la de Nouvel, que ahora nos ocupa, la considero est¨¦ticamente notable, funcionalmente desigual y pol¨ªticamente dejada de la mano de Dios. Se opine lo que se opine sobre el plan museogr¨¢fico planteado por la actual direcci¨®n, ha tenido la ventaja de poner sobre el tapete el problema intr¨ªnseco que tiene el MNCARS de querer ser, simult¨¢neamente, un museo y un centro de exposiciones, y, a su vez, un centro de exposiciones que no s¨®lo debe concordar con el contenido de su colecci¨®n, sino con la actualidad, ese ente tan indescifrable e indescifrado como es el mercado, que arrasa con todo.
No es ¨¦ste un problema exclusivo del MNCARS, sino de todos los museos de arte contempor¨¢neo del mundo. Hay que afrontarlo con la debida reflexi¨®n cr¨ªtica y serenidad, sin avasallar a la direcci¨®n con intereses mezquinos y prejuicios. Esto implica, de nuevo, una responsabilidad pol¨ªtica para los pol¨ªticos y, tambi¨¦n, a los medios de comunicaci¨®n, que, con el mercado, son los poderes f¨¢cticos que gobiernan hoy el arte, ese negocio en el que demasiados tiran la piedra de sus intereses y esconden la mano de las consecuencias que han provocado. ?Es, pues, bonita o fea la ampliaci¨®n de Nouvel? ?Qu¨¦ tonter¨ªa! ?Ni fea, ni bonita, sino todo lo contrario!
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