Un 'n¨²mero uno' singular
Fernando Alonso ha alcanzado el t¨ªtulo de campe¨®n mundial con la misma trayectoria con la que negocia una curva. Agresivo en la entrada, sale limpio del giro y es muy fiable en la recta. L¨ªder desde la segunda carrera, cont¨® hasta tres victorias consecutivas para llegar a Montmel¨® con 29 puntos m¨¢s que Kimi Raikkonen, desaparecido hasta el Gran Premio de Espa?a. Extraviado McLaren, Renault cobr¨® una ventaja tan decisiva que Flavio Briatore, agitador por naturaleza, sinti¨® las mismas sensaciones que cuando alent¨® a Michael Schumacher a la conquista de la primera de sus siete coronas.
Alonso transmite tal confianza que es dif¨ªcil no subirse a su monoplaza, salvo que se apueste por su derrota, ni que sea por fastidiarle ante tanta suficiencia. No se equivoca ni en los pron¨®sticos. Excepcional al volante, sabe hacer equipo y escucha siempre al coche en carrera para saber qu¨¦ necesita. Aguant¨® incluso al campe¨®n Schumi en Imola cuando su R25 se sent¨ªa el mejor y presion¨® indistintamente a Raikkonen y Montoya en el momento que McLaren dio con un bolido mucho m¨¢s r¨¢pido. Exigente y motivador, a cada gran premio ha aplicado la mejor estrategia, y de las salidas y remontadas trepidantes que protagoniz¨® cuando era aspirante pas¨® a administrar y gobernar con la madurez y mano de hierro que s¨®lo tiene el campe¨®n.
El espa?ol procede como un cirujano cuando visualiza el gran premio, desde los entrenamientos hasta la puesta a punto de coche, y tambi¨¦n cuando lee la carrera. Acostumbra a ganar la posici¨®n que le interesa y la defiende con una fiabilidad m¨¢xima. Los resultados avalan su conducci¨®n irreprochable y su capacidad para sacar el m¨¢ximo rendimiento a su coche: su peor resultado ha sido un cuarto puesto y s¨®lo hubo dos carreras en las que no puntu¨® (Canad¨¢ y Hungr¨ªa) porque la de Indian¨¢polis no la disput¨®.
Aunque se le compara con muchos campeones, Alonso no guarda parecido con ninguno. Nunca fue mit¨®mano. Pertenece a una generaci¨®n que parece despreocuparse por la historia y se remite al curr¨ªculo. A ojos del aficionado, a veces se presentan incluso como gente antip¨¢tica o arrogante, nunca diplom¨¢tica, despreocupada por si causan o no admiraci¨®n. Alonso, en este sentido, es singular como piloto y como personaje: vive en Oxford y no en Montecarlo; se pasea en un Clio y no en un Mercedes; no le interesa para nada el papel couch¨¦ y no hace una sola concesi¨®n al circo. El glamour es cosa de Briatore.
Alonso huye de cuanto pueda distraerle, afectar a su concentraci¨®n, y delega en su agente y en su padre, un trabajador de una f¨¢brica de explosivos que protege al hijo, expuesto a ser utilizado como bandera. ?l, sin embargo, no debe explicaciones a nadie ni tiene deudas. Naci¨® para este oficio y a ¨¦l se entreg¨®. Tiene un don natural y no ha parado de correr hasta el ¨¦xito. Una vez desparecido Ayrton Senna, el ¨²ltimo Robin Hood de la F-1, Alonso es de los que piensa que el carisma se gana con los t¨ªtulos. As¨ª que nadie le aguarde en la sala de estar para tomar el t¨¦. Su sitio est¨¢ en el podio. Alonso ruge.
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