El orgullo
Qui¨¦n le iba a decir a Antonio Alonso que con sus 26 a?itos y una licenciatura en Pol¨ªticas pasar¨ªa de ser juez de paz de Pinto a ser juez estrella. Y todo porque se le ocurri¨® declarar a la revista local Zig Zag que si los gays esperaban que ¨¦l les tramitara los expedientes para casarse, iban dados. Se organiz¨® tal marimorena que enseguida pas¨® su nombre de la prensa de Pinto a las rotativas nacionales, y los concejales de su pueblo, con la coherente y pedag¨®gica abstenci¨®n del PP, pidieron su cabeza. A Alonso no le molesta la fama, incluso hasta es posible que se pregunte qu¨¦ hace ¨¦l preparando un doctorado en Relaciones Internacionales cuando mejor le ir¨ªa estudiando para juez de verdad con el fin de lograr la infelicidad del pr¨®jimo y salir en la tele. Seguro que est¨¢ a punto de llamar a la juez de D¨¦nia para preguntarle si le cost¨® mucho hacerse con su puesto de carrera, que no es como el de Pinto, de juguete.
Pero lo que s¨ª le debe de haber molestado a Alonso es que los progresistas de su localidad le hayan declarado la guerra, porque esa reacci¨®n, ha dicho, le parece "exagerada y desmedida". Las dos palabras vienen a significar lo mismo, pero ¨¦l las junta para enfatizar y restarse as¨ª importancia, lo cual, todo hay que decirlo, parece razonable. Porque si uno se detiene a analizar la rabieta de los mun¨ªcipes de Pinto, algo de desmesura puede que haya en la exigencia de dimisi¨®n de este caballero; con una llamada al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que aprovech¨® que Alonso fue all¨ª para denunciar a la juez de paz que hab¨ªa y lo nombr¨® de paso, se enmienda el error y no se le permite a este jovencito situarse por encima de lo que dicen las leyes.
Y que no pase lo que me temo: que la condici¨®n de furibundos laicos de PSOE, IU y Juntos Por Pinto trate de perseguir ahora a Antonio Alonso por cat¨®lico, que si ha tenido que declararse "cat¨®lico, y muy orgulloso de serlo" ser¨¢ porque se huele un circo romano en Pinto y una vuelta a las catacumbas. Y de este modo, sin quererlo, ya parece tener Alonso algo en com¨²n con los mismos homosexuales que no quiere ver aparecer por su juzgado: el orgullo. Si el orgullo gay naci¨® de su persecuci¨®n, que como se ve no acaba, el de Alonso, a diferencia del gay, puede venirle lo mismo de la Iglesia perseguida que de la Iglesia perseguidora, que tambi¨¦n en esto ¨²ltimo tiene su Iglesia acreditada una larga y tremenda experiencia. Dice el diccionario que orgullo es "arrogancia, vanidad, exceso de estimaci¨®n propia", y quiz¨¢ nada de eso le falte al intr¨¦pido juez de paz que se tiene por prudente, pero el propio diccionario lo tranquiliza al a?adir que esa autoestima excesiva "a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas". Y aunque la nobleza de la catolicidad no es comparable con la de la causa gay, y mucho menos la condici¨®n de virtuosa, monse?or Rouco Varela podr¨ªa sentirse atra¨ªdo por la idea del orgullo y llamar a Alonso para organizar una fiesta del orgullo cat¨®lico, con su cabalgata y todo, en la que, m¨¢s despintados que pintados, los cat¨®licos machotes reivindiquen su condici¨®n ante el riesgo de martirio. Y eso que la Iglesia no tiene motivos para descontento en estos d¨ªas: Mariano Rajoy ha dejado de poner una vela a Dios y otra al diablo. Por fin, de modo excepcional, ha encendido una sola, a la Iglesia, en forma de recurso en¨¦rgico ante el Constitucional contra la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo. Claro que, como antes le hab¨ªa dicho a Javier G¨®mez, coordinador de los gays y lesbianas del PP que se hayan atrevido a salir del armario, que ¨¦l entend¨ªa que pidieran matrimonio y que lo pidieran con esa palabra, pues el pobre Javier habr¨¢ llegado a la conclusi¨®n de que el PP, que dice que no va a matar gays por la calle -menos mal- pero que los quiere solteros, es capaz de volver loca a cualquier persona. Al propio Javier, que quiere casarse con su novio "de toda la vida", lo va a dejar compuesto y sin oficiante. A bombo y platillo hab¨ªa anunciado ¨¦l que lo casaba Gallard¨®n y el alcalde no est¨¢ por ¨¦sas desde el momento mismo en que ha sido Rajoy el que ha dicho que el que quiera casarse habr¨¢ de hacerlo como ¨¦l, con una mujer. Y menos mal que Javier no est¨¢ censado en Pinto, que si se encuentra en Pinto con Alonso, ni siquiera le tramita el expediente. En Pinto no lograr¨ªa casarse ni aunque la ceremonia la oficiara Esperanza Aguirre, que no s¨¦ si tiene atribuciones para eso, pero que si se trata de llevarle la contraria a Gallard¨®n, se pone a casar maricones que no para, diga lo que diga Rajoy.
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