Argelia decide en las urnas si apoya la reconciliaci¨®n y el final de la violencia
El presidente argelino ofrece la reinserci¨®n a terroristas que a¨²n siguen empu?ando las armas
"Ha llegado la hora de poner fin a una tragedia que ha durado demasiado. Ofrezco mi mano a todos los descarriados que permanecen a¨²n en el maquis". En tono casi dram¨¢tico, con discursos salpicados de vers¨ªculos cor¨¢nicos, el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, repite machaconamente estas frases en los m¨ªtines que convoca para tratar de convencer a los argelinos de que den su aval en las urnas a su proyecto de reconciliaci¨®n en el refer¨¦ndum nacional que se celebra ma?ana. Con su Carta para la Paz y la Reconciliaci¨®n Nacional, Buteflika intenta poner fin a cerca de tres lustros de violencia.
Aunque con mucha menos virulencia, el terrorismo islamista sigue azotando a Argelia. El Grupo Salafista de Predicaci¨®n y Combate (GSPC), vinculado a Al Qaeda, asesin¨® en la ¨²ltima semana a 12 miembros de las fuerzas de seguridad y a tres civiles.
A los centenares de barbudos -entre 400 y 800, seg¨²n las estimaciones- que a¨²n empu?an las armas Buteflika quiere ofrecerles una salida. Pero, a trav¨¦s de la consulta popular, busca tambi¨¦n acrecentar sus poderes e intentar adem¨¢s pasar a la historia como el presidente que supo reconciliar a 32 millones de argelinos.
La guerra civil larvada que padeci¨® el pa¨ªs en la d¨¦cada de los noventa caus¨® 150.000 muertos, seg¨²n el propio Buteflika, cost¨® 23.000 millones de euros y paraliz¨® el desarrollo. Hubo tambi¨¦n, seg¨²n un informe oficial, 6.146 desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad. Las organizaciones de derechos humanos triplican esa cifra.
Para pasar la p¨¢gina de la d¨¦cada roja de la violencia Buteflika propuso el mes pasado aprobar en refer¨¦ndum una Carta para la Paz y la Reconciliaci¨®n Nacional.
6.000 combatientes
Durante su primer mandato presidencial, en 1999, ya promulg¨® la llamada la ley de Concordia Civil, que incit¨® a 6.000 combatientes islamistas a entregar las armas, aunque esta cifra es puesta en duda por sus adversarios pol¨ªticos.
La Carta sobre la que los argelinos se pronunciar¨¢n ma?ana estipula que no ser¨¢n procesados los islamistas que se rindan a las autoridades, cesen en su actividad armada y entreguen las armas.
Los condenados en rebeld¨ªa tampoco tendr¨¢n que ir a la c¨¢rcel, y aquellos que se encuentren ya tras los barrotes por "apoyar el terrorismo" ser¨¢n indultados o ver¨¢n recortadas sus condenas.
No podr¨¢n, sin embargo, beneficiarse de estas medidas de clemencia "los implicados en matanzas colectivas, en violaciones y en atentados con explosivos perpetrados en lugares p¨²blicos", actos terroristas de los que la reciente historia de Argelia est¨¢ plagada. "No es una amnist¨ªa general", repite Buteflika en sus intervenciones p¨²blicas.
En cuanto a los miles de "desaparecidos" -es decir, de los militantes islamistas y sus familiares secuestrados por los servicios de seguridad argelinos-, la Carta rechaza "cualquier intento de hacer asumir por el Estado la responsabilidad del fen¨®meno". "Los actos reprobables de agentes del Estado, que han sido sancionados por la justicia cada vez que han podido ser establecidos, no pueden servir de pretexto para desacreditar al conjunto de las fuerzas del orden", concluye el texto de la Carta.
En resumen, las detenciones y ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los servicios de seguridad argelinos en el pasado quedar¨¢n impunes. El Estado indemnizar¨¢, no obstante, a "las familias cuyos miembros se han visto implicados en acciones terroristas". Pero la Carta no precisa ni las cuant¨ªas ni las modalidades de reparaci¨®n. Las indemnizaciones ser¨¢n probablemente generosas porque los ingresos de las exportaciones de petr¨®leo hacen que las arcas p¨²blicas argelinas se encuentren a rebosar.
La iniciativa presidencial de refer¨¦ndum ha sido secundada por el Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN), el antiguo partido ¨²nico cuyo control recuper¨® hace un a?o Buteflika, y de sus aliados parlamentarios del Reagrupamiento Nacional Democr¨¢tico y de los islamistas moderados del Movimiento de la Sociedad y de la Paz.
Coalici¨®n heterog¨¦nea
Por sorprendente que parezca han brindado tambi¨¦n su apoyo al presidente el peque?o Partido de los Trabajadores, de inspiraci¨®n trotskista, y algunos de los antiguos dirigentes exiliados del poderoso Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n, disuelto en 1992. La Carta les permite regresar a Argelia en libertad, pero les proh¨ªbe participar en cualquier actividad pol¨ªtica. Esta coalici¨®n heterog¨¦nea monopoliza los medios de comunicaci¨®n audiovisuales, todos ellos en manos del Estado, los polideportivos donde se celebran los actos electorales y las vallas publicitarias en las que se ve, por ejemplo, a Buteflika con una paloma de la paz posada en su mu?eca.
Entre los detractores de la Carta se encuentran partidos de oposici¨®n, organizaciones de defensa de los derechos humanos y asociaciones de familiares de desaparecidos. Pero estos sectores apenas logran hacerse o¨ªr en Argelia a trav¨¦s de los diarios independientes. Ni siquiera han obtenido autorizaci¨®n para alquilar una sala para poder celebrar un mitin.
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