Picazo dijo adi¨®s

La Feria de Oto?o comenz¨® con un triste final. A la muerte del cuarto novillo, mientras gran parte de la plaza aplaud¨ªa y unos pocos mostraban su disconformidad, el novillero Gabriel Picazo se arranc¨® con rabia la coleta, se deshizo de su cuadrilla, se dirigi¨® a los medios y, entre la sorpresa general, enterr¨® el a?adido en la arena. Volvi¨® al callej¨®n, escondi¨® la cabeza entre las tablas y solloz¨® con amargura. Acababa de decir adi¨®s a los ruedos.

Acab¨® as¨ª la carrera de un chaval con aroma de torero artista que, con toda seguridad, esperaba mucho m¨¢s de esta tarde oto?al. Se gusta, se da importancia, pero, a la hora de la verdad, su toreo emocion¨® poco. Inv¨¢lido fue su primero y el novillero no pudo impedir que la muleta saliera siempre enganchada y destemplada. Quiz¨¢, la dif¨ªcil decisi¨®n la adopt¨® en el cuarto, el m¨¢s noble de la tarde, muy franco por el lado izquierdo, al que tore¨® por naturales con gusto pero sin la hondura necesaria para emocionar a un p¨²blico poco exigente como el que ayer pobl¨® Las Ventas. Algunos naturales fueron realmente estimables, pero falt¨® la faena maciza, conjuntada y ligada. Mat¨® mal, sin apenas ganas, y despu¨¦s lleg¨® la dr¨¢stica decisi¨®n que en muchos casos ha sido una muestra de inteligencia.

Paco Ure?a sigue, pero deber¨¢ aplicarse mucho m¨¢s si quiere abrirse camino. No es que su lote, soso y descastado, fuera de premio, pero la imagen del torero fue triste, de preocupante conformismo y de escasa calidad. ?se fue el problema: que tore¨® mucho y a nadie interes¨® su labor salvo la buena estocada con la que mat¨® a su primero. Y eso es muy preocupante para el presente y el futuro de este novillero. A¨²n est¨¢ a tiempo de rectificar si tiene afici¨®n y est¨¢ dispuesto a demostrar que posee cualidades.

Sergio Serrano sali¨® convaleciente de la grave cogida que sufri¨® el pasado domingo en Algemes¨ª, y dio la impresi¨®n de no estar recuperado para un compromiso tan importante. No obstante, aunque qued¨® in¨¦dito con el capote, traz¨® un par de naturales largos y hondos ante su descastado primero. Al final le toc¨® un manso ¨¢spero con el que s¨®lo pudo mostrarse voluntarioso.