El modelo energ¨¦tico espa?ol
Es una realidad que nadie discute que el modelo energ¨¦tico global es insostenible. Es el principal responsable de las emisiones que causan el cambio clim¨¢tico que ya est¨¢ en marcha, ha provocado graves accidentes nucleares, generado inmensas cantidades de residuos nucleares, compromete la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades y jam¨¢s cubrir¨¢ la demanda de energ¨ªa leg¨ªtima de los pa¨ªses en desarrollo para su crecimiento econ¨®mico. Desde diferentes sectores e intereses se reclama un cambio, y parece evidente que el nuevo modelo debe hacerse viable y perdurable en el tiempo y que su sostenibilidad debe tener en cuenta tres principios: econ¨®mico, social y ambiental.
La principal invitada al debate sobre el modelo energ¨¦tico tiene que ser la sociedad al completo
Tambi¨¦n es incuestionable la dependencia energ¨¦tica externa de nuestro pa¨ªs: Espa?a importa gas, petr¨®leo, carb¨®n y uranio para sus centrales t¨¦rmicas y nucleares. Estos combustibles acarrean graves impactos ambientales y no aseguran el suministro en el medio y largo plazo. Ahora bien, seg¨²n todos los an¨¢lisis, lo que s¨ª nos aseguran es un alza en los precios de la energ¨ªa. Tampoco est¨¢ en discusi¨®n que el aumento desbocado de la demanda no conlleva en nuestro pa¨ªs un aumento de bienestar en t¨¦rminos de crecimiento econ¨®mico; sin embargo, agudiza la insostenibilidad de este sistema energ¨¦tico que disfrutamos al mismo tiempo que padecemos.
La soluci¨®n ante esta realidad se basa en el ahorro, la eficiencia energ¨¦tica y las energ¨ªas renovables; esto es algo que todo el mundo proclama pero que no se pone en pr¨¢ctica. Ning¨²n tipo de tecnolog¨ªa se ha abierto camino sin apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico, y las energ¨ªas limpias dif¨ªcilmente podr¨¢n avanzar si este apoyo contin¨²a estando del lado de las energ¨ªas convencionales. Mantener los ojos cerrados ante el potencial actual de estas tecnolog¨ªas, que en Espa?a podr¨ªan cubrir toda la demanda prevista para el a?o 2050 y unas 55 veces la demanda de electricidad seg¨²n el estudio m¨¢s detallado realizado hasta ahora en Espa?a, es un error de cuyas consecuencias nos trascienden como generaci¨®n.
Greenpeace tambi¨¦n es partidario de que aprovechando la, al parecer, imparable tendencia al aumento de los precios del petr¨®leo, se debata sosegadamente, con argumentos veraces y con amplia participaci¨®n de la sociedad, c¨®mo encaminar nuestro sistema energ¨¦tico hacia esa sostenibilidad de la que ahora carece.
Si queremos que el modelo energ¨¦tico de nuestro pa¨ªs sea sostenible, se deben hacer, al menos, dos cosas: abandonar la energ¨ªa nuclear y cumplir con los compromisos del Protocolo de Kioto. Ello es posible simult¨¢neamente -y ah¨ª est¨¢n los ejemplos de Alemania y Suecia para quien quiera comprobarlo- si hay voluntad pol¨ªtica para basar nuestra pol¨ªtica energ¨¦tica en la eficiencia energ¨¦tica y en las energ¨ªas renovables. Conviene recordar que ¨¦ste es el compromiso del Gobierno socialista al que pertenece el ministro Montilla. Eficiencia y renovables, aplicadas en todos los ¨¢mbitos -generaci¨®n de electricidad, transporte...-, pueden lograr reducir de forma efectiva, incluso en t¨¦rminos econ¨®micos, las emisiones de CO2. Est¨¢ demostrado que las inversiones dirigidas a promover la eficiencia energ¨¦tica son en promedio siete veces m¨¢s efectivas que las dirigidas a la energ¨ªa nuclear a la hora de evitar emisiones de CO2. Precisamente en un contexto como el actual de aumento de los precios de los combustibles, el margen para aplicar de forma econ¨®micamente eficaz programas de ahorro y eficiencia energ¨¦tica y generar con energ¨ªas renovables es a¨²n mayor que antes. ?Por qu¨¦ entonces el Gobierno mira para otro lado y se hace eco de las presiones del lobby nuclear?
Para hacer frente al cambio clim¨¢tico no podemos contar con la energ¨ªa nuclear. De hecho, en julio de 2001, en la Cumbre de Bonn del Convenio Marco de Protecci¨®n del Clima, la energ¨ªa nuclear qued¨® excluida de los mecanismos del Protocolo de Kioto, que regula las pol¨ªticas y medidas para combatir el cambio clim¨¢tico. Es m¨¢s, la energ¨ªa nuclear es el principal obst¨¢culo para lograr avanzar en ese prop¨®sito, ya que apostar por ella conlleva autom¨¢ticamente hacerlo por un modelo ineficiente y con una aportaci¨®n marginal de las renovables, que es su ant¨ªtesis energ¨¦tica.
La energ¨ªa nuclear no cumple ninguna de las premisas de la sostenibilidad: ni es econ¨®micamente eficaz, ni es medioambientalmente aceptable, ni es socialmente equitativa. No incidiremos en su innegable peligrosidad, la tragedia de Chern¨®bil ya puso punto final al debate sobre la seguridad de las centrales nucleares. Ni en su rotundo fracaso econ¨®mico: a pesar de la enorme cantidad de subsidios que ha recibido y recibe, la energ¨ªa nuclear ha perdido la batalla de la competitividad econ¨®mica en unos mercados energ¨¦ticos cada vez m¨¢s liberalizados. El mero hecho de la generaci¨®n de residuos radiactivos por parte de las centrales nucleares (para los que la industria at¨®mica, en sus m¨¢s de 50 a?os de vida, no ha logrado encontrar una soluci¨®n satisfactoria) es el paradigma de su insostenibilidad. Las centrales nucleares, cuya vida ¨²til productiva ronda los 30 a?os, genera inexorablemente unos residuos cuya peligrosidad se prolongar¨¢ durante muchas decenas de miles de a?os y con los que no se sabe qu¨¦ hacer. La gesti¨®n de estos residuos, s¨®lo en Espa?a, costar¨¢ a los ciudadanos m¨¢s de 12.000 millones de euros, seg¨²n los datos de la propia Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa). S¨®lo con estos datos en la mano, ?c¨®mo se atreve la industria nuclear a afirmar que ¨¦sta es una energ¨ªa limpia y barata?
El debate sobre el modelo energ¨¦tico es necesario y demuestra que es un modelo caduco por motivos de equidad, por problemas medioambientales, econ¨®micos y geopol¨ªticos, y que tiene consecuencias en la actualidad e implicaciones en el futuro a muy largo plazo. Por ello, la principal invitada a este debate tiene que ser la sociedad al completo, y los intereses a los que debe servir el Gobierno que la representa son los de esta ciudadan¨ªa. No existe ninguna raz¨®n econ¨®mica que pueda justificar el incumplimiento de las obligaciones legales de este pa¨ªs, como es el Protocolo de Kioto, los compromisos pol¨ªticos de sus representantes y la responsabilidad de la sociedad en su conjunto con las generaciones futuras.
El debate debe velar por que en el futuro se disponga de recursos energ¨¦ticos como los que ahora disfrutamos, evitar los m¨²ltiples impactos negativos sobre el medio ambiente que causa la producci¨®n y consumo de la energ¨ªa, y mantener la solidaridad con una parte muy importante de la humanidad, que no disfruta de ellos. Por ello, no se puede permitir que los intereses de las dos grandes compa?¨ªas de el¨¦ctricas espa?olas nos hurten el verdadero debate para conseguir un modelo sostenible, que no es otro que un sistema eficiente y cien por cien renovable.
Juan L¨®pez de Uralde es director ejecutivo de Greenpeace Espa?a.
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