El Papa dibuja un panorama apocal¨ªptico por proscribir a Dios de la vida p¨²blica
Benedicto XVI, al s¨ªnodo: "No existir¨¢ justicia all¨ª donde el hombre se alza en ¨²nico se?or"
Jabal¨ªes devastando la vi?a, vinagre en lugar de buen vino, derramamiento de sangre y opresi¨®n, injusticias e hipocres¨ªa. Seis meses despu¨¦s de sentarse en la silla de Pedro, Benedicto XVI retom¨® ayer el discurso apocal¨ªptico con que abri¨® el c¨®nclave de cardenales que le eligi¨® m¨¢ximo pont¨ªfice del catolicismo en abril. La ocasi¨®n esta vez ha sido la apertura del S¨ªnodo de los Obispos, una especie de peque?o concilio reunido en Roma hasta el d¨ªa 23. El tema a debatir es la eucarist¨ªa, pero es seguro que los casi 350 prelados llegados desde 118 pa¨ªses abordar¨¢n tambi¨¦n la creciente crisis de vocaciones sacerdotales y la cada d¨ªa menor participaci¨®n de fieles en este y otros sacramentos centrales de esa confesi¨®n religiosa.
Si la libertad se impone en el aula conciliar, se debatir¨¢ incluso sobre el sacerdocio de la mujer y el problema de los curas casados a causa de la ley del celibato obligatorio en la Iglesia latina.
El evangelio del d¨ªa y la lectura del profeta Isa¨ªas tra¨ªan a colaci¨®n ayer algunas de las grandes met¨¢foras del imaginario cat¨®lico: la vi?a del Se?or, el cultivo de la vid, aquella boda en Can¨¢ donde el fundador cristiano convirti¨® agua en excelente (y abundante) vino... El Papa concelebraba la misa con 55 cardenales, 7 patriarcas orientales, 59 arzobispos, 123 obispos, 40 presb¨ªteros, cuatro oyentes y 37 colaboradores (es decir: todos los padres sinodales, a excepci¨®n de los prelados chinos a los que el Gobierno de su pa¨ªs ha prohibido viajar a Roma), e inici¨® su homil¨ªa justo despu¨¦s de esas lecturas, con bello optimismo. "El vino alegra el coraz¨®n, representa la exquisitez de la creaci¨®n, nos da la alegr¨ªa con la que vamos m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de lo cotidiano", dijo despu¨¦s de ponderar tambi¨¦n la importancia vital del pan y el agua. Fue s¨®lo el primer p¨¢rrafo, para subrayar que "Dios quiere ser amado". Inmediatamente lament¨® que la uva esperada por el creador sea ahora "uva selv¨¢tica", m¨¢s vinagre que vino.
"La uva buena que Dios se esperaba habr¨ªa consistido en la justicia y la rectitud", seg¨²n Benedicto XVI. En cambio, s¨®lo madura "uva selv¨¢tica: la violencia, el derramamiento de sangre y la opresi¨®n, que hacen gemir a la gente bajo el yugo de la injusticia". M¨¢s tarde el Papa reflexion¨® sobre el ego¨ªsmo ( "la vid produce uva buena, pero los vi?adores se la quedan para ellos"), y tambi¨¦n sobre el hecho de que los vi?adores "no quieran tener un due?o", una imagen que en principio parec¨ªa defensa de la propiedad privada, pero que pronto el Papa convirti¨® en met¨¢fora del abandono de Dios y las consecuencias de esa apostas¨ªa. Dijo: "Queremos ser los ¨²nicos propietarios en primera persona. Queremos poseer el mundo y nuestra propia vida de manera ilimitada. Dios es un obst¨¢culo. O se hace de ¨¦l una simple frase devota, o lo negamos del todo, proscrito de la vida p¨²blica hasta el punto de perder todo el significado. La tolerancia que, por as¨ª decirlo, admite a Dios como opini¨®n privada pero lo niega p¨²blicamente, la realidad del mundo y de nuestra vida, no es tolerancia sino hipocres¨ªa".
En un mundo que levanta telones de acero y muros para impedir que los hambrientos y oprimidos escapen de su situaci¨®n, Benedicto XVI quiso dejar claro a qui¨¦nes estaba aludiendo: a Europa y a Occidente "en general", tambi¨¦n a la Iglesia de este continente, pese a hablar, en la imponente Bas¨ªlica Patrialcal Vaticana, ante una mayor¨ªa de prelados llegados de otras tierras mucho m¨¢s desafortunadas, entre ellos medio centenar de africanos.
Europa est¨¢ representada aqu¨ª por 95 jerarcas, entre ellos los espa?oles Antonio Mar¨ªa Rouco, cardenal de Madrid; Ricardo Bl¨¢zquez, obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola; y los m¨¢ximos dirigentes de los tres movimientos m¨¢s influyentes en la muy conservadora Curia vaticana: el obispo Javier Echevarr¨ªa, prelado del Opus Dei; el seglar Kiko Arg¨¹ello, fundador del Camino Neocatecumenal (los famosos Kikos); y el sacerdote Julio Carr¨®n, presidente del Comuni¨®n y Liberaci¨®n.
La met¨¢fora del Papa que abri¨® el p¨¢rrafo de responsabilidades son¨® como un bofet¨®n, ante la majestuosa y muy enriquecida tumba de san Pedro. Primero dijo que la vi?a del Se?or, que tanto promet¨ªa, se ha transformado "en un terreno devastado por jabal¨ªes"; despu¨¦s advirti¨® de que no puede haber justicia "all¨ª donde el hombre se alza en ¨²nico se?or del mundo, sino s¨®lo el arbitrio del poder y de los intereses"; y finalmente lament¨® que se haya echado de la vi?a, y matado despu¨¦s, al hijo del se?or, con las consecuencias que ya predijo Isa¨ªas: "grandes guerras y exilios", la destrucci¨®n de Jerusal¨¦n en el a?o 70, etc¨¦tera. Fue aqu¨ª cuando el Papa cit¨® un texto del Apocalipsis: "La amenaza del juicio tambi¨¦n nos afecta a nosotros, a la Iglesia en Europa, y a Occidente en general. El se?or grita tambi¨¦n en nuestros o¨ªdos las palabras que dirigi¨® a la Iglesia de ?feso: 'Ir¨¦ donde ti y cambiar¨¦ de su lugar tu candelero, si no te arrepientes".
"Llegados a este punto", dijo el Papa antes de llegar al final de su contundente homil¨ªa, he aqu¨ª la pregunta: "?No hay ninguna promesa, ninguna esperanza en la lectura de la p¨¢gina evang¨¦lica de hoy?" ?Es la amenaza la ¨²nica palabra? Benedicto XVI contest¨® con una exclamaci¨®n ("?No!"), y remiti¨® el consuelo a una nueva met¨¢fora de vi?edo, citando el evangelio de san Juan: "Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en m¨ª y yo en ¨¦l, ese da mucho fruto". La tesis del Papa es que "Dios no fracasa", que "la muerte del hijo no es el final de la historia", y que "la presencia" de ambas ideas hace indestructible a quien crea.
Ah¨ª cifr¨® toda posible esperanza, antes de concluir con unas muy breves anotaciones sobre el s¨ªnodo que ayer comenz¨®. "No s¨®lo digamos cosas bellas sobre la eucarist¨ªa en estas tres semanas, sino que sobre todo vivamos con fuerza para ayudar al mundo a que se convierta, en Cristo y con Cristo, en la vid fecunda de Dios. Am¨¦n".
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