'Asustaviejas'
Pas¨¦ hace unos d¨ªas por la plaza del Dos de Mayo, acelerado coraz¨®n de Malasa?a, escenario de gloriosa y patri¨®tica escabechina en 1808 y, a partir de 1976, centro de todas las movidas urbanas, cuya buena, mala, fama atra¨ªa poderosamente a j¨®venes y osados turistas de las m¨¢s variadas autonom¨ªas y nacionalidades, sede de tumultuosos botellones y acogedor oasis para "camellos" al detall. Luc¨ªa el sol y en la que fuera plaza dura y asilvestrada jugaban los ni?os en, milagrosamente inc¨®lumes, columpios, balancines y toboganes, tomaban el sol pac¨ªficos jubilados y todas las botellas estaban sobre las mesas de las terrazas y no rodadas por tierra. Quiz¨¢s fuera una ilusi¨®n ¨®ptica, un espejismo, pero incluso me pareci¨® que casi no hab¨ªa papeles por el suelo y que el piar de los gorriones se abr¨ªa paso entre el rumor moderado de los corrillos, sin m¨¢s salidas de tono que las voces de alarma de algunas madres protectoras: "Jonathan, no te subas ah¨ª" y "Jessica, deja de tirarle del pelo a Sharon".
A qu¨¦ se debe, me pregunt¨¦, esta metamorfosis, ?es un triunfo personal de Gallard¨®n? ?Una consecuencia de la lucha del movimiento vecinal? No, me respond¨ª de inmediato, el cambio de la plaza y de su entorno se ha producido gracias a la acci¨®n reiterada y prolongada de unos profesionales incomprendidos y menospreciados con el despectivo de asustaviejas, en realidad, t¨¦cnicos de intimidaci¨®n a domicilio, acosadores inmobiliarios diplomados. El t¨¦rmino asustaviejas se acu?¨® en C¨¢diz, cuna de felices invenciones ling¨¹¨ªsticas, para denominar a los individuos, generalmente de mala catadura, contratados por caseros y promotores inmobiliarios sin escr¨²pulos para "liberar" sus viviendas de inquilinos de renta antigua y sustituirlos por flamantes propietarios de apartamentos y pisos rehabilitados. Aunque la denominaci¨®n sea nueva, el oficio no lo es tanto, en el centro de Madrid, por ejemplo, lleva d¨¦cadas en auge y por estos pagos del Dos de Mayo corren numerosas y truculentas an¨¦cdotas sobre la actividad del mobbing inmobiliario, un sector que ha experimentado una profunda renovaci¨®n desde los tiempos en los que los caseros usaban m¨¦todos artesanales, limit¨¢ndose a hacer peoras en sus edificios y colaborando activamente en la degradaci¨®n de sus propiedades. Burdas artima?as ante la sofisticaci¨®n de los asustaviejas de hoy, creadores, por ejemplo del truco de la ONG, consistente en montar en sus pisos albergues gratuitos para inmigrantes, muchos inmigrantes en pocos metros y con menos servicios, o residencias para ancianas afectadas por el s¨ªndrome de Di¨®genes, acumulaci¨®n compulsiva de basuras urbanas.
En la plaza del Dos de Mayo y su entorno, se ve¨ªan desde los a?os ochenta, edificios semiabandonados, con las puertas de par en par, sin bombillas en la escalera com¨²n y plagados de trampas, en los que veteranos inquilinos de renta antigua conviv¨ªan con traficantes y consumidores de hero¨ªna, comunas de percusionistas, harekrisnas cantores y ratas orondas. Un m¨¦todo bastante salvaje, un proceso demasiado largo para desprenderse de los "bichos" antes de habilitar nuevas madrigueras, un m¨¦todo perverso que contaba con la m¨¢s absoluta indiferencia de los guardianes del orden p¨²blico que dejaban pasar y dejaban hacer.
La limpieza llevada a cabo por los asustaviejas y sus patronos ha cambiado la imagen de la plaza despu¨¦s de haber acabado con todo "bicho" viviente y residente de contrato antiguo. Las obras con sus maquinarias, sus andamios y sus estruendos, contribuyeron a desalojar a los vecinos m¨¢s resistentes que aguantaron a pie de obra la rehabilitaci¨®n de sus edificios, sus alarmas y sus incomodidades. Una vez culminada con ¨¦xito la operaci¨®n y para no espantar a los compradores, la autoridad municipal extrema su vigilancia y su celo sobre botellones y mogollones. Se acab¨® el "oasis", adi¨®s a los "camellos" y a los bebedores y alborotadores, si quieren hacer de las suyas s¨®lo tienen que desplazarse unos cientos de metros, hacia Desenga?o y Ballesta, nuevo territorio de "tolerancia" y nuevo fil¨®n de los abusadores. All¨ª podr¨¢n ejercer a sus anchas como asustaviejas sin paga hasta que una nueva "rehabilitaci¨®n" les obligue a buscar nuevos escenarios urbanos para sus correr¨ªas.
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