Hampa y ping¨¹ino
No tratan de cr¨ªmenes, sino de vida criminal, las novelas del ucranio Andr¨¦i Kurkov (San Petersburgo, 1961), hijo de rusos que vive en Kiev. El crimen es lo normal en el mundo imaginario de Kurkov, la Ucrania de estos a?os, todav¨ªa postsovi¨¦tica. Los h¨¦roes de Kurkov son V¨ªktor Zolotaryov, escritor siempre empezando, y su ping¨¹ino, Misha, regalo de un zoo que reparte animales hambrientos en el pa¨ªs en bancarrota: estamos en Muerte con ping¨¹ino (Smert Postoronnego, 1996; en espa?ol, casi literalmente, Muerte de desconocidos). V¨ªktor redacta notas necrol¨®gicas para un peri¨®dico de la capital, epitafios anticipados para gente notable, a¨²n viva, futuros difuntos, secretarios de Estado, diputados, generales, banqueros, empresarios, bandidos y cantantes de ¨®pera, importantes todos, interesantes. Es una pena que no est¨¦n muertos y V¨ªktor siga siendo un autor in¨¦dito.
Entonces empiezan a morir r¨¢pidamente los vivos obituarizados. Caen por una ventana, o abatidos a tiro limpio, o por bomba o estrangulamiento, 118 asesinatos o muertes en extra?as circunstancias. Constituyen un selecto c¨ªrculo de elevada tasa de mortalidad. En el mundo de Kurkov la pol¨ªtica y la econom¨ªa son una modalidad del crimen, y la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. V¨ªktor acaba en Chechenia en Ping¨¹ino perdido (Zakon Ulitki, 2002; traducci¨®n literal: La ley del caracol), despu¨¦s de servir en Kiev a un candidato a diputado, hombre de bien, de principios, que aplica la ley del caracol, es decir, a caracol chico le toca concha chica, y a grande, grande, y las babosas no tienen futuro. La bondad tambi¨¦n es ¨²til: un buen hombre, como el candidato, puede ayudar a que el novio de tu novia, intruso en tu casa, desaparezca en un instante a mano de unos supuestos polic¨ªas.
Ser diputado significa inmu-
nidad. Ser rico da derecho a servicio de inteligencia y ej¨¦rcito propios. El ping¨¹ino coge una pulmon¨ªa en el funeral de un g¨¢nster, necesita con urgencia un trasplante de coraz¨®n y se pierde en Chechenia, donde V¨ªktor, busc¨¢ndolo, es narcotizado, golpeado y echado a los perros. El escritor resistir¨¢ en la guerra, otra vez a costa de los difuntos, esclavo ahora en un horno crematorio abastecido de cuerpos rusos y chechenos, muertos y vivos, por los que se bebe mientras arden y nieva en un calor de sauna. En situaciones s¨®rdidas y extremas s¨®lo se vive s¨®rdidamente, en los extremos. El mundo de Andr¨¦i Kurkov es supersticioso, patriarcal, sentimental, brutal y bastante alcoh¨®lico, alimentado con patatas y algo de salchich¨®n.
No encierra misterios criminales, sino una moralidad criminal, universal, de hampa por todas partes, como si la privatizaci¨®n de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica resumiera de modo sangrante y grotesco el origen cruel de toda propiedad privada. El ping¨¹ino, deprimido, enfermo, despistado, fuera de sitio, inc¨®modo, es aqu¨ª lo m¨¢s parecido a una persona decente. El talento de Andr¨¦i Kurkov, grande, consigue atravesar ¨¢gil, alegremente, con buen humor y buenos sentimientos, como en una comedia dom¨¦stica, la triste feria de barbaridades.
Muerte con ping¨¹ino. Andr¨¦i Kurkov. Traducci¨®n de Mercedes Fern¨¢ndez Cuesta y Mario Grande. El Tercer Hombre. Madrid, 2005. 226 p¨¢ginas. 17 euros. Ping¨¹ino perdido. Andr¨¦i Kurkov. Traducci¨®n de Mercedes Fern¨¢ndez Cuesta y Mario Grande. El Tercer Hombre. Madrid, 2005. 254 p¨¢ginas. 17 euros.
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