Tsai Ming-lian, un s¨®lido aspirante a premio
Viene avalado por su habitual comparecencia en todos los grandes festivales internacionales, especialmente el de Cannes, y, visto lo visto, no es para menos. Nacido en Malaisia, aunque afincado en Taiw¨¢n, Tsai Ming-lian lleva en su haber varias pel¨ªculas marcadas por su radical alejamiento de los modos de hacer del cine al uso y por una b¨²squeda, cada vez m¨¢s angustiosa, y tambi¨¦n angustiante, del sentido de la vida en el mundo contempor¨¢neo.
En su esplendorosa, y sin embargo tan dura de ver El sabor de la sand¨ªa, su diagn¨®stico no puede ser m¨¢s inapelable: vivimos en un universo en el que la palabra no tiene ya ning¨²n sentido, en el que s¨®lo quedan los instintos primarios y en el que el sexo es la m¨¢s obscena y terrible de las mercader¨ªas. Hay que insistir sobre que estamos ante un filme adusto y tremendo, desencantado, con vertiginosos cambios de registro y con uno de los finales m¨¢s espantosos que este cronista haya visto en a?os. Lo adivin¨® el lector: estamos tambi¨¦n ante la primera verdadera candidata a alzarse con los mayores premios de este Sitges pasado por agua.
Tambi¨¦n ejemplar, a su manera, resulta Yes, interesante nueva incursi¨®n de la brit¨¢nica Sally Potter en el universo de los sentimientos, proyectada aqu¨ª en ese reducto del buen cine que es siempre la Semana de la Cr¨ªtica. Narraci¨®n de amores interculturales entre una bi¨®loga irlandesa criada en EE UU y un m¨¦dico liban¨¦s que trabaja en Londres en un restaurante, el filme, de un alto grado de estilizaci¨®n (est¨¢, por ejemplo, hablado en verso), propone un s¨®lido escenario de desencuentros presididos por el sexo, pero en el que tambi¨¦n desempe?an un papel de primer orden las diferencias culturales entre un musulm¨¢n oriental y una atea occidental. En resumen, un buen d¨ªa de cine... lo que no siempre puede decirse.
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