La madeja del terror
El argumento del relato recuerda formalmente a Los soldados de Salamina de Javier Cercas. El autor se presenta como alguien preocupado desde ni?o por el significado de los lugares incluidos en los mapas. Le intriga cierta bah¨ªa de Kara Bogaz, en principio situada entre el delta del Volga y el mar de Aral, protagonista de una de aquellas novelas heroicas sobre la construcci¨®n del socialismo en la URSS, La bah¨ªa de Kara Bogaz, de Konstantin Paustovski, m¨¢s tarde desaparecida de los mapas. Tal es el punto de partida para una apasionante investigaci¨®n en que se cruzan, cobran temporalmente autonom¨ªa y luego vuelven a fundirse distintos temas: la peripecia de Paustovski y de otros escritores en los a?os de terror bajo el estalinismo, el papel efectivamente desempe?ado por M¨¢ximo Gorki como l¨ªder carism¨¢tico y efectivo de los escritores rusos tras su regreso a la patria, y en fin los desastres provocados por una pol¨ªtica orientada en principio a fundar una nueva humanidad sobre una nueva naturaleza. La pol¨ªtica de insensata transformaci¨®n revolucionaria del medio que ha acabado con el mar de Aral y dej¨® a Kara Bogaz convertida en unas ruinas des¨¦rticas.
INGENIEROS DEL ALMA
Frank Westerman
Traducci¨®n de I. C. Lorda y G. de Sterck
Siruela. Madrid, 2005
318 p¨¢ginas. 22,50 euros
La b¨²squeda emprendida por
Westerman, periodista durante a?os en Mosc¨², tiene por resultado ofrecernos una de las m¨¢s l¨²cidas disecciones del sistema estaliniano, en el punto de encuentro del libro de Martin Amis y de la indagaci¨®n de archivos sobre intelectuales en la URSS que inaugurara Shentalinski. Gorki no es ¨²nicamente el instrumento de la pretensi¨®n de Stalin, consistente en hacer de los escritores "ingenieros del alma", encargados de imponer por otros medios los valores y los objetivos de su concepto del comunismo, configurando el homo sovieticus. "Nuestros tanques son in¨²tiles" -explica Stalin-, "cuando quienes los conducen son almas de barro. La producci¨®n de almas es m¨¢s importante que la producci¨®n de tanques...". Gorka, El Amargo, es tambi¨¦n el ejemplo viviente de c¨®mo un intelectual se niega a s¨ª mismo, hasta lo grotesco, al asumir la subordinaci¨®n a Stalin y convertirse en correa de transmisi¨®n de las directrices del tirano hacia unos compa?eros de oficio cuyas vidas desembocar¨¢n una y otra vez en la tragedia. El seguimiento de la trayectoria vital de Paustovski, a fin de cuentas un superviviente, permite al lector asistir a los sucesivos hundimientos de quienes por una u otra raz¨®n incumplieron la tarea que les asignara Stalin.
Destrucci¨®n de los hombres,
destrucci¨®n de la inteligencia, destrucci¨®n de la naturaleza. Destrucci¨®n de los libros considerados por la agencia de censura "pol¨ªticamente perjudiciales" o "de ning¨²n valor para el lector sovi¨¦tico": casi 25 millones de ejemplares destruidos entre 1938 y 1939. La conjunci¨®n de esos procesos tiene por emblema monstruosa y criminal empresa de la construcci¨®n del canal Belomor, destinado a unir Leningrado y el mar Blanco. En palabras de M¨¢ximo Gorki, quien lo visit¨® y prolog¨® el libro dedicado a ensalzar la obra, era el tema principal "que debe inspirarnos a nosotros, los escritores". La realidad era y hab¨ªa de ser otra. Construido con la mano de obra esclava de 126.000 presos, sin apenas instrumentos de trabajo, que tuvieron que excavar 227 kil¨®metros en unos meses, el canal result¨® pr¨¢cticamente in¨²til. "Os hab¨¦is transformado en nuevas personas", dijo Gorki a los destrozados supervivientes.
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