El alma provisional del Caribe
Los par¨¢metros europeos son a veces insuficientes para comprender la realidad del tr¨®pico
Dejemos por un momento la pol¨ªtica: es imposible entender Cuba y a los cubanos fuera de su contexto caribe?o. A esta regi¨®n, es sabido, llegaron en tromba espa?oles, ingleses, holandeses, franceses; y con ellos, africanos esclavos, tan diversos como los europeos, tra¨ªdos de Congo, de Nigeria, de Angola, en el Atl¨¢ntico, y tambi¨¦n de los puertos de Zanz¨ªbar y Mozambique, en el oc¨¦ano ?ndico. En apenas cuatro siglos se reunieron en esta isla de extensi¨®n un poco mayor que Andaluc¨ªa, indios precolombinos, negros, blancos y tambi¨¦n una importante emigraci¨®n china. Este ajiaco de razas y culturas, batido por la fuerza del mar y de los huracanes, es el fundamento del Caribe: mezcla, explosi¨®n de colores, provisionalidad, humo de tabaco, pulsiones, fantas¨ªa, magia negra.
Una regi¨®n azotada por huracanes y tormentas sociales genera una psicolog¨ªa peculiar
"La idea europea de lo que es il¨®gico no es aplicable a nuestro contexto", dice Walcott
Hace alg¨²n tiempo, antes de comenzar una entrevista sobre m¨²sica, el escritor colombiano Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez me ped¨ªa "aparcar" el "eurocentrismo" si en verdad quer¨ªa comprender algo. Se asombraba Gabo de que a los europeos nos asombrara tanto el realismo m¨¢gico: "Para nosotros es realismo simplemente, sin adjetivos".
Seg¨²n el premio Nobel, "los europeos, y sobre todo los cartesianos, han creado unos m¨¢rgenes para la realidad tan estrechos que lo que no cabe dentro de eso, no lo creen, consideran que es totalmente inveros¨ªmil, y aun cuando lo est¨¢n viendo les queda al menos la sospecha de que no es as¨ª". "En el Caribe", afirmaba, "no existen esos l¨ªmites, nosotros creemos que la realidad va much¨ªsimo m¨¢s all¨¢ de las fronteras que les han puesto los europeos".
Otro Nobel de Literatura, Derek Walcott, tambi¨¦n caribe?o, ha intentado explicar c¨®mo en esta parte del mundo "el tiempo est¨¢ influido por la ausencia de estaciones". "Vivimos en un eterno verano. La idea del fin, la idea de la muerte, la idea de la historia, todo est¨¢ influido por esa irrealidad del calendario. Nosotros no dividimos, y esto hace que nuestra actitud, nuestra forma de vida sea m¨¢s exuberante, m¨¢s alegre. La idea europea de lo que es il¨®gico, del tiempo, en definitiva, de la historia, no es aplicable a nuestro contexto, a la geograf¨ªa y a la historia del Caribe".
Tanto Walcott como Garc¨ªa M¨¢rquez vienen a advertir de que cuando desde Europa nos acercamos a la realidad caribe?a, muchas veces lo hacemos con prejuicios, tratando de aplicar patrones europeos a circunstancias que se nos escapan. En la literatura es evidente el desfase. A los de por ac¨¢ les es mucho m¨¢s f¨¢cil creer que por una maldici¨®n de familia alguien nazca con rabo de cerdo, o que un esclavo acorralado puede convertirse en p¨¢jaro para huir de sus persecutores. Y lo mismo pasa con la vida.
En Cuba, que es Caribe al cuadrado, con socialismo y partido ¨²nico incluidos, un ministro de Relaciones Exteriores recurre a la brujer¨ªa para entrar al politbur¨® del Partido Comunista, por definici¨®n marxista-leninista y ateo, y nadie se sorprende. Del mismo modo, vivir en una regi¨®n que es azotada peri¨®dicamente por huracanes y por tormentas sociales de fuerza no menos devastadora, genera una psicolog¨ªa peculiar. En el Caribe y en Cuba, donde la temporada cicl¨®nica comienza en mayo y el peligro no se esfuma hasta noviembre, siempre est¨¢s a expensas de perderlo todo, si no es este a?o puede ser el pr¨®ximo. No depende de uno evitarlo.
Esto afecta tanto a las personas como a las pol¨ªticas de Estado, y hace que en toda planificaci¨®n se deje un margen amplio a la improvisaci¨®n. Que se viva el momento presente como si fuera el ¨²ltimo, sin preocuparse demasiado de ma?ana. Por un lado, esto es fuente de fuerza: siempre hay que estar listo para empezar de cero sin que ello signifique el fin del mundo. Por otro, es debilidad: hace que la gente se conforme y se acomode a lo que venga, como si fuera imposible tratar de cambiar la realidad, y tampoco mereciera la pena protestar, ni intentarlo.
Cuba es una isla en el Caribe. Las islas de las Antillanas, y tambi¨¦n M¨¦xico, Belice, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Panam¨¢, Colombia y Venezuela comparten ese mismo mar, en el que todo es provisional aunque nada cambie en cincuenta a?os. Con independencia de valoraciones ¨¦ticas o pol¨ªticas sobre el sistema de un determinado pa¨ªs, lo que dicen Garc¨ªa M¨¢rquez y Walcott es que para comprender el alma del Caribe hay que aprender a mirar la realidad de otro modo. No se trata de justificaciones, es una cuesti¨®n de perspectivas.
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