"Somos esclavos de las emociones y del entorno"
El neur¨®logo Ant¨®nio Dam¨¢sio (Lisboa, 1944), catedr¨¢tico y director del departamento de Neurolog¨ªa de la Universidad de Iowa (EE UU) y profesor del Instituto Salk de La Jolla, de California, recibe hoy en Oviedo el premio Pr¨ªncipe de Asturias por sus contribuciones a la comprensi¨®n de las ¨¢reas cerebrales que est¨¢n involucradas en la toma de decisiones y la conducta, y en particular en los procesos de emoci¨®n y elaboraci¨®n de sentimientos, pero tambi¨¦n en la memoria y el lenguaje. Dam¨¢sio asegur¨® en Oviedo que "la decisi¨®n correcta exige emoci¨®n, conocimiento y raz¨®n".
Pregunta. ?Somos tan racionales como pretendemos?
Respuesta. No. No somos racionales de forma natural. Tenemos la posibilidad de serlo pero mediante un tremendo esfuerzo personal y merced a un contexto social y cultural que contribuye a hacerlo posible. Somos esclavos de las emociones y del entorno. Ser racionales es posible si controlamos las emociones negativas y potenciamos las positivas.
"La toma de decisiones correctas exige tres elementos: emoci¨®n, conocimiento y raz¨®n, que deben manejarse en equilibrio"
"Para dirimir qu¨¦ es correcto y qu¨¦ no, y para conocer los riesgos, necesitamos sobre todo educaci¨®n de calidad"
P. ?C¨®mo es posible hacerlo?
R. Lo abordo en mi ¨²ltimo libro, En busca de Spinoza (Editorial Cr¨ªtica). Porque la cuesti¨®n tiene mucho que ver con la filosof¨ªa y la ¨¦tica de Spinoza, quien ya se plante¨® c¨®mo controlar las emociones negativas y fortalecer las positivas. Spinoza no ten¨ªa conocimientos cient¨ªficos, pero fue capaz de vislumbrar el futuro. Ambos tipos de emociones -las positivas y las negativas- existen y nuestra racionalidad depende del equilibrio entre ambas. Hoy la neurobiolog¨ªa nos da los instrumentos necesarios para comprender lo que ocurre en el cerebro y qu¨¦ factores desencadenan esas emociones.
P. Esa capacidad replantea el eterno problema ¨¦tico de qu¨¦ uso de la ciencia es correcto y cu¨¢l innoble, y d¨®nde est¨¢ la frontera.
R. Hay que implicar a la ciudadan¨ªa formada en este debate y que sea la propia sociedad informada la que decida qu¨¦ usos de los descubrimientos cient¨ªficos son aceptables. Pero este mismo dilema se plantea tambi¨¦n sobre el uso correcto o incorrecto de los medios de comunicaci¨®n, del ocio y de otros aspectos de nuestra sociedad. Para dirimir qu¨¦ es correcto y qu¨¦ no, y para conocer los riesgos, necesitamos sobre todo educaci¨®n de calidad. En ello debe implicarse la escuela, los medios de comunicaci¨®n, el mundo acad¨¦mico y los propios cient¨ªficos.
P. Usted plantea que el individuo hace una primera aproximaci¨®n de forma emotiva, y s¨®lo luego la comprueba y en su caso corrige de forma racional sopesando las opciones. ?Son imprescindibles ambas pautas y, de faltar una de ambas, estamos ante una anomal¨ªa?
R. Tradicionalmente se pensaba que las decisiones correctas deb¨ªan tomarse sin que intervinieran las emociones, bas¨¢ndose s¨®lo en la raz¨®n y la racionalidad. Pero yo sostengo que las decisiones correctas exigen tres elementos: emoci¨®n, conocimiento y raz¨®n, y que deben manejarse en equilibrio y mediante una "negociaci¨®n" entre el abanico de posibilidades que permiten. La emoci¨®n est¨¢ ah¨ª para recordarnos decisiones pasadas, buenas o malas, y sus consecuencias. La emoci¨®n es una muleta que nos ayuda a elegir entre opciones y posibilidades, y que se complementa con el conocimiento y la raz¨®n.
P. ?Ten¨ªa raz¨®n, entonces, Pascal cuando sosten¨ªa que el coraz¨®n tiene razones que la raz¨®n no comprende?
R. S¨ª. Us¨¦ esa cita en mi primer libro, El error de Descartes, para poner de manifiesto la intuici¨®n de Pascal sobre el valor de las emociones y c¨®mo nos ayudan a tomar decisiones y a desarrollarnos con m¨¢s humanidad.
P. ?Estamos cada uno de nosotros programados de antemano para ser m¨¢s o menos sociables, o altruistas?
R. No. Todos somos muy similares y a la vez muy singulares. Tenemos unos rasgos de comportamiento y de personalidad comunes, pero a la vez somos ¨²nicos e irrepetibles como consecuencia de nuestro singular proceso de desarrollo y de nuestra biolog¨ªa, que marca tendencias. Todo ello es el resultado de variaciones naturales y de nuestro desarrollo, en el que estamos condicionados por el entorno: el medio en el que estamos inmersos tambi¨¦n puede influirnos.
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