Lisboa II
La aprobaci¨®n en marzo de 2000 de la Agenda de Lisboa parec¨ªa suponer el comienzo de la soluci¨®n a los problemas de dinamismo y competitividad de Europa. No obstante, la evaluaci¨®n de su progreso en cinco a?os puede considerarse un fracaso. Las razones parecen claras: la gran diversidad de objetivos (desde la competitividad hasta el respeto del medio ambiente y la preservaci¨®n del modelo social europeo), el d¨¦bil compromiso de los Gobiernos nacionales, la falta de peer pressure (presi¨®n por parte del resto de pa¨ªses) y la pobre comunicaci¨®n de los beneficios de las reformas a emprender. Sin embargo, la globalizaci¨®n y el envejecimiento de la poblaci¨®n hacen ineludibles las reformas estructurales para mantener el bienestar en Europa. Por ello, el Consejo Europeo de marzo reactiv¨® la "Estrategia de Lisboa", d¨¢ndole una segunda oportunidad. ?Funcionar¨¢ esta vez?
M¨¢s vale tarde que nunca. La Agenda de Lisboa es ahora a¨²n m¨¢s necesaria que en marzo de 2000, esperemos que esta vez vaya en serio
En esta segunda etapa se est¨¢ respondiendo a algunas deficiencias descritas. As¨ª, los esfuerzos se van a concentrar en dos objetivos, crecimiento y creaci¨®n de empleo. El compromiso de los gobiernos se refleja en el nombramiento de un "mister Lisboa" nacional. Adem¨¢s, cada pa¨ªs se comprometi¨® a presentar ante la Comisi¨®n Europea, antes del 15 de octubre, sus planes de acci¨®n, cuyo progreso ser¨¢ revisado cada a?o.
Pero en Europa siempre hay "peros". En primer lugar, la mayor¨ªa de los pa¨ªses ha esperado a ¨²ltima hora para presentar sus planes, lo que refleja la importancia que otorga al compromiso. En segundo lugar, perm¨ªtanme dudar de la eficacia de la peer pressure en Europa, dada, por ejemplo, la experiencia con la aplicaci¨®n del mecanismo sancionador ante el incumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Y en la comunicaci¨®n de los beneficios de las reformas, parece que algunas grandes econom¨ªas de Europa tropezar¨¢n de nuevo.
Por lo conocido hasta la fecha, s¨®lo se puede ser optimista a medias. Haga la prueba el lector de localizar y, si lo logra, de revisar, los planes nacionales de Francia o Italia. Europa no puede permitirse el lujo de no hacer nada. La Agenda de Lisboa es, ahora, m¨¢s necesaria que nunca. Esperemos que esta vez vaya en serio. Al menos se ha abandonado el solemne objetivo, tomado a broma casi desde el principio, de convertirse en "la econom¨ªa basada en el conocimiento m¨¢s din¨¢mica del mundo en 2010".
Manuel Balmaseda es economista jefe de Espa?a y Europa del Servicio de Estudios Econ¨®micos del BBVA.
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