Esperando a ZP
Algunos de sus colegas esperaban que en el Consejo Europeo de junio, tras el no de franceses y holandeses a la Constituci¨®n europea, Zapatero expusiera su visi¨®n de c¨®mo superar la crisis de la UE. Con Blair, era el ¨²nico referente, una ocasi¨®n para llenar el hueco de liderazgo, aunque quiz¨¢s le lleg¨® demasiado pronto. Tambi¨¦n Aznar tard¨® en entrarle, a su manera, a la UE. Zapatero decepcion¨® en Bruselas no por lo que dijo, sino por lo que no dijo en esa oportunidad perdida. Tiene otras dos: el jueves en el Consejo Europeo informal en Hampton Court (Londres), reuni¨®n algo devaluada que se centrar¨¢ sobre la respuesta de la UE al reto de la globalizaci¨®n y le servir¨¢ a Schr?der para despedirse con su testamento pol¨ªtico sobre Europa. Y en diciembre, ya con Merkel, cuando se intentar¨¢ resolver las cuentas de la UE para 2007-2010. En junio, Zapatero quiso centrarse en estas Perspectivas Financieras -en las que Espa?a perder¨¢ m¨¢s o menos fondos, pero perder¨¢-, quiz¨¢s esperando que fuera a salir. Pero no sali¨®.
Una visi¨®n europea de Zapatero, que a¨²n falta pese a los progresos en las relaciones bilaterales, podr¨ªa tener muchos r¨¦ditos dentro y fuera, aunque ahora le obsesionen, comprensiblemente, los temas nacionales. En general, persiste la creencia de que nuestros problemas tienen poco que ver con nuestra circunstancia. Pero si se dec¨ªa que "Espa?a es el problema y Europa la soluci¨®n", ahora que estamos en la UE, el diagn¨®stico puede cambiarse: en la medida en que Europa se para o se queda sin proyecto, Espa?a se ve afectada en su ser interno. Hace falta una nueva visi¨®n europea desde esta Espa?a que aprob¨® en refer¨¦ndum el Tratado Constitucional, lo que constituye un plus del que no hay nada que avergonzarse. La l¨ªnea oficial era la de esperar a las elecciones en Francia en 2007. Pero en algunos sectores de la Administraci¨®n se empiezan a abrir paso otras consideraciones, partiendo de que es muy improbable ("impossible n'est pas fran?ais") que ning¨²n futuro presidente de la vecina Rep¨²blica vuelva a someter este texto u otro demasiado parecido a un refer¨¦ndum, ni que, por tanto, un primer ministro brit¨¢nico, sueco, dan¨¦s u otro se arriesgue tambi¨¦n a hacerlo sin saber para qu¨¦. Ya se acepta que Europa est¨¢ en una crisis m¨¢s profunda que la constitucional.
El ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, habla de que ha llegado la hora de la definici¨®n final sobre los l¨ªmites del proyecto europeo, geogr¨¢ficos, sociales y otros, y tener la nueva visi¨®n preparada para 2006, la cita prevista en el propio Tratado. Tambi¨¦n de la necesidad de constituir una "masa cr¨ªtica de pa¨ªses", aunque informal, en torno a un proyecto que d¨¦ respuesta a las demandas de los ciudadanos, un grupo que volviera a tirar del carro, en el que es b¨¢sico que funcione no s¨®lo el eje franco-alem¨¢n, que pasa por horas bajas, sino el terceto con Londres.
Zapatero se encuentra en una situaci¨®n ventajosa para hacer valer algunas bazas en Hampton Court, por ejemplo, en materia de modelo socioecon¨®mico y de inmigraci¨®n. La crisis de Ceuta y Melilla ha llevado a la Comisi¨®n Europea a hablar de la protecci¨®n y control de sus fronteras exteriores, en este caso de Espa?a, y a la vez percatarse de que para luchar contra la inmigraci¨®n ilegal hay que ayudar desde la Uni¨®n a, en este caso, Marruecos y a los pa¨ªses emisores. Ya era hora. Espa?a cuenta m¨¢s para otras zonas geogr¨¢ficas si tiene m¨¢s peso en Europa, y lo tiene en la medida en que aporta algo a Europa, ya sean ideas, relaciones, medios o entusiasmo. Tras la botadura de la Alianza de las Civilizaciones, la relativa normalizaci¨®n con EE UU, la Cumbre Iberoamericana, las buenas perspectivas para la euromediterr¨¢nea en Barcelona (si no la revienta una implosi¨®n de Siria y L¨ªbano por el caso Hariri), la nueva relaci¨®n con Marruecos y la visita del presidente chino, Hu Jintao, a Espa?a, a Zapatero le queda a¨²n por empezar, sin esperar a 2006-7, la central e interminable asignatura europea. aortega@elpais.es
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