Pen¨¦lope
Es muy posible que Ulises aprovechara como excusa la tormenta que se encontr¨® de vuelta a su casa en ?taca y en vez de tardar cuatro horas tardara veinte a?os en regresar. Es muy posible, tambi¨¦n, que implorara a los dioses que se le presentase la tormenta, porque despu¨¦s de haberse convertido en el gran h¨¦roe que consigue traspasar los inexpugnables muros de Troya, vencer a sus defensores y deshacerse de la oprobiosa tutela de su jefe Agamen¨®n, volver a su peque?o reino, a la normalidad entre ovejas y cabras, dejar de ser un gran h¨¦roe, no le apetec¨ªa en absoluto. Por eso, embarc¨®, nunca mejor dicho, a sus camaradas, en una peligros¨ªsima aventura, imbuido de un esp¨ªritu aventurero llamativo, al descubrimiento del Mediterr¨¢neo. Un Mediterr¨¢neo que, por el n¨²mero de grupos que exist¨ªan apostados en la ruta para realizarle todo tipo de celadas, estaba m¨¢s que descubierto. En vez de paradores de carreteras, se ofrec¨ªan ya todo tipo de seductoras y peligrosas amenazas en la deriva de los nautas. Su descubrimiento del Mediterr¨¢neo estaba m¨¢s que descubierto, y los peligros eran ya conocidos, pero su vocaci¨®n protagonista era desmesurada.
Fue Pen¨¦lope la que, con sentido femenino, manten¨ªa la humana normalidad, manten¨ªa la hacienda y su reino, destejiendo hacia atr¨¢s el tiempo evitando que los d¨ªscolos pretendientes lo destrozaran todo. De no haber sido por ella, por su ejercicio de volver atr¨¢s y conformarse con el peque?o reino de ?taca, de luchar por su pervivencia, Ulises, cansado, nost¨¢lgico, desgarrado por haber dejado a muchos de sus compa?eros en el camino, no hubiera podido llegar a ninguna parte. Se hubiese suicidado, o buscado la muerte, que para el caso es igual, como todos sus compa?eros h¨¦roes de la mitolog¨ªa.
En ?taca, mientras Ulises cre¨ªa descubrir el Mediterr¨¢neo, las reyertas y enfrentamientos no dejaron de producirse, a pesar de que cada d¨ªa la chusma de pretendientes vaciaban la despensa de su casa. El acoso a Carrillo en la Universidad Complutense es el peor de los s¨ªntomas de c¨®mo se puede dilapidar el patrimonio del acuerdo de convivencia mientras sue?os y fantas¨ªas impelen a viajar a muchos de nuestros pol¨ªticos. Son los nietos de la tragedia, los de la Guerra Civil, inmaculados de pecados y errores, los que quieren ajustes de cuentas, cuando sus abuelos, los pocos que han sobrevivido, y, sobre todo sus padres, que padecieron su ¨²ltimo y largo acto, treinta y seis a?os de posguerra, en su escena final alcanzaron la catarsis en el abrazo con sus peores enemigos, es decir, los mejores amigos desde el final de la obra: la Constituci¨®n de 1978.
Un hito en entredicho en estos momentos y que necesita de discursos principescos o de discurso a bordo de un buque de guerra, en recuerdo de otra tragedia, la de Trafalgar, para que no se tire por la borda el esp¨ªritu, la actitud, hasta el talante, que nos permiti¨® nacer, de una vez, como una naci¨®n moderna. Que nos ha permitido un nivel de felicidad, aspiraci¨®n escrita en la Constituci¨®n de 1812, que nunca parec¨ªa que ¨ªbamos a alcanzar. Ni el acoso a Carrillo, ni el enfrentamiento en el Ayuntamiento de Getafe, ni en el Parlamento de Madrid, ni lo que va a venir, debiera romper aquel encuentro, pero la osad¨ªa de los depredadores de ?taca no tiene l¨ªmite.
Nuevo Estatut porque Ulises est¨¢ descubriendo el Mediterr¨¢neo: una Espa?a que no es sino el sumatorio de realidades nacionales perif¨¦ricas, resultado de la asunci¨®n de lo identitario frente al igualitarismo liberal. Al socaire de la tramitaci¨®n del Estatut, vistas sus posibilidades, identitario donde los haya, en nombre de la paz y de la normalizaci¨®n, el PNV desenfunda un nuevo plan Ibarretxe acoplado a la situaci¨®n. En nombre de una paz ante una guerra que nunca existi¨®, m¨¢s bien ante el terrorismo que ha erigido ETA, present¨¢ndose como mediadores de la violencia para decir de paso que no hay que darle a ETA ninguna reivindicaci¨®n pol¨ªtica, porque ahora es ¨¦l el que presenta las reivindicaciones de ETA, autodeterminaci¨®n y territorialidad. Manipulaci¨®n obscena de la violencia para solicitar para s¨ª las metas de otros, sin tener las manos manchadas, que las tiene ETA. Pero, inteligente, aparece hoy sin el car¨¢cter de imposici¨®n unilateral porque en Catalu?a se ha dado con la f¨®rmula para llegar m¨¢s lejos que con el plan Ibarretxe.
Tuvo la suerte Ulises de contar con Pen¨¦lope para encontrar ?taca. A su amigo Aquiles fue su madre la que le impeli¨® a morir como un h¨¦roe, hastiado, rencoroso y admirando al enemigo que ten¨ªa que matar. A los pol¨ªticos que nos rigen no les vendr¨ªa mal, por el bien de todos, una cierta sencillez, prudencia y admiraci¨®n a Pen¨¦lope.
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