La suerte bendice a la Real
El Getafe paga con creces sus errores y los caprichos del ¨¢rbitro
Ni en los mejores sue?os de la Real Sociedad se antojaba un partido tan dulce. Por ejemplo, que un equipo con la v¨ªtola de l¨ªder sorprendente y trabajador infatigable se arrugue a las primeras de cambio y muestre toda la humildad que se le presupon¨ªa. Conclusi¨®n: el primer gol de la Real, obra de Aranburu, fue un caso de manual de la mala defensa que practic¨® el Getafe. Y s¨®lo hab¨ªan transcurrido cuatro minutos. M¨¢s ejemplos. El segundo, de Nihat, doce minutos despu¨¦s, fue por obra y gracia de Luis Garc¨ªa, el portero, que fall¨® primero con la mano y luego con el pie, como si con un desliz no fuera suficiente. El tercero, de Xabi Prieto, lo marc¨® el ¨¢rbitro, contagiado del protagonismo de los colegiados a los que alguien les ha comido el tarro para que piten penaltis como locos. Que Puentes Leira se inventa un penalti en el Camp Nou, abducido por Ronaldinho, pues Ram¨ªrez Dominguez no iba a ser menos. Salta Kovacevic, se cae el defensa y el ¨¢rbitro penaliza su resbal¨®n con un penalti que el serbio aplaude con fruicci¨®n. En ese momento, el Getafe se dio cuenta de que, siendo pobre, por mucho que seas l¨ªder virtual, no pintas nada. Sigues siendo pobre porque nadie cree que te ha tocado la loter¨ªa primtiva.
REAL SOCIEDAD 3 - GETAFE 0
Real Sociedad: Riesgo; Rekarte, Labaka, Jauregi, Garrido; Xabi Prieto (Gabilondo, m. 83), Mikel Alonso, Novo (Barkero, m. 72), Aranburu; Nihat (Uranga, m. 61) y Kovacevic.
Getafe: Luis Garc¨ªa; Pulido, Belenguer, Tena, Pern¨ªa (Paredes, m. 78); Diego Rivas, Cubillo (Redondo, m. 46); Paunovic (Riki, m. 46), Cotelo, Gavil¨¢n; y G¨¹iza.
Goles: 1-0. M. 4. Aranburu aprovecha un error defensivo del Getafe. 2-0. M. 16. Doble fallo del portero, Luis Garc¨ªa; dispara Aranburu y Nihat empuja a la red. 3-0. M. 40. El ¨¢rbitro se inventa un penalti a Kovacevic que transforma Aranburu.
?rbitro: Ram¨ªrez Dom¨ªnguez. Amonest¨® a Belenguer y Pern¨ªa.
Unos 20.000 espectadores en Anoeta.
En verdad, el Getafe se arruin¨® pronto. Sali¨® aturdido, dudoso, demasiado apocado para la jerarqu¨ªa que defend¨ªa. Y, si a la primera cantada, la Real te hace gol, lo normal es que la humildad te salga a borbotones. Vale lo de correr, como argumento de compa?¨ªa en el f¨²tbol, pero conviene hacer algo m¨¢s. Y, mientras la Real se limitaba a combinar y disfrutar de los fallos del rival -y de un amigo, el colegiado-, el Getafe se limitaba a hacer correr a Gavil¨¢n, tan activo como mal centrador, y buscar a G¨¹iza, acostumbrado a buscarse la vida en situaciones dif¨ªciles.
Lo cierto es que la Real, sin hacer nada, se encontr¨® con tres goles que casi no hab¨ªa buscado. Y el Getafe, obligado a defender su honor en una segunda mitad en la que prevalec¨ªa el orgullo sobre la esperanza. Fue un asedio en toda regla. Herido, el Getafe funcion¨® mejor. Riki puso arte y profundidad a un equipo demasiado rutinario. Y la Real, que se sent¨ªa ganadora sin merecerlo, decidi¨® encomendarse a la t¨¢ctica del murci¨¦lago: colgarse de la porter¨ªa y despejar el bombardeo.
El f¨²tbol tiene sus caprichos, como el de premiar con una goleada el peor ejercicio de la temporada, caso de la Real, o castigar tan excesivamente a un colectivo por dos fallos y un antojo del ¨¢rbitro, caso del Getafe. Todo el asedio de la segunda mitad no fue sino un ejemplo de actitud del Getafe, un ensayo para un futuro menos luminoso y m¨¢s acorde a sus posibilidades. La Real sum¨® lo tres puntos y pas¨® la p¨¢gina. No hab¨ªa que recordar m¨¢s que la suerte y la habilidad para bendecir los regalos del rival. Para el Getafe no los hubo: ni regalos, ni suerte. Ocasiones muchas, aciertos pocos y quiz¨¢ la primera lecci¨®n en el aprendizaje del sufrimiento.
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