Esencia nocturna de Granada
Un paseo por la Alhambra y por el barrio del Albaic¨ªn
S¨®lo Dios es vencedor. Pienso en esa frase mientras atravieso la placeta de San Gregorio en direcci¨®n a Calderer¨ªa Nueva, la calle de las teter¨ªas. Vengo bajando desde el Sacromonte. A mitad de camino, en la plaza Larga, detr¨¢s del mirador de San Nicol¨¢s, par¨¦ a comer algo. No s¨¦ si habr¨¢ sido el gazpacho o la paella, o la combinaci¨®n de ambas, la que me dej¨® esta sensaci¨®n de pesadez en el est¨®mago. Seguramente en las teter¨ªas encontrar¨¦ alg¨²n brebaje que la disipe.
La frase a la que me refiero es una de las muchas que decoran los portales y las paredes de los palacios nazar¨ªes, en la Alhambra. Anoche estuve all¨ª. Sub¨ª con el ¨²ltimo autob¨²s y recorr¨ª en privilegiada soledad los cerca de 500 metros que separan la entrada de la Puerta del Vino, lugar en el que la visita da comienzo. Hab¨ªa estado antes, pero de d¨ªa. El mismo camino que mis pasos recorrieron bajo el estrellado cielo de una noche sin luna lo hab¨ªa conocido atestado de turistas. Ahora, s¨®lo los grillos se o¨ªan. La visita nocturna termina a las once y media, pero s¨®lo hasta las once bajan los autobuses, con lo que luego de esa hora son contados los visitantes que se arriesgan a descender andando. Uno de los vigilantes con el que intercambio unas palabras me recomienda vivamente esta ¨²ltima opci¨®n. La noche es agradable y decido hacerle caso. En silencio observo la Alcazaba, la imponente dureza de su muro de piedra; luego me adentro en los palacios. Discretos focos lanzan haces de luz que dibujan figuras sobre las trabajadas paredes. El patio de los Arrayanes, la torre de Comares, el sal¨®n de los Embajadores con sus vistas nocturnas del Albaic¨ªn -desde all¨ª, desde alg¨²n carmen, alguien tambi¨¦n nos est¨¢ mirando-, el patio de los Leones con sus columnas y la fuente.
El patio de los Arrayanes, la torre de Comares, el sal¨®n de los Embajadores. Una seductora visita de noche a los palacios nazar¨ªes. Y a sus pies, en el barrio de trazado ¨¢rabe, teter¨ªas y m¨²sica flamenca.
El aire quieto
La intimidad de la penumbra favorece la evocaci¨®n de alguna escena cotidiana ocurrida all¨ª hace cientos de a?os: en una noche como ¨¦sta, los pasos de Mohamed V atraviesan la estancia en direcci¨®n al har¨¦n, en donde le espera su favorita. Una luna m¨¢s resuelta que la que ahora se esconde le observa desde el cielo e ilumina la fuente. En el resto de las habitaciones, la corte descansa. En el patio, el aire est¨¢ tan quieto como hoy. Con aquellos paisajes imaginarios en las pupilas, decido dar por terminada la visita.
Los colores de las telas y las voces de los puestos anuncian el comienzo de la calle de las teter¨ªas. El aire se ve invadido por los aromas de las hierbas que se confunden con el dulzor meloso de los pasteles de hojaldre, como si de un callej¨®n de cualquier medina se tratase. El calor seco que la ciudad toma prestado de la sierra no llega a contagiar los rincones de sombra. Bajo las ramadas y los aleros, el aire es fresco y cortante; por la noche har¨¢ fr¨ªo seguramente.
Entro al azar en uno de los locales. Deambulo por varios salones antes de dar con la due?a. La pongo al tanto de mi dolencia y ella me ofrece una mezcla de hierbas que ha bautizado con el nombre de L¨¢grimas de Boabdil, las mismas que verti¨® el ¨²ltimo rey moro al entregar la llave de la ciudad a los cristianos, y las que le valieron toda la dureza de las palabras de su madre: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre".
En el Centro de Interpretaci¨®n del Sacromonte me entero de la continuaci¨®n de la historia. Parece ser que al t¨¦rmino de la dominaci¨®n musulmana, muchas familias nobles abandonaron sus tierras con la esperanza de volver un d¨ªa, y temerosos de que en el camino les robaran sus pertenencias, las escondieron entre los olivos del monte de Valpara¨ªso. Al ser liberados, sus sirvientes -de raza negra en su mayor¨ªa- se dedicaron a buscarlas y a cavar en la roca lo que pronto se convertir¨ªa en sus viviendas, las cuevas del hoy llamado barranco de los Negros. Posteriormente las compartir¨ªan con los gitanos que llegaron como herreros y caldereros acompa?ando a los ej¨¦rcitos de los Reyes Cat¨®licos. La oportuna leyenda de unos supuestos libros pl¨²mbeos que un erudito morisco falsific¨® con el fin de subrayar los rasgos comunes entre el cristianismo y el islam colabor¨® en la buena integraci¨®n pol¨ªtica e ideol¨®gica. Atribuidos a un disc¨ªpulo de san Cecilio, constituyeron la fundaci¨®n de los montes sacros, agrupados luego bajo el nombre de Sacromonte.
En el bar Eshavira
Dejo la Alhambra y bajo a la ciudad a trav¨¦s de una ladera poblada de olmos y de casta?os. Poco a poco, los ¨¢rboles van dando paso a las abigarradas pensiones de la cuesta de Gomeres. No tengo sue?o a¨²n. Atravieso la cuenca del Darro y me adentro por la calle de Elvira hasta una plaza escondida en el centro de una manzana, en donde un cartel anuncia la entrada del bar Eshavira. No hay turistas dentro, me lo hab¨ªan advertido. S¨®lo palmas y guitarras que se dejan o¨ªr entre un nutrido grupo de rostros aceitunados y de miradas hondas. En la vida hay que saber estar y saber dejar estar, me dice uno que tengo al lado. Yo asiento respetuoso y chocamos nuestros vasos.
La infusi¨®n me ha sentado bien. Salgo de nuevo a la calle. El sol ha bajado un poco, y su brillo anaranjado otorga a la estampa un aire importado de las tierras de los sultanes. Antes que los ¨¢rabes, estuvieron aqu¨ª los visigodos, y antes, los romanos y los griegos y los cartagineses. Luego vinieron los cristianos, y a saber qui¨¦n vendr¨¢ despu¨¦s. S¨®lo Dios es vencedor, proclam¨® alguna vez Zawi ben Zir¨ª, fundador de la dinast¨ªa que dar¨ªa nombre a la ¨¦poca m¨¢s gloriosa de la ciudad. Dejo la calle de las teter¨ªas, fin del recorrido. S¨®lo Dios es vencedor, pienso. Que as¨ª sea.
Javier Arg¨¹ello es autor de Siete cuentos imposibles (editorial Lumen)
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n- Oficina de turismo de Granada (www.granadatur.com; 958 225 217).- Turismo de la provincia de Granada (958 24 71 46; www.turismodegranada.org).- La Alhambra (www.alhambra.org). Horarios: billete de ma?ana, v¨¢lido de lunes a domingo, entre las 8.30 y las 14.00; billete de tarde, de lunes a domingo, de 14.00 a 18.00 (noviembre a febrero) y de 14.00 a 20.00 (entre marzo y octubre). Visita nocturna (s¨®lo incluye los palacios nazar¨ªes): de noviembre a febrero, los viernes y s¨¢bados, de 20.00 a 21.30; de marzo a octubre, martes, mi¨¦rcoles, jueves, viernes y s¨¢bado, de 22.00 a 23.30. Precios: entrada general, 10 euros; mayores de 65 a?os, 7 euros; ni?os menores de 8 a?os y discapacitados, entrada gratuita. Entradas del d¨ªa en las taquillas. Venta anticipada, a trav¨¦s del BBVA (902 22 44 60) o en www.alhambratickets.com.
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