El colectivo magreb¨ª pide coordinaci¨®n para evitar roces
Ab del Kader tuvo el valor de acudir el jueves a la asamblea vecinal contra la inseguridad ciudadana. Cogi¨® el micr¨®fono y dijo: "Nosotros tambi¨¦n estamos en contra de la delincuencia". Este marroqu¨ª originario de Oujda recal¨® en Crevillent hace 15 a?os atra¨ªdo por el comercio de alfombras. Su local en la avenida de San Vicente Ferrer, enfrente de la mezquita y del hotel Sult¨¢n, es de alquiler, como el de la inmensa mayor¨ªa de las decenas de establecimientos regentados por ¨¢rabes en este municipio. Ab del Kader acaba de iniciar los tr¨¢mites para constituir la primera asociaci¨®n de marroqu¨ªes de Crevillent. "O nos coordinamos o aqu¨ª va a pasar algo", advierte. Seg¨²n el Ayuntamiento, la falta de un interlocutor v¨¢lido en el colectivo de inmigrantes ha mermado las escasas posibilidades de integraci¨®n. Este comerciante encarna ahora, aunque a¨²n en forma embrionaria, la voz de los marroqu¨ªes de Crevillent y ha llegado incluso a oscurecer la influyente figura del im¨¢n.
"No voy a esconder que hay un problema de convivencia y que hay que poner de las dos partes para arreglarlo", explica. "El conflicto no se soluciona poniendo malas caras cuando entra un ¨¢rabe a un bar, neg¨¢ndole las consumiciones o cobr¨¢ndole muy caro para que no vuelva, como se suele hacer, porque as¨ª se fomenta el conflicto". Ab del Kader sostiene que la gran mayor¨ªa de los residentes marroqu¨ªes en Crevillent son gente pac¨ªfica y honrada que vive de su trabajo. Pero admite que algunos compatriotas se dedican a robar o a traficar con la droga. "Ahora estamos en Ramad¨¢n y a toda esa gente de las drogas y la delincuencia se les va la cabeza", comenta.
Epicentro del trapicheo
El Passeig de Sant Joant, una calle angosta perpendicular a la avenida de San Vicente Ferrer, es un reflejo de la aseveraci¨®n de Ab del Kader. La v¨ªa es el epicentro del tr¨¢fico de hach¨ªs del Baix Vialop¨®. El trapicheo es constante y r¨¢pido. Los camellos se suben a los coches de los consumidores y, en un tris tras, se consuma la transacci¨®n. El mi¨¦rcoles por la ma?ana la calle estaba limpia. A las dos de la tarde, en la esquina de Sant Joan con la avenida, dos ¨¢rabes ofrec¨ªan droga a algunos peatones. "Hach¨ªs, hach¨ªs". Unos metros m¨¢s arriba, el gerente de un comercio que prefiere no dar su nombre para evitar posibles represalias de los camellos explica: "Cada vez que se monta el l¨ªo, como el otro d¨ªa con la manifestaci¨®n y la asamblea, la mayor¨ªa de los camellos desaparecen por un tiempo. Pero ya han pasado algunos d¨ªas y empiezan a venir otra vez". A las cuatro de la tarde el n¨²mero de camellos en el Passeig de Sant Joan se ha multiplicado por tres.
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