PSC: un partido bajo fuego cruzado
Hay entre los socialistas alguien m¨¢s zapaterista que los socialistas catalanes? No, no lo hay. Los habr¨¢ tan entusiastas como ellos, pero no m¨¢s. Para los socialistas catalanes, cuyo federalismo se ha convertido en se?a de identidad, que el l¨ªder del PSOE sea un convencido predicador de la Espa?a plural resulta una inigualable bendici¨®n del cielo. Ahora, parad¨®jicamente, muchos les se?alan como responsables de que ese mismo l¨ªder, el presidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, est¨¦ cayendo en las encuestas y el PP considere que se le ha abierto el camino de retorno a La Moncloa.
?La raz¨®n? Haber suscrito y enviado a las Cortes un proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa que define a Catalu?a como una naci¨®n, entre otras propuestas que han levantado una de las mayores broncas pol¨ªticas de los ¨²ltimos a?os.
El ruido que el PP ha organizado en torno al Estatuto no les ha pillado de sorpresa. Lo que les preocupa m¨¢s es que parte de los socialistas participen en ¨¦l
Catalanes nacidos en Andaluc¨ªa ocupan hoy algunos de los principales cargos de la direcci¨®n, incluido el de primer secretario
El federalismo ha sido el cemento que ha permitido que el PSC cuajara en su seno el 'melting pot' catal¨¢n y superara as¨ª uno de sus mayores desaf¨ªos hist¨®ricos
?Qui¨¦nes son estos socialistas catalanes que han comprometido de esta forma a Zapatero? Curiosamente, los avatares de la vida han querido que cuando sobre el PSC se abate la acusaci¨®n de haber ca¨ªdo en el pecado del mal nacionalismo, el catal¨¢n, su primer secretario sea un catalanoandaluz nacido y criado en C¨®rdoba, Jos¨¦ Montilla; la vicepresidenta sea una catalanoandaluza nacida y crecida en Huelva, Manuela de Madre, y que su secretario de organizaci¨®n, Jos¨¦ Zaragoza, sea un barcelon¨¦s que tiene el castellano por lengua materna. En t¨¦rminos pol¨ªticos, tienen muy claro qui¨¦nes son. Son los federales. Y consideran que el federalismo dispone ahora de una oportunidad hist¨®rica en Espa?a.
El sino de los federalistas catalanes "es recibir el fuego cruzado de los dos nacionalismos", explica con una mezcla de pesar y orgullo el viceprimer secretario del PSC, Miquel Iceta. En esta situaci¨®n se encuentra ahora el partido de Pasqual Maragall y Jos¨¦ Montilla. Sus dirigentes lo asumen con naturalidad. Pero, claro, unos disparos les duelen m¨¢s que otros.
El esc¨¢ndalo que el PP ha organizado en torno al Estatuto no les ha pillado por sorpresa. Les inquieta, por el volumen que ha alcanzado. Lo que les preocupa m¨¢s, no obstante, es que tambi¨¦n parte de los socialistas participen de ¨¦l.
En el debate del Parlamento catal¨¢n que culmin¨® el 30 de septiembre con la aprobaci¨®n del proyecto de reforma estatutaria, Iceta, que es su portavoz en la C¨¢mara, se expres¨® con suma claridad. En esta batalla, dijo, "el partido que m¨¢s riesgos afronta es el PSC". Porque combate en el frente dom¨¦stico catal¨¢n y el general espa?ol. En este ¨²ltimo, adem¨¢s, a quien primero ha de convencer es a sus correligionarios. Puede ganar en todos los frentes, pero tambi¨¦n puede perder en todos.
No hace falta ser un dirigente del PSC para darse cuenta de que, efectivamente, su partido corre muchos riesgos. Si el Estatuto sale bien, el ¨¦xito ser¨¢ de todos, faltar¨ªa m¨¢s. Pero si sale mal, la culpa en Catalu?a ser¨¢ del PSC como partido hermano del PSOE, que habr¨¢ sido el verdugo del texto. Y como un fracaso del Estatuto ser¨ªa en realidad un fracaso de Zapatero, que, seg¨²n c¨®mo se produjera, podr¨ªa incluso acarrear la ca¨ªda de su Gobierno, tambi¨¦n a los ojos del socialismo espa?ol la culpa ser¨ªa desde el principio del PSC (y de Pasqual Maragall) por haberles arrastrado a ese juego.
Para los diputados y dirigentes del PSC, la actual tormenta es s¨®lo, sin embargo, una segunda fase. Llevan ya un buen calentamiento. La primera fase ha durado un a?o y medio, tiempo durante el que han sido blanco de los constantes ataques de sus adversarios nacionalistas de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) y de sus propios aliados, los independentistas de Esquerra Republicana (ERC). No ha pasado una semana sin encajar la acusaci¨®n de ser "la larga mano" que lleva "la tijera del PSOE" en la ponencia redactora del nuevo Estatuto. Esto es, la sospecha de servir intereses "de fuera", por lo menos.
Esta presi¨®n de los nacionalistas catalanes sobre el PSC no ha cesado ni siquiera ahora, en realidad. Pero antes se produc¨ªa en el escenario dom¨¦stico y no trascend¨ªa fuera de ¨¦l. El 30 de septiembre, sin embargo, comenz¨® una segunda fase: desde fuera de Catalu?a, desde el PP, desde una parte del PSOE y del Gobierno. A la primera acusaci¨®n se ha sumado la contraria, la de ser el caballo de Troya del nacionalismo catal¨¢n. Su duraci¨®n e intensidad son inciertas.
La c¨²pula del PSC encaja esta situaci¨®n como una servidumbre de su posici¨®n, podr¨ªa decirse que geopol¨ªtica, y la vive sin dramatismo. Aunque con mucha tensi¨®n. La olla est¨¢ en su presi¨®n m¨¢xima y s¨®lo la crisis del Gobierno tripartito inesperadamente desatada en este momento por el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, ha obligado a desviar por unos d¨ªas la atenci¨®n a otros problemas. Requerida por el fenomenal l¨ªo de la crisis de Gobierno, la vicepresidenta del partido, Manuela de Madre, tuvo incluso que aplazar esta semana una entrevista con el secretario general de UGT, C¨¢ndido M¨¦ndez, a quien quer¨ªa explicar que la caja ¨²nica de la Seguridad Social no corre peligro alguno.
Las contradicciones inherentes a esta situaci¨®n se expresan en la delegaci¨®n nombrada del Gobierno para negociar el Estatuto, uno de cuyos tres miembros es Montilla, que re¨²ne a la vez la triple condici¨®n de ministro del Gobierno -donde lleva la cartera de Industria-, vocal de la Ejecutiva del PSOE y primer secretario del PSC. Aunque es l¨®gico que sea as¨ª, razona Iceta, "porque los federales han de estar en las dos partes: en una para asegurar el autogobierno, y en la otra para garantizar la federaci¨®n, la uni¨®n".
Dos sentimientos nacionales
El federalismo, uno de cuyos m¨¢s fervientes valedores es Maragall, ha sido el cemento que ha permitido que el PSC cuajara en su seno el melting pot catal¨¢n y superara as¨ª uno de sus mayores desaf¨ªos hist¨®ricos. Es lo que en el ¨¢mbito de la izquierda ha permitido unificar en un proyecto para Espa?a los dos sentimientos nacionales distintos que coexisten en Catalu?a. Y que, metidos dentro de un partido, pod¨ªan haberse convertido en un c¨®ctel explosivo. Pero esto, que en 1978 era un riesgo cierto, se ha ido demostrando, con los a?os, como una buena apuesta. Los socialistas han ganado todas las elecciones legislativas en Catalu?a. Con Andaluc¨ªa, son el m¨¢s s¨®lido feudo del PSOE. El PSC aport¨® 21 diputados a la victoria de Zapatero en 2003.
Durante algo m¨¢s de dos d¨¦cadas, el PSC fue considerado por muchos como un partido dirigido por catalanistas de clase alta -los Joan Revent¨®s, Narc¨ªs Serra, Raimon Obiols, Pasqual Maragall, etc¨¦tera- que ten¨ªan poco menos que enga?ada a una base electoral compuesta por trabajadores procedentes de la Espa?a agraria en general y de Andaluc¨ªa en particular, llegados a Catalu?a hasta la d¨¦cada de 1970. Que, en realidad, votar¨ªan al PSC s¨®lo porque en ¨¦l ve¨ªan al PSOE.
Lo que ahora se est¨¢ viendo es que la socializaci¨®n pol¨ªtica en clave federalista, durante 27 a?os, de la base militante del PSC -24.000 afiliados, 70.000 simpatizantes inscritos- ha funcionado en las urnas. Es la historia de un ¨¦xito. El secretario de organizaci¨®n, Jos¨¦ Zaragoza, que le tiene muy bien tomado el pulso al partido, asegura estos d¨ªas que no hay "tensi¨®n nacional" dentro del PSC, "a pesar de que no falta quien hurgue desde fuera".
La composici¨®n de la actual c¨²pula del partido expresa bien este proceso. En el congreso celebrado en 2000 se produjo un relevo que no fue s¨®lo generacional. Maragall, presidente del partido, qued¨® como ¨²nica representaci¨®n de los fundadores. Los dem¨¢s son la gente de Montilla, aunque con incrustaciones de todos los matices pol¨ªticos, ideol¨®gicos y sociales. Pero el federalismo es el mismo que en la etapa de Revent¨®s y Obiols.
Ahora, sin embargo, se busca no restregar sal en la herida. En las reuniones del Consejo Nacional del partido, al que suelen asistir en torno a 200 dirigentes, se llama la atenci¨®n sobre la necesidad de no poner a Zapatero ante "situaciones imposibles".
Es lo mismo que sucede en la Ejecutiva, seg¨²n uno de sus miembros, Joan Ferran, primer secretario de la Federaci¨®n de Barcelona. "Los nuestros", dice Ferran, "nos env¨ªan constantemente el mensaje de que el Gobierno de Zapatero es un bien al que dar la m¨¢xima protecci¨®n".
Un partido distinto
El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE) es un caso ¨²nico en el socialismo espa?ol: se trata de un partido distinto del PSOE, con el que est¨¢ confederado, una situaci¨®n at¨ªpica, como m¨ªnimo. No es una de sus organizaciones territoriales, como son las federaciones del partido. Es otro partido, inscrito en 1978 como tal en el correspondiente registro, fruto de la fusi¨®n y consiguiente desaparici¨®n de varios partidos y organizaciones, una de las cuales, y no precisamente la mayor, era la Federaci¨®n Catalana del PSOE. Tiene su Consejo Nacional y su contabilidad propia, que somete al Tribunal de Cuentas del Reino.
La delegaci¨®n del PSC que acude a los congresos del PSOE tiene sus propias reglas, y una de ellas es que designa a su representante en el Comit¨¦ Ejecutivo. Esto lo sab¨ªa muy bien el viejo aparato guerrista del PSOE. Pero han tenido que aprenderlo a batacazos los nuevos dirigentes llegados con Zapatero. En el ¨²ltimo congreso del PSOE se opusieron a que Montilla formara parte de la Ejecutiva del PSOE y pensaron que pod¨ªan escoger ellos mismos a alg¨²n dirigente del PSC para ocupar esa plaza.
-O va Montilla o no va nadie -fue la respuesta de la delegaci¨®n del PSC.
-Lo buscaremos nosotros -replicaron los del PSOE.
-Es que no pod¨¦is -tuvieron que recordarles los catalanes.
Y no pod¨ªan. Porque lo impide el Protocolo de Unidad que rige las relaciones entre el PSC y el PSOE desde la fundaci¨®n del partido en 1978. Al actual secretario de organizaci¨®n del PSOE, Jos¨¦ Blanco, le ha costado lo suyo aprender que el PSC es, adem¨¢s, un bloque pol¨ªtico compacto en el que no cabe buscar un sector identificado con el PSOE y otro con el PSC. En enero de 2004, para presionar a Pasqual Maragall y a la direcci¨®n del PSC, Blanco sonde¨® a algunos alcaldes socialistas del ¨¢rea metropolitana de Barcelona acerca de su predisposici¨®n a concurrir a las elecciones bajo las siglas del PSOE. Despu¨¦s de darle calabazas, les falt¨® tiempo para advertir a Montilla sobre la maniobra.
Sometido ahora a la doble presi¨®n, el PSC conf¨ªa en que su complicidad con Zapatero, a quien prest¨® todo su apoyo en el congreso que le coloc¨® al frente del PSOE, le permita superar el envite en el que se juega el Estatuto, la puesta federal. "Lo que me anima es que Zapatero ha ligado su suerte al Estatuto. Lo conseguiremos", afirma Iceta.
La conexi¨®n andaluza
AL CONTRARIO que Montilla, el perfil de la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre Ortega (Huelva, 1954) s¨ª responde al prototipo andaluz de la extroversi¨®n, la gracia y el salero. Llegada a Catalu?a cuando contaba 12 a?os, alcanz¨® en 1991 la alcald¨ªa de Santa Coloma de Gramenet, ciudad de 123.000 habitantes pegada a Barcelona que cuenta con una elevada concentraci¨®n de poblaci¨®n de origen andaluz. Y bas¨® sus campa?as electorales ya desde las elecciones municipales de 1979 en su condici¨®n de inmigrante con un recorrido vital como el de miles de trabajadores del cintur¨®n de Barcelona.
Alcaldesa durante 11 a?os, ha sido tambi¨¦n diputada a Cortes y auton¨®mica en varias legislaturas. Durante muchos a?os fue una de las socialistas catalanas que mejor se han situado en la a menudo complicada relaci¨®n con el PSOE, hasta el punto de que form¨® parte de la comisi¨®n gestora del partido tras la dimisi¨®n de Joaqu¨ªn Almunia.
Ahora tiende puentes con el presidente de la Comisi¨®n Constitucional del Congreso que ha de dictaminar el proyecto de Estatuto catal¨¢n, Alfonso Guerra, que la ha arropado en tantos m¨ªtines en su Santa Coloma.
El poder real
JOS? MONTILLA AGUILERA (Izn¨¢jar, C¨®rdoba, 1955), ministro de Industria desde marzo de 2004 en el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, sucedi¨® en julio de 2000 a Narc¨ªs Serra en la primera secretar¨ªa del PSC, tras haber sido secretario de organizaci¨®n desde 1996. Su figura expresa a la perfecci¨®n la ascensi¨®n de los cuadros pol¨ªticos del socialismo catal¨¢n forjados en el municipalismo, que en su caso le ha llevado a recorrer todos los escalones desde su elecci¨®n como concejal en 1979 hasta ser alcalde de Cornell¨¤ de Llobregat durante nueve a?os y presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona en 2003.
Lleg¨® desde Andaluc¨ªa a Barcelona junto con su familia cuando contaba ya 16 a?os. Estudi¨® derecho y econ¨®micas, pero est¨¢ en la pol¨ªtica desde su etapa de estudiante. Se inici¨® en grupos mao¨ªstas, pas¨® unos pocos meses en el PSUC y recal¨® en 1979 en el PSC.
Sus amigos le llaman El Mudito, porque "escucha mucho y habla poco". Quienes le conocen bien porque le han acompa?ado en largos tramos de su vida pol¨ªtica explican que su paso por el mao¨ªsmo contribuy¨® a desarrollar en ¨¦l un agudo sentido del ejercicio del poder.
La voz del partido
UN PIONERO. Miquel Iceta Llorens (Barcelona, 1960), viceprimer secretario del PSC desde julio de 2004, ha sido uno de los primeros pol¨ªticos en tener su webblog, desde la que cada domingo contacta con sus lectores. En 1999 fue el primer pol¨ªtico espa?ol en salir del armario y declarar p¨²blicamente su homosexualidad.
Su sobresaliente posici¨®n en el PSC, sin embargo, no procede de estas iniciativas, sino de haber despuntado muy pronto. A pesar de que resid¨ªa en Barcelona, Jos¨¦ Montilla se lo llev¨® en 1987 a su candidatura municipal en Cornell¨¤ porque lo consideraba "desaprovechado". S¨®lo estuvo all¨ª un mandato. Narc¨ªs Serra se lo llev¨® en 1991 a La Moncloa como director general del Departamento de An¨¢lisis de la Presidencia del Gobierno. Fue subdirector general del Gabinete de Presidencia del Gobierno en 1995-1996.
Iceta fue el director de la campa?a para las elecciones de 2004 que llev¨® a Pasqual Maragall a la presidencia de la Generalitat. Tambi¨¦n ¨¦l fue elegido diputado en aquellas elecciones, y ahora es el portavoz de su grupo en el Parlamento aut¨®nomo. Como tal, ha sido ponente del proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa.
El director de la maquinaria
JOS? ZARAGOZA ALONSO (Barcelona, 1961) ha sido durante muchos a?os el hombre de confianza de Montilla, en la federaci¨®n del PSC del Baix Llobregat, una de las m¨¢s importantes del partido. Y ahora es, desde 2004, el secretario de organizaci¨®n, tambi¨¦n como mano derecha de Montilla.
El oficio de dirigir la maquinaria del partido lo aprendi¨® Zaragoza de uno de sus antecesores, Josep Maria Sala, que se ocup¨® de esa responsabilidad durante muchos a?os y dej¨® en herencia un plantel de j¨®venes dirigentes formados como eficaces organizadores de campa?as pol¨ªticas. Curtidos, primero, en el ¨¢mbito municipal y comarcal, y luego, en las campa?as generales. El an¨¢lisis de resultados electorales y encuestas sobre intenci¨®n de voto es una de las principales especialidades de Zaragoza, una tarea de m¨¢xima importancia en todos los partidos.
Zaragoza fue concejal de Molins de Rei (Barcelona) entre 1983 y 1991. Sostiene que prefiere trabajar con discreci¨®n en la cocina del partido, pero en el ¨²ltimo a?o ha asumido la funci¨®n del dirigente que habla m¨¢s claro de todos los dem¨¢s, responde al adversario y le ataca sin contemplaciones.
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