Miedo a un cambio de r¨¦gimen
EE UU y Francia no buscan la ca¨ªda del presidente sirio, Bachar el Asad, sino un giro pol¨ªtico
La dinast¨ªa Asad, instaurada en un golpe de Estado hace 35 a?os, padece un acoso sin parang¨®n. La resoluci¨®n del Consejo de Seguridad impone a Siria su colaboraci¨®n en la investigaci¨®n del magnicidio del ex primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri y la presi¨®n diplom¨¢tica de EE UU y Francia no va a cesar. Queda todav¨ªa la carta de las sanciones econ¨®micas, a la espera del informe definitivo del fiscal alem¨¢n Detlev Mehlis, que atribuye a altos funcionarios de Damasco la organizaci¨®n del asesinato, el 14 de febrero, del magnate liban¨¦s.
La tesitura es peliaguda. Nadie desea derribar el r¨¦gimen sirio. Ni siquiera Israel. El remedio ser¨ªa peor que la enfermedad. Adem¨¢s, no existe oposici¨®n bien organizada y la m¨¢s visible es fundamentalista: los Hermanos Musulmanes. Lo que se proponen Washington y Par¨ªs es que Damasco aplique un giro radical a su pol¨ªtica en Oriente Pr¨®ximo. Nadie cree que sea capaz de ejecutarlo.
"Si cae el Gobierno, podr¨ªamos tener otro Irak en la frontera de Israel", dice un analista
La presi¨®n sobre Bachar el Asad, perteneciente a la secta chi¨ª de los alau¨ªes, que representa al 12% de los 18 millones de sirios, comenz¨® a plasmarse en septiembre de 2004 con la resoluci¨®n 1559, que exig¨ªa la retirada de las tropas sirias de L¨ªbano. Pese a que el Ejecutivo cumpli¨® esta demanda, su sombra est¨¢ presente en Beirut. El sucesor de Hariri, Saad, reside en Par¨ªs. El l¨ªder druso, Walid Yumblatt, tambi¨¦n. Analistas consultados en otras ocasiones admiten su "reticencia" a declarar en la delicada coyuntura actual. En L¨ªbano hay miedo. Y el reciente informe del enviado de Naciones Unidas, Terje Roed Larsen, se?ala que el aprovisionamiento de armas a las organizaciones palestinas y a Hezbol¨¢ a¨²n procede de tierras sirias.
"Los sirios perciben", destaca un diplom¨¢tico israel¨ª, "que en la agenda exterior de EE UU hay tres asuntos: Irak, Irak e Irak". Bush no se cansa de repetir que por la frontera sirio-iraqu¨ª se adentra la insurgencia. "La Administraci¨®n siria ha anunciado que se dispone a controlar la frontera. Probablemente lo haga. Pero hay que esperar", agrega. Parad¨®jicamente, es en el frente sur, ante su enemigo jud¨ªo, de donde recibe menos amenazas. Aunque algunos halcones del Gobierno de Ariel Sharon abogan por derribar el r¨¦gimen, la mayor¨ªa opta por lidiar con un enemigo fr¨¢gil, pero estable.
"El poder de Siria reside en su debilidad", comenta un alto funcionario jud¨ªo. "Son conscientes de que Israel no apuesta por el derrocamiento del r¨¦gimen". Un periodista experto en los pa¨ªses ¨¢rabes coincide: "Es mejor mantener a Bachar porque de lo contrario podr¨ªamos tener otro Irak en las fronteras de Israel".
Expertos y diplom¨¢ticos residentes en Jerusal¨¦n enumeran la retah¨ªla de "incre¨ªbles errores" de El Asad. En primer lugar, la extensi¨®n del mandato del presidente liban¨¦s, el prosirio Emile Lahud. Luego, el asesinato de Hariri, a¨²n no probado pero atribuido a Damasco.
Los dirigentes del Partido Baaz sirio viajan estos d¨ªas para contrarrestar la ofensiva. El viceprimer ministro de Exteriores, Walid al Mualem, ha visitado Arabia Saud¨ª -principal aliado de Washington en la zona- para recabar ayuda. Advierten del tremendo peligro que supondr¨ªa la desestabilizaci¨®n de Siria. Y el propio El Asad recibi¨® cuatro d¨ªas atr¨¢s al presidente egipcio, Hosni Mubarak.
Con todo, el error garrafal, apuntado por numerosos analistas no alude a ning¨²n crimen, ni al respaldo a los movimientos palestinos, o al liban¨¦s Hezbol¨¢. "Si pensaban que eran capaces de crear un abismo entre Washington y la UE, se han equivocado. Siria no es Irak. Damasco sabe que EE UU no desea un cambio de r¨¦gimen, sino de su pol¨ªtica. La cuesti¨®n clave es si el Gobierno de Asad est¨¢ dispuesto a variar su estrategia. Tal vez lleve a cabo cambios cosm¨¦ticos, a la espera de que Bush y Jacques Chirac desaparezcan de la escena. Pero por el momento no observamos ese giro. Siguen difundiendo la tesis de la conspiraci¨®n internacional inspirada por EE UU.
Mientras, Damasco se aferra desesperadamente al apoyo egipcio y saud¨ª, que no desean que Siria -que sufre un paro del 20%, el boicot de EE UU y la congelaci¨®n del acuerdo de cooperaci¨®n con la UE- acabe siendo castigada con severas sanciones econ¨®micas. "No estamos llegando al final de la partida", concluye el funcionario jud¨ªo. Un juego que, al margen de la batalla internacional, se prolongar¨¢ de puertas adentro.
"En Siria, los sun¨ªes observan que pueden lograr lo que los chi¨ªes consiguieron en Irak. Hay una conexi¨®n entre el problema estrat¨¦gico y el pol¨ªtico. Si EE UU y la UE quieren democratizar la regi¨®n, la consecuencia l¨®gica es que los sun¨ªes se alcen con las riendas del poder. En el plano estrat¨¦gico, la balanza es hoy d¨ªa favorable a los chi¨ªes en Irak, y ello debe compensarse con la llegada de los sun¨ªes al Gobierno de Damasco. Siria es el ¨²nico pa¨ªs que es un aliado estrat¨¦gico de Ir¨¢n. Si se produce el cambio de r¨¦gimen, Teher¨¢n se hallar¨¢ m¨¢s aislada", argumenta Ely Karmon, investigador del Instituto Internacional de Pol¨ªtica Antiterrorista de Herzliya, pr¨®ximo a Tel Aviv.
Reemplazar a Bachar el Asad es casi imposible a corto plazo. Aparte de que EE UU y Francia no abogan por la desestabilizaci¨®n del r¨¦gimen, la oposici¨®n es un conglomerado de peque?as organizaciones reprimidas durante d¨¦cadas. Y aunque el 16 de octubre emitieron un hist¨®rico documento conjunto -la Declaraci¨®n para un Cambio Democr¨¢tico y Nacional-, los intereses de liberales, islamistas y kurdos son radicalmente dispares.
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