Fortuna sin audacia
Los 'mossos' radicados en el distrito de Nou Barris apenas registran incidentes en su primera noche de patrullaje
Audaces fortuna iuvat. O sea: "La suerte favorece a los audaces". Con esta expresi¨®n latina, que repite hasta tres veces, la consejera de Interior, Montserrat Tura, arenga a los mossos d'esquadra minutos antes de iniciar su despliegue en Barcelona. En la comisar¨ªa de Les Corts, Tura pide a los agentes que "miren a los ojos de la gente" cuando salgan a patrullar, como expresi¨®n de una polic¨ªa auton¨®mica cercana. Pero tambi¨¦n les exige lo que un entrenador pide a sus delanteros: que sean "resolutivos". En un extra?o lapsus estatutario, la consejera les insta a que eviten que los delincuentes "transgredan el marco competencial".
El de Tura resulta un discurso ampuloso a caballo entre el cantar de gesta y la poes¨ªa trovadoresca. Pero la ocasi¨®n lo merece. Poco antes de las cero horas del 1 de noviembre, el n¨²mero 319 de la Travessera de Les Corts es el centro de un circo medi¨¢tico que saca a los vecinos al balc¨®n. Las c¨¢maras y los potentes focos apuntan a la salida del aparcamiento. Tura, flanqueada por el alto mando de la polic¨ªa de la Generalitat, se arregla el flequillo. La expectaci¨®n es tal que parece que va a asomar la cabeza la infanta Leonor. Pero lo que emerge, en medio de contenidos aplausos, es el primer veh¨ªculo de la dotaci¨®n policial, conducido por un joven mosso con cara de p¨¢nico.
Mientras, en el otro extremo de Barcelona, el sargento Miquel espera a los periodistas para llevarles de patrulla. Miquel, de 37 a?os y con 10 de experiencia en el cuerpo, explica los delitos m¨¢s habituales en el distrito de Nou Barris: violencia en el hogar, peque?os robos y trapicheo de drogas. "Tambi¨¦n tenemos problemas con los suramericanos, aunque no forman aut¨¦nticas bandas", asegura.
Hacia las dos de la madrugada, Miquel sube al coche acompa?ado de David, que prefiere ir de copiloto porque a¨²n no se maneja bien a los mandos del nov¨ªsimo veh¨ªculo. Su nombre clave -el del veh¨ªculo, no el de David- es Gaud¨ª 800. El chico tiene s¨®lo 22 a?os y es agente de reacci¨®n de seguridad ciudadana. Viene de Tarragona y apenas lleva una semana en Barcelona. La capital, admite, es una gran desconocida para ¨¦l.
El primer aviso llega por radio: una mujer ha alertado a los Mossos de que su marido quiere matarla. Miquel pone rumbo a la calle de Llobera. Como todav¨ªa no conocen la zona al dedillo ni tienen instalado un localizador GPS, David utiliza una gu¨ªa de Barcelona y rastrea el callejero. El sistema es algo rudimentario, pero Miquel se apresura a se?alar que otro veh¨ªculo ha llegado ya al lugar. "Y en s¨®lo tres minutos desde el aviso".
De todas formas, el sargento decide ir tambi¨¦n y en poco tiempo se alinean en la calle de Llobera tres coches. Pero, ay, que la presteza no ha servido de nada. La calle, en la parte alta de Nou Barris, es un laberinto mitol¨®gico. En la subida, los n¨²meros impares. En la bajada, a la que se accede despu¨¦s de dar un gran rodeo, los pares. El l¨ªo tiene a los agentes ocupados durante media hora. Entretanto, Miquel recibe el anuncio de otra incidencia y decide dejar a sus compa?eros al cargo. Por fortuna, se trataba de una falsa alarma. "Es el pan nuestro de cada d¨ªa", dice el sargento.
Miquel y David, dos de los 374 polic¨ªas que patrullaron ayer, pasean atentos, mirando a uno y otro lado. Pero la noche es excesivamente pl¨¢cida, casi tediosa. Al menos, m¨¢s que en Ciutat Vella, Sant Mart¨ª o Sant Andreu, donde los mossos practicaron las tres primeras detenciones en Barcelona (hasta las siete de la tarde de ayer se hab¨ªan efectuado ya 13). David aprovecha la calma para explicar que la vocaci¨®n de polic¨ªa le viene de familia y para definirse como un hombre "de acci¨®n". Su oportunidad llega cerca de las cuatro de la madrugada: los vigilantes de una discoteca del centro comercial Heron City avisan de que un grupo de j¨®venes "de aspecto latin king", ha provocado incidentes.
Dos coches de los Mossos llegan hasta los j¨®venes. Lejos de ser una peligrosa turba armada hasta los dientes, es un grupo de menores de edad que ha bebido en exceso. Los agentes hablan con ellos, les exigen la documentaci¨®n y descubren que, en realidad, son los vigilantes los que les han zurrado. Pero sin denuncia no pueden hacer nada y piden a los j¨®venes, algo despistados y temerosos de los uniformados, que se vayan a casa a dormir.
El Gaud¨ª 800 vuelve a la comisar¨ªa de Nou Barris sin detenciones. Ha contabilizado tres incidencias de las 333 registradas en toda Barcelona. Miquel y David apenas han tenido que echar mano de su audacia para salir airosos, como les hab¨ªa recomendado la consejera Tura. Al menos durante la primera noche, la diosa fortuna les ha sonre¨ªdo.
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