Castellanos Moya trata con iron¨ªa las huellas de la barbarie
'Insensatez' aborda el genocidio de los ind¨ªgenas en Latinoam¨¦rica
A los 10 a?os de leer unos informes sobre las masacres de ind¨ªgenas a manos del Ej¨¦rcito en Guatemala, Horacio Castellanos Moya todav¨ªa sent¨ªa "algo podrido dentro". En su nueva novela Insensatez (Tusquets), el escritor y periodista centroamericano conjura la muerte y la barbarie a trav¨¦s del sarcasmo y de la risa. "No escribo para cambiar nada, ¨¦ste es un libro para re¨ªrse del horror", asegura.
Sobre el efecto pernicioso de la violencia, sobre la manera en que uno queda contaminado para siempre por ella aunque sea a trav¨¦s de la lectura de testimonios, habla con mordacidad el escritor Horacio Castellanos Moya (1957, Tegucigalpa) en su nueva novela. Salvadore?o nacido en Honduras, el autor de Insensatez (Tusquets) ha padecido la guerra civil y el exilio y llega a Madrid procedente de Francfort, donde disfruta del programa Ciudades refugio.
Un corrector de estilo protagoniza esta nueva historia del autor de Donde no est¨¦n ustedes. El "insensato" acepta el encargo de revisar un informe sobre el genocidio padecido por los ind¨ªgenas en un pa¨ªs latinoamericano. Una cooperante espa?ola, un soldado uruguayo y hasta un simpatizante etarra se cruzan en la extra?a vida que el lector, instalado en el arzobispado de la ciudad, emprende con este encargo y que le conducir¨¢ al delirio. El Ej¨¦rcito y la Iglesia -"presentes en todas las guerras civiles de Latinoam¨¦rica"- aparecen tambi¨¦n en la novela y fue en parte por ello por lo que el autor decidi¨® que el protagonista deb¨ªa ser ateo. "Esta historia puede suceder en cualquier lado, est¨¢ planteada as¨ª porque no quiere hacer una denuncia expresa. La novela est¨¢ montada a partir de un caso paradigm¨¢tico", explica.
Castellanos Moya califica de "mal end¨¦mico" la violencia que asoma por las p¨¢ginas de su libro, trastorna a su protagonista y todav¨ªa hoy asuela su pa¨ªs. "A partir de los setenta la violencia se impuso y se qued¨®. La sociedad sigue siendo tan violenta como durante la guerra civil. Pasadas dos o tres generaciones, es algo muy dif¨ªcil de revertir. El placer de matar se puede convertir en h¨¢bito".
Dice no confiar en el poder redentor de la literatura -"s¨®lo se trata de una expresi¨®n de voluntad o de fuerza"- y se muestra esc¨¦ptico sobre su posible funci¨®n como terapia colectiva. "No creo que haya redenci¨®n para cierto tipo de cosas. El humor es lo que siempre es subversivo, pero yo no escribo para cambiar nada. Nos re¨ªmos de la muerte porque es tan com¨²n que es la ¨²nica manera de conjurarla".
M¨¢s que de cinismo, Horacio Castellanos trata en Insensatez de las man¨ªas persecutorias, que pueden degenerar en comedia, a las que conduce la barbarie. "La violencia se reproduce a partir de procesos emocionales muy r¨¢pidos. En el libro no hay un solo hecho violento, pero el protagonista lee sobre eso y a partir de la lectura entra en la din¨¢mica de la paranoia".
Como el ind¨ªgena cachiquel que dice no estar "completo de la mente", en uno de los testimonios que lee el protagonista de Insensatez, el escritor argumenta que esto mismo se puede aplicar a los pa¨ªses que sufren esa constante violencia. "Despu¨¦s de la barbarie, un pueblo no est¨¢ completo de la mente, ni tampoco emocionalmente. Los procesos de sanaci¨®n o compostura despu¨¦s de esta violencia del pueblo contra s¨ª mismo son muy complejos". El caso de Alemania -pa¨ªs en el que reside temporalmente- y de c¨®mo se ha enfrentado a su pasado genocida, le lleva a pensar en las circunstancias que lo pusieron en marcha. "El proceso de examen es producto de una derrota. En Salvador nadie gan¨® la guerra y todav¨ªa hoy las instituciones que participaron en esos conflictos no han reflexionado. Los ej¨¦rcitos no han expresado ni la m¨¢s m¨ªnima disculpa o aceptaci¨®n de lo que hicieron".
Tan pr¨®xima al hombre est¨¢ la literatura como el mal, "que se desplaza de continente todo lo m¨¢s", asegura Castellanos Moya. Advierte contra las falsas seguridades: "Yo no me confiar¨ªa. El ser humano necesita muy poquito para enloquecer colectivamente".
Babelia
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