En la boca del lobo
La contrase?a, recibida d¨ªas atr¨¢s por tel¨¦fono, ten¨ªa algo de cita clandestina: el mi¨¦rcoles, a las siete, junto a la escultura de Botero. Y all¨ª est¨¢bamos, en el vest¨ªbulo aeroportuario, bastantes decenas de catalanes rijosos o masoquistas, dispuestos a volar a la Villa y Corte para apoyar con nuestra presencia la tramitaci¨®n del nuevo Estatuto. Los rijosos, excitados ante la inminente entrada en vigor de la poligamia; los masoquistas, impacientes por convertirse en s¨²bditos de un r¨¦gimen calcado de la Cuba de Castro y la Corea de Kim Jong II. ?O acaso la FAES no nos ha augurado, en sesudos estudios, ambas cosas? Pues lo prometido es deuda.
Cada uno de nosotros (actores, articulistas, m¨²sicos, docentes, cineastas y otras gentes de mal vivir) se hab¨ªa equipado para la expedici¨®n madrile?a seg¨²n sus particulares inclinaciones. De m¨ª puedo decir que llevaba cuidadosamente plegado en un bolsillo junto al coraz¨®n, a modo de detente, bala, el recorte de diario en el que don Ignacio Astarloa, del Partido Popular, advierte de que "Espa?a est¨¢ al principio de un incendio constitucional". ?Qu¨¦ portento de hombre! Alguien que, siendo secretario de Estado de Seguridad, perdi¨® 192 vidas humanas confiadas a su cuidado, ?y todav¨ªa tiene arrestos para ejercer de vigile del fuoco!
Decenas de catalanes rijosos o masoquistas volamos a la Villa y Corte para apoyar con nuestra presencia la tramitaci¨®n del nuevo Estatuto
El l¨ªder del PP eligi¨® un tono desde?oso y falt¨®n, hecho de met¨¢foras sobre "la permanente del puerco esp¨ªn" y alusiones paternalistas a Catalu?a
Sin embargo, y una vez en el aire, primera decepci¨®n: no se levanta desde el viejo solar ib¨¦rico ni la m¨¢s peque?a columna de humo. Incluso sobre Madrid, en esta agradable ma?ana oto?al, el cielo est¨¢ despejado, y en la metr¨®poli las gentes parecen atareadas en sus asuntos como cualquier otro d¨ªa laborable. A pocos metros del aparatoso cord¨®n policial que protege el Congreso de los Diputados, una oficina de La Caixa opera con absoluta normalidad, y la agitaci¨®n callejera se reduce a un piquete de ultras -una golosina para las c¨¢maras- y alguna octavilla tan an¨®nima como rudimentaria -"Catalu?a explota a toda Espa?a", "Catalu?a es un pulpo que succiona y se lleva todo lo espa?ol"-. ?A ver si resultar¨¢ que la ciudadan¨ªa es menos permeable a la demagogia de lo que algunos cre¨ªan!
A las once, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, los expedicionarios catalanes y una nutrida representaci¨®n pol¨ªtica llegada tambi¨¦n de Barcelona (el presidente del Parlament, Ernest Benach, varios consejeros, diputados, senadores, Artur Mas i Josep Llu¨ªs Carod Rovira) nos reconfortamos mutuamente con la lectura p¨²blica de un comedido manifiesto impulsado por ?mnium Cultural. En este acto, dos ausencias llamativas: los socialistas (tanto del PSC como del PSOE) y el progresismo capitalino, con las honrosas excepciones de Santiago Carrillo, Carlos Taibo y Gaspar Llamazares. Despu¨¦s, los privilegiados poseedores de esca?o o invitaci¨®n se dirigen a la Carrera de San Jer¨®nimo, y el resto de los reunidos se instala en el sal¨®n de columnas del C¨ªrculo para seguir la sesi¨®n parlamentaria a trav¨¦s de las pantallas de televisi¨®n dispuestas al efecto.
Los tres comisionados del Parlamento de Catalu?a est¨¢n, en sus intervenciones del mediod¨ªa, francamente bien, empleando registros distintos aunque complementarios: sereno, flem¨¢tico y contundente Mas; apasionada y eficaz en su apelaci¨®n autobiogr¨¢fica Manuela de Madre; contenido sin traicionarse Carod, que ten¨ªa la papeleta m¨¢s dif¨ªcil. Por fortuna, el PP ha dado a sus barras bravas instrucciones de contenci¨®n, y la sesi¨®n matutina concluye sin broncas. Pero los retos del d¨ªa siguen ah¨ª, en medio del hemiciclo: "No tengan miedo a que Espa?a se reconozca y se identifique como lo que es: plurinacional, pluricultural y pluriling¨¹¨ªstica"; "?vamos a dejar pasar esta ocasi¨®n? ?Vamos a dejar a otra generaci¨®n lo que podemos resolver hoy de manera sosegada, rigurosa, fraternal y solidaria?"; "?para qu¨¦ nos quiere Espa?a a los catalanes, si debemos estar siempre bajo sospecha, justificando por qu¨¦ somos como somos y hablamos como hablamos...?".
Tras el almuerzo, y aunque es la hora del caf¨¦, el presidente Rodr¨ªguez Zapatero ofrece tila: contra la crispaci¨®n y la dramatizaci¨®n impostadas de la derecha, ZP prescribe optimismo, "templanza y altitud de miras". Puesto que su t¨¢ctica de hoy consiste en aislar al PP, el jefe del Gobierno se erige en apologeta de la democracia, del reformismo y de la descentralizaci¨®n pol¨ªtica, aplica a la propuesta catalana de financiaci¨®n una primera, suave ducha de agua fr¨ªa..., y evita concretar el alcance de los recortes que planea porque sabe que, de hacerlo, podr¨ªa resquebrajar la mayor¨ªa parlamentaria que esta misma noche debe aprobar la toma en consideraci¨®n del nuevo Estatuto.
Pero no hay cuidado, porque el Partido Popular se a¨ªsla solo, y su discurso es el mejor cemento, el m¨¢s poderoso cohesionador de esa mayor¨ªa. Aunque promete "no pronunciar una palabra m¨¢s alta que otra", lo cierto es que Mariano Rajoy ha elegido un tono desde?oso, descalificador y falt¨®n, hecho de met¨¢foras sobre "la permanente del puerco esp¨ªn" y alusiones paternalistas a Catalu?a como una m¨¢s entre "todas las regiones espa?olas". Cuando el l¨ªder del PP despacha la propuesta del 90% del arco parlamentario catal¨¢n con un "lo que no es inconstitucional, o es insolidario, o es contrario al inter¨¦s general", entonces comprendo que este hombre quiere de veras salvarnos de nosotros mismos, incluso contra nuestra voluntad.
A las siete de la tarde, mientras vuelo de regreso a Barcelona y el debate contin¨²a en el Congreso de los Diputados, me vienen a la memoria las palabras que all¨ª dijo, el 12 de diciembre de 1918, Francesc Camb¨®, llegando "a la triste conclusi¨®n de que un pleito de libertad colectiva no tiene soluci¨®n jur¨ªdica, como nunca la ha tenido, por desgracia, en Espa?a". Resquebrajado fugazmente en 1932 y con mayor amplitud -aunque no con menos reticencias- en 1979, ?podr¨¢ romperse ahora de una vez ese maleficio?
es historiador.
Joan B. Culla i Clar¨¤
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