El dormitorio m¨¢s agradable
Un encuentro de acogedores de menores busca que el ejemplo cuaje en la sociedad
"Dos horas antes le dijeron que tendr¨ªa unos nuevos pap¨¢s. Lo acept¨®. Nos miraba nervios¨ªsima. Empec¨¦ a acercarme a ella con cautela, y cuando le roc¨¦ la espalda, se estremeci¨®. Fue exactamente como el primer amor". Mar¨ªa Garc¨ªa describe la escena emocionada. Escoge las palabras con lentitud y esmero. Hace diez meses su familia aument¨® sin que mediara embarazo ni adopci¨®n alguna. Acept¨® acoger a una chica de nueve a?os que mantiene sus apellidos y visita a sus padres biol¨®gicos con regularidad. Desde entonces son cinco en casa. Cuenta que para su pareja la decisi¨®n ha supuesto el mayor aprendizaje y cura de humildad. "Esos rincones vac¨ªos en la casa son los que ellos llenan", dice.
Junto a Luis Hernando Puerta forma una pareja peculiar en ?cija (Sevilla). Tienen un hijo biol¨®gico, una hija adoptada y otra tercera acogida temporalmente. ?sta ¨²ltima se ha incorporado a una nueva familia, a pesar de que mantenga frecuentes encuentros con sus padres biol¨®gicos a trav¨¦s de los t¨¦cnicos de Bienestar e Igualdad Social. Cada vez son m¨¢s las parejas que ofrecen su hogar a menores en situaci¨®n de riesgo y desamparo, unos 7.000 en la comunidad. Ni?os de familias desestructuradas y con problemas como el abandono o la violencia, y que hacen peligrar su desarrollo.
Tras la intervenci¨®n de los servicios sociales, ¨¦stos intentan optar por otro n¨²cleo familiar de forma temporal o permanente antes de alojarlos en un centro de protecci¨®n. La estancia de los menores con esta segunda familia depende de que la situaci¨®n de la familia biol¨®gica mejore. En el 80% de los casos se opta por la familia extensa, y los menores acuden a vivir con t¨ªos o abuelos, pero hay muchos otros que requieren un hogar ajeno. "Frente a la adopci¨®n, el acogimiento es a¨²n el gran desconocido", apunta el catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva de la Universidad de Sevilla, Jes¨²s Palacios.
Una de las mayores dificultades a las que se enfrentan estas parejas son las din¨¢micas aprendidas en los centros de protecci¨®n: gritos, alarmas y exageraciones para llamar la atenci¨®n. "Le decimos que sabemos que est¨¢ exagerando para que sea consciente de que no somos sus colegas, sino sus padres. De todos modos, lo que m¨¢s demanda una ni?a es que la abraces, y eso no es nada complicado".
Mar¨ªa y Luis Hernando acudieron este fin de semana a unas jornadas de familias acogedoras en Mollina (M¨¢laga), donde compararon su experiencia con otras familias andaluzas que se lanzaron a esta s¨²bita ampliaci¨®n. All¨ª oyeron las emociones, consejos y dudas que asaltan a unos padres especialmente sensibles. Los menores requieren que la comunicaci¨®n fluya entre expertos y padres. "A los 13 a?os les surge un mundo nuevo con miedos de integraci¨®n o de pertenencia, y hay que resolverlos con soltura. Ayudarles a que el pasado no les duela", explica Palacios.
El acogimiento puede durar un a?o, o convertirse en permanente para los ni?os que superan los siete a?os y durar as¨ª hasta su mayor¨ªa de edad. Ambos casos requieren un proceso de adaptaci¨®n entre los padres y el menor del que se encargan doce equipos en la comunidad. Psic¨®logos y trabajadores sociales ensamblan los perfiles adecuados para asegurarse de que la experiencia sea un ¨¦xito.
Karima El Harchi dirige Aldaima, entidad que desde 1999 gestiona los acogimientos en Granada. "A¨²n muchas familias padecen miedos a ni?os que consideran problem¨¢ticos, pero el gran reto del acogedor es gestionar con ¨¦xito un posible retraso acad¨¦mico o psicol¨®gico". El Harchi explica que el enfrentarse a la familia biol¨®gica supone otro miedo com¨²n, a pesar de que existe un control estricto para las visitas de los menores a sus progenitores.
Miguel N¨²?ez ha acogido a una adolescente marroqu¨ª que lleg¨® en patera hace tres a?os y que mantiene contacto telef¨®nico con su madre. "Nos pusieron el caso encima de la mesa, y aunque nos choc¨® que viniera de otra cultura, nuestra intenci¨®n s¨®lo era ayudar. La avalancha de menores inmigrantes es una situaci¨®n desbordante y hay que reaccionar", afirma. N¨²?ez aclara que el origen de su cuarta y ya crecida hija no cambia sus problemas caseros diarios: "Caprichos, enfados, y las ri?as por las horas de salir y los amigos... la batalla rutinaria con cualquier adolescente".
Igualdad y Bienestar Social cuenta con el Tel¨¦fono de la infancia (900 85 18 18) para facilitar el acogimiento familiar. "Con el coraz¨®n abierto es posible tener a un ni?o en casa. No exige posesiones, s¨®lo afecto: lo que m¨¢s echa en falta", apunta Garc¨ªa.
Cuesti¨®n de confianza
Los encuentros espor¨¢dicos entre los padres acogedores y un menor se convierten poco a poco en citas ineludibles cada fin de semana. Desde que se cruzan miradas y se rompe el hielo, hasta que la complicidad supera todo resquemor, la paciencia es un arma imprescindible. No caben las prisas, y el ensamble puede durar un a?o hasta que el menor abandona el centro de protecci¨®n.
El proceso comienza con campa?as de captaci¨®n y reuniones para seducir a las familias con las que se fijan entrevistas para valorar su perfil. En paralelo, los servicios de protecci¨®n informan de los caracteres de los menores m¨¢s id¨®neos para comenzar un periodo de acoplamiento. "Al final todo se reduce a darle una referencia de padre", apunta Miguel N¨²?ez para quitarle importancia a su gesto.
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