La pol¨ªtica con velo
Salima Abdeslam, la primera parlamentaria de Espa?a con 'hiyab', es resultado de una lucha contra la discriminaci¨®n. Sencilla y profundamente religiosa, su entrada en la Asamblea de Melilla es un s¨ªmbolo para cientos de mujeres.
Salima Abdeslam Aisa, una melillense de 27 a?os a punto de terminar Econ¨®micas, se ha convertido en la primera parlamentaria de la historia de Espa?a que porta hiyab, el t¨ªpico pa?uelo musulm¨¢n. En Melilla hay mucha gente que no entiende todav¨ªa d¨®nde est¨¢ la noticia. Alegan que casi la mitad de la poblaci¨®n de esta ciudad norteafricana es musulmana y que, por tanto, hay miles de mujeres con velo. Entonces, ?por qu¨¦ no hab¨ªa ninguna hasta ahora en el Parlamento que representa a todos los ciudadanos? Salima Abdeslam es, quiz¨¢ a su pesar, el resultado de una larga y dolorosa historia inacabada con final aparentemente feliz que habla de moros y cristianos, de discriminaci¨®n y de un sue?o: la convivencia armoniosa de culturas que en muchos rincones del mundo se siguen matando entre s¨ª por ser diferentes.
"No entiendo el alboroto. Otras llevan el culo al aire y no pasa nada. Aqu¨ª es normal el velo", protesta una melillense.
Salima Abdeslam naci¨® en Melilla, como sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos y sus tatarabuelos. Uno de sus bisabuelos era jardinero del Ayuntamiento. Uno de sus abuelos era taxista en Melilla. El otro era militar hasta que, desenga?ado, colg¨® el uniforme y mont¨® su propia empresa de exportaci¨®n-importaci¨®n. Su padre se dedica a lo mismo y su madre es ama de casa. Toda la familia, dice Salima, puso siempre mucho empe?o en la educaci¨®n, quiz¨¢ conscientes de que los musulmanes de Melilla siempre han ocupado los puestos de trabajo peor remunerados, a causa, entre otras cosas, de su escasa preparaci¨®n. Todav¨ªa hoy los musulmanes suelen tener en Melilla un mayor ¨ªndice de fracaso escolar.
Esta joven de ojos negros, menuda y de andar sigiloso es la mayor de cuatro hermanos. Le sigue una joven psicopedagoga, un guardia civil y una adolescente de 13 a?os que estudia en el instituto. En su casa, algunas mujeres llevan hiyab. Otras, no. Salima lo empez¨® a utilizar hace muy poco; unos meses antes de casarse con un chico melillense, Yasin Abdulwali, en mayo pasado. En su casa no estuvieron muy de acuerdo en que Salima se cubriera la cabeza. Toda su familia, como la mayor parte de sus amigos, es musulmana de cultura thamazight, la de los bereberes del norte de Marruecos, es decir, una cultura m¨¢s abierta y liberal que la habitual de los pa¨ªses ¨¢rabes. A la vista est¨¢ que la decisi¨®n de Salima Abdeslam era irrevocable y su familia no est¨¢ dispuesta a dar explicaciones de ello -y de cualquier otra cosa- a la prensa.
Salima estudi¨® ?tica en el instituto porque entonces no se pod¨ªa aprender en la escuela p¨²blica la religi¨®n de sus padres. M¨¢s parad¨®jico fue lo de su madre, que curs¨® sus estudios en un colegio de monjas. "Luego hemos sido la primera ciudad de Espa?a en incorporar la clase de religi¨®n isl¨¢mica en las escuelas", aclara Salima. Ahora, Melilla tiene 11 profesores de esta religi¨®n, frente a 10 cat¨®licos.
Su militancia pol¨ªtica viene precedida de un largo trabajo de voluntariado. Finalmente, hace cinco a?os, decidi¨® alistarse en el ¨²nico partido pol¨ªtico de su ciudad que, seg¨²n ella, se ocupa realmente de los problemas de la gente de Melilla, "una ciudad olvidada de los grandes partidos". El suyo se llama Coalici¨®n por Melilla, el partido m¨¢s importante de la oposici¨®n frente al gobierno del PP de la ciudad, que cuenta con mayor¨ªa absoluta. Ahora, tras haber trabajado en un bazar vendiendo babuchas, vive s¨®lo de la pol¨ªtica aunque no tenga sueldo. Cobra 90 euros por cada asistencia a comisi¨®n, y con eso y el sueldo de su flamante marido, que se ha ido a Houston porque no encontraba en Melilla trabajo como experto en comunicaci¨®n audiovisual, espera poder afrontar la hipoteca de la casa que la pareja se ha comprado en Melilla y que pr¨¢cticamente no ha podido estrenar todav¨ªa.
Su trabajo de voluntariado incluye trabajar en la organizaci¨®n Mujeres por la Igualdad y cuidar a sus abuelos -"yo les llamaba mis ni?os"- hasta que ambos murieron recientemente. Est¨¢n enterrados en el cementerio musulm¨¢n cercano al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), a las afueras de la ciudad. ?ltimamente, pasar por all¨ª le duele doblemente por los inmigrantes subsaharianos y por el recuerdo de sus abuelos. El primer d¨ªa que paso con Salima en Melilla me lleva en su viejo Mercedes blanco 250 hasta las puertas del CETI y me deja con un consejo: "Habla con ellos. No son n¨²meros".
Sus abuelos, melillenses, eran espa?oles, una aclaraci¨®n innecesaria en cualquier ciudad espa?ola, salvo en Melilla. Aqu¨ª, la mayor parte de los musulmanes s¨®lo consiguieron la nacionalidad espa?ola (y, muchos, el agua corriente en sus casas) tras la revuelta capitaneada por Aomar Mohamedi Dudd¨² en 1986. Salima Abdeslam es, en este sentido, una excepci¨®n en Coalici¨®n por Melilla. Su principal dirigente es Mustafa Aberchan, que fue el primer presidente musulm¨¢n de la ciudad aut¨®noma en 1999, si bien los dos grandes partidos (PP y PSOE) se aliaron para derrocarlo apenas un a?o despu¨¦s. Aberchan no ten¨ªa DNI antes de 1986, como no lo ten¨ªa su familia, a pesar de ser todos melillenses.
Tampoco era oficialmente espa?ola Jadu Dris Mohamed Ben Abdelah, vicepresidenta de la Asamblea, ahora indignada por el alboroto de la prensa alrededor de Salima. Jadu tambi¨¦n es musulmana, pero calza tacones y ropa ce?ida, adem¨¢s de maquillarse. A su lado se acrecienta la modosa imagen de Salima. Junto a ella, Jadu, una mujer de car¨¢cter y muy habladora, es un volc¨¢n frente a Salima, que habla poco y siempre comedidamente.
En este mismo partido milita Mohand Mohamed Tahar, Moji para los amigos, el que dej¨® su puesto en la Asamblea en septiembre para ced¨¦rselo a Salima. Nacido tambi¨¦n en Melilla, tuvo que conformarse con su "tarjeta de estad¨ªstica" hasta 1986. Los cristianos de Coalici¨®n por Melilla, como Cecilia Gonz¨¢lez, nunca tuvieron tales obst¨¢culos.
Las musulmanas de Melilla han abandonado mayoritariamente la chilaba. Muchas tampoco se cubren la cabeza, y otras, las m¨¢s j¨®venes, se ci?en los vaqueros y las camisetas al estilo actual, si bien aqu¨ª no se ven tantos piercings y ombligos al aire como en la Pen¨ªnsula. El resultado es la imagen de una ciudad multiconfesional en la que hay libertad para hacer ostentaci¨®n o no de las propias creencias. Quiz¨¢ en este contexto se entienda mejor a Salima Abdeslam, que se proclama feminista y que asegura que el velo es s¨ªmbolo de libertad. "Pero no, no es por eso", puntualiza. "El velo en s¨ª mismo es s¨ªmbolo de libertad en el islam".
Salima ha dado clases particulares de religi¨®n isl¨¢mica, uno de sus temas favoritos. "El islam tiene mala fama porque hay algunos pa¨ªses pseudoisl¨¢micos donde impera el machismo y hay imanes que inventan fetuas que nada tienen que ver con el Cor¨¢n, como no tiene que ver la violencia y el terrorismo. Pero en el islam, insisto, la mujer tiene los mismos derechos que el hombre porque en el islam todos somos iguales y ser musulm¨¢n significa que no se puede mentir ni se puede juzgar a nadie".
Se declara feminista y trabaja con Jadu en la organizaci¨®n Mujeres por la Igualdad que esta ¨²ltima fund¨®. Cuando le digo a Salima que no hay ninguna religi¨®n que trate igualitariamente a la mujer, ella hace o¨ªdos sordos. "En el islam, las mujeres est¨¢n eximidas de dirigir los rezos como hacen los imanes. Eso es as¨ª porque durante la menstruaci¨®n est¨¢s exenta de rezar. Es s¨®lo una raz¨®n fisiol¨®gica". Le digo que, seg¨²n esa regla, una mujer podr¨ªa ser im¨¢n despu¨¦s de la menopausia. "Pero los imanes en el islam no son como los sacerdotes cat¨®licos", explica. "Ni siquiera confiesan. S¨®lo dirigen la oraci¨®n".
Salima Abdeslam habla espa?ol; thamazight, una lengua que adora y que le gustar¨ªa que se reconociera en Melilla, y ¨¢rabe. La portavoz socialista en la Asamblea de Melilla, Celia Sarompas, la describe como "una chica inteligente y comprometida, adem¨¢s de religiosa practicante", y entiende sus declaraciones sobre el hiyab como s¨ªmbolo de libertad. "Lo comprendo, incluso aunque para nosotras sea s¨ªmbolo de opresi¨®n. Si nadie le obliga y su religi¨®n no incide en lo p¨²blico, nada que objetar".
Aberchan recuerda con cierta sorna c¨®mo tuvo que mantener el crucifijo sobre su mesa de presidente de la ciudad para no herir susceptibilidades o c¨®mo corri¨® a la celebraci¨®n de la patrona de los marineros. La religi¨®n cat¨®lica est¨¢ en Melilla, como en el resto del pa¨ªs, en todos los detalles. La patrona de la ciudad es la Virgen de la Victoria, las fiestas de guardar van con el santoral. Las vacaciones, tambi¨¦n. Bombillas aparentemente navide?as adornan estos d¨ªas algunas calles de Melilla con la leyenda: "?Feliz Ramad¨¢n!", pero la actividad laboral no se paraliza como ocurre en diciembre.
"En esta ciudad reina la tolerancia y el respeto y conviven cuatro religiones: la jud¨ªa, la cristiana, la musulmana y la hind¨²", replica Simi Chocron, consejera de cultura del gobierno aut¨®nomo de Melilla. Alta, morena y ataviada con un traje pantal¨®n blanco y una estrella de David al cuello, a?ade con orgullo: "Yo soy jud¨ªa. Aqu¨ª hay diez sinagogas y cuatro o cinco mezquitas, y, desde luego, la cultura isl¨¢mica est¨¢ totalmente integrada".
Salima Abdeslam es casi de la misma opini¨®n. No le gusta hablar de aquella rebeli¨®n de 1986 que forma parte de un pasado que no vivi¨®. Le preocupa la masificaci¨®n del CETI, la pol¨ªtica de inmigraci¨®n del Gobierno espa?ol, "que env¨ªa soldados para recibir a gente que huye del hambre y los conflictos armados". Le quita el sue?o el hospital de la ciudad, colapsado, al que acuden las marroqu¨ªes a parir debido a la mala situaci¨®n de los centros sanitarios del norte de Marruecos.
El mundo de Salima es muy peque?o. Su ciudad, apenas 13 kil¨®metros cuadrados rodeados de agua y por la valla fronteriza con Marruecos, tiene 66.542 habitantes. En Melilla todos se conocen y ella insiste con perseverancia en la normalidad con la que la ciudad acepta el hiyab y la normalidad tambi¨¦n de llevarlo, de ser musulmana y mujer moderna a la vez, con estudios y libertad de elecci¨®n. Me recomienda hablar sobre el islam con su profesor, pero ¨¦ste se muestra receloso y opta por no atender mi llamada. Me recomienda hablar con una de sus mejores amigas, musulmana y con un buen empleo en Melilla, que no sufre discriminaci¨®n alguna por su hiyab, pero el intento resulta vano tambi¨¦n.
A trav¨¦s de su m¨®vil, la voz de esta joven, que el d¨ªa anterior hab¨ªa aceptado contarnos su caso, suena impertinente: "Mira, soy una persona an¨®nima y quiero seguir siendo una persona an¨®nima. No tengo ning¨²n inter¨¦s en salir en los peri¨®dicos. No quiero ser un mono de feria. Los periodistas deber¨ªais empezar por saber por qu¨¦ llevamos velo. No entiendo el alboroto. Otras van por ah¨ª ense?ando el culo y nadie dice nada. Aqu¨ª, llevar velo es normal. Tengo una amiga que trabaja en una tienda de ropa de estilo occidental, lleva pa?uelo y no pasa nada. No est¨¢s autorizada ni a decir mi nombre ni d¨®nde trabajo. No me perjudiques".
Todos los estudios indican que los puestos p¨²blicos (abundantes y bien pagados en Melilla) los copan los cristianos, mientras los musulmanes siguen mayoritariamente abocados a ocupar empleos privados peor remunerados o de econom¨ªa informal. Celia Gonz¨¢lez, que es docente, conoce bien el problema educativo. "Hay ni?os musulmanes que tienen un vocabulario espa?ol muy reducido y otros que entran en la escuela sin apenas saber el idioma", explica. "?Educaci¨®n en thamazight?", responde sorprendido el del PP, tambi¨¦n musulm¨¢n, Abdelmalik el Barkani Abdelkader. "La ense?anza debe ser en espa?ol, ?no?".
Hafida tiene 23 a?os y est¨¢ haciendo Empresariales. En la oficina de empleo, a ella, como a otras musulmanas, le ha pasado que el funcionario de turno busque en la carpeta de demandas de limpiadoras o cocineras antes de preguntarle por su formaci¨®n y expectativas. "Y, adem¨¢s, est¨¢ el enchufismo", a?ade Hafida. "Aqu¨ª ha llegado a salir una oferta de trabajo para un economista que tocara la trompeta. Supongo que el puesto ya estaba dado". Pero Hafida conf¨ªa en el futuro y en que se modifique la imagen de Melilla en el exterior. Porque han cambiado muchas cosas. Hace unos a?os, tener siquiera v¨ªnculos de amistad o de sangre con marroqu¨ªes resultaba sospechoso. Hoy, incluso los cristianos dicen tener esas relaciones y transitar con sus todoterrenos por las costas y los pueblos de los alrededores con toda naturalidad.
Pero, como todos admiten, queda camino por recorrer. Durante el d¨ªa Melilla es una ciudad de aspecto multicultural donde predominan dos idiomas: el espa?ol con acento andaluz y el thamazight. Pero cuando cae la noche los musulmanes abandonan el centro para refugiarse en sus barrios, cuyo urbanismo recuerda m¨¢s a Fez que a M¨¢laga. En ellos, s¨®lo los nombres de las calles remiten a la otra realidad: General Garc¨ªa Margallo, Gran Capit¨¢n, Comisario Valero, Alf¨¦rez Sanz, Hidalgo Cisneros? Enclave militar espa?ol desde 1497, los musulmanes han sido tradicionalmente transparentes para la oficialidad de esta ciudad. Ahora ya tienen alguna calle que evoca su cultura, como la dedicada al escultor Mustafa Arruf. Pero esa oficialidad sigue siendo recalcitrantemente castrense y, por supuesto, cristiana.
El gobierno popular de Juan Jos¨¦ Imbroda mantiene como historiador de la villa a Francisco Mir Berlanga, un militar que fue tambi¨¦n presidente de la ciudad y que describi¨® as¨ª el hist¨®rico proceso de regularizaci¨®n de los musulmanes de Melilla en 1986: "Con la mayor generosidad se ha concedido la nacionalidad espa?ola a miles de marroqu¨ªes, en buena parte indigentes, de los que muchos incluso ni siquiera saben nuestro idioma. (?) La posesi¨®n del DNI les da derecho a disputar los puestos de trabajo disponibles a los trabajadores espa?oles o del resto de Europa".
Mustafa Aberchan, el primer musulm¨¢n en gobernar la ciudad de Melilla hace cinco a?os, sigue en la brecha. Su partido logr¨® 7 de los 25 esca?os de la Asamblea en las elecciones de marzo del a?o pasado, tres de ellos ocupados por mujeres: Jade, Cecilia y Salima. Entre las tres, se jactan, representan al completo la diversidad de las melillenses: una cristiana, una musulmana de aspecto occidental y una musulmana con hiyab.
En su casa, ante un vaso de t¨¦ con pastas t¨ªpicas del Ramad¨¢n, Mustafa, cirujano, y su esposa, Sara, puericultora, hacen gala de una exquisita hospitalidad con Salima y con los enviados de EPS. Frente a los que se preguntan por qu¨¦ tanto alboroto por un velo, Mustafa confiesa orgulloso: "Esto lo ten¨ªa planeado desde hace mucho tiempo. Si hubiera puesto a Salima en uno de los primeros puestos de la lista electoral nos hubieran destrozado. Ahora, gracias a la renuncia de dos compa?eros, he logrado introducir por la puerta de atr¨¢s en la Asamblea de Melilla a una mujer con hiyab, que representa a una parte importante de nuestra ciudadan¨ªa".
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