Las mujeres turcas inician su rebeli¨®n
La igualdad entre sexos se estrena con el empuj¨®n de la UE, pero de momento es s¨®lo de papel
De peque?as, Duygu y Sezgi jugaban a ser mujeres independientes. Asomadas a la treintena, estas hermanas de clase media alta han hecho real su juego, aunque a escondidas. Duygu, publicista, vive sola, pero deja varios pares de zapatos en el descansillo de casa "para disimular ante los vecinos". Sezgi, profesora, comparte piso con su novio, pero aguanta reproches en el barrio por no estar casada. "Adem¨¢s, si mi padre se entera, pensar¨¢ que el honor de la familia est¨¢ corrompido por mi culpa, y eso que ¨¦l no es religioso, sino de Atat¨¹rk
[fundador de la rep¨²blica laica sobre los restos del imperio otomano]".
Duygu y Sezgi son turcas. Forman parte de las pioneras que, en las grandes ciudades, tratan de sortear el fuerte peso de la tradici¨®n que las confina al hogar y las sit¨²a siempre bajo la tutela de un hombre. Su avance por el camino de la igualdad acaba de allanarse en las nuevas leyes de un pa¨ªs con 71 millones de habitantes a caballo entre Europa y Asia. Un pa¨ªs oficialmente laico que gobierna un partido isl¨¢mico moderado y elegido democr¨¢ticamente. Un pa¨ªs donde secularistas y religiosos se observan de reojo bajo la mirada atenta del ej¨¦rcito, donde pasean las chicas con cabeza cubierta o con pantal¨®n ce?ido, donde conviven varios pueblos y enormes diferencias socioecon¨®micas. Un pa¨ªs masivamente musulm¨¢n que se asoma a la Uni¨®n Europea.
"El problema es el patriarcado, no la religi¨®n", coinciden varias expertas
Las condiciones impuestas por la UE a Turqu¨ªa para iniciar las negociaciones de adhesi¨®n el pasado 3 de octubre han acelerado un proceso de reformas para garantizar, entre otras cosas, el respeto a los derechos humanos y la no discriminaci¨®n por motivos de sexo. Son tiempos de cambio, de esperanza, para la sociedad turca. Las mujeres, que estrenan ahora el mayor nivel de igualdad en las leyes de toda su historia, paladean la nueva situaci¨®n y analizan las carencias.
"Los cambios son reales, no maquillaje. Las nuevas normas son muy positivas para las mujeres, aunque quedan algunos aspectos mejorables", afirma la abogada H¨¹lya G¨¹lbahar. La m¨¢s reciente, el nuevo C¨®digo Penal en vigor desde junio, tipifica como delito la discriminaci¨®n por sexo, castiga con cadena perpetua los asesinatos de mujeres a manos de la familia por motivos de honor (namus cinayeti) y endurece las penas por violencia dom¨¦stica (f¨ªsica o ps¨ªquica), enumera la letrada. Tambi¨¦n se castiga cualquier violaci¨®n, incluso dentro del matrimonio. Antes este delito quedaba impune si el agresor se casaba con la v¨ªctima.
Las activistas como G¨¹lbahar, unidas en las campa?as en pro de los cambios legislativos donde confluyeron mujeres de todos los sectores incluidas las llamadas feministas isl¨¢micas, contuvieron la respiraci¨®n hasta el ¨²ltimo minuto: un diputado del partido en el Gobierno (AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo) propuso que el nuevo C¨®digo Penal reincorporara el delito de adulterio, derogado por el Tribunal Constitucional en 1996. "Es una discusi¨®n acabada. No ser¨¢ delito", asegura el director general de Legislaci¨®n, Kenan ?zdemir.
Entre los aspectos mejorables, G¨¹lbahar destaca la nueva regulaci¨®n de "un gran problema y un gran tab¨²": las pruebas de virginidad. En un pa¨ªs donde se considera un valor imprescindible en las solteras -y se restauran h¨ªmenes con discreci¨®n-, la familia y los directores de escuela pod¨ªan obligar a las mujeres a someterse a esta prueba sin su consentimiento. Esto se castiga ahora con penas de tres meses a un a?o de prisi¨®n, "demasiado bajas" seg¨²n la abogada. El nuevo C¨®digo Penal permite s¨®lo a los jueces ordenar estas pruebas sin consentimiento si es "para probar un delito", detalla ?zdemir. "En ning¨²n caso deber¨ªan hacerse sin permiso de la mujer", replica G¨¹lbahar Lo mismo opina el Parlamento Europeo en su informe del pasado mayo.
Los cambios -"el mayor proceso de reforma legislativa desde la d¨¦cada de 1920" seg¨²n el director general- tambi¨¦n alcanzan al C¨®digo Civil, reformado antes de que AKP ganara las elecciones a finales de 2002. La edad para el matrimonio se ha elevado a 18 a?os (para evitar las bodas de ni?as), los c¨®nyuges tienen los mismos derechos y se establece el r¨¦gimen de gananciales, pero s¨®lo para los matrimonios contra¨ªdos desde que entr¨® en vigor el nuevo c¨®digo, en enero de 2002. "Quedan desprotegidas 17 millones de mujeres que, si se divorcian, no tienen derecho a nada", critica Sema Kendirci, presidenta de la Asociaci¨®n de Mujeres Turcas.
"Tenemos buenas leyes, pero eso no supone que tengamos derechos de verdad. El problema est¨¢ en hacerlos efectivos, en aplicar las normas", reflexiona la abogada Huriye Karabacak. El responsable de Legislaci¨®n cree que no se justifican las quejas y defiende que los tribunales aplican la normativa de igualdad. Por su lado, el Parlamento Europeo pide a Turqu¨ªa "la protecci¨®n efectiva de los derechos de las mujeres".
"Las leyes han cambiado, pero las pr¨¢cticas, no", concluye la investigadora social Canan G¨¹ll¨¹. "Por ejemplo, se mantiene la poligamia en el campo", dice. Una Turqu¨ªa rural y otra urbana, un abismo tambi¨¦n entre los suburbios rebosantes de campesinos emigrados y el centro elegante de las grandes ciudades. Riqueza -en muy pocas manos- y pobreza -muy extendida-. Modernidad y fuerte peso de la tradici¨®n.
"Este pa¨ªs fue un imperio. Tenemos gente muy distinta y nuestro pegamento es la religi¨®n", plantea la popular escritora y periodista Nevval Sevindi. "La situaci¨®n de las mujeres no se debe al islam, sino al machismo. He le¨ªdo el Cor¨¢n, donde se dice que los hombres y las mujeres fueron creados con la misma materia. Eso quiere decir que somos iguales", prosigue. "Los hombres utilizan la religi¨®n para dominar a las mujeres". Desde la asociaci¨®n Mujeres por los Derechos Humanos de las Mujeres, la psic¨®loga Pinar Ilkkaracan asiente: "El problema es el patriarcado, no la religi¨®n". Y se siente ya en la cuna.
"Las mujeres sufren la desigualdad desde peque?as. A las ni?as se les roba la infancia, se las considera mujeres peque?as. En Anatolia, muchas no van a la escuela", afirma la escritora. "La educaci¨®n es el principal problema. El 19% de las turcas son analfabetas", asegura la subdirectora general sobre la Situaci¨®n de las Mujeres, Leyla Coskum. "En el este, rondan el 40%", a?ade Yildiz Tolman, colaboradora de Naciones Unidas. Unicef calcula que un mill¨®n de ni?as en edad de primaria no acuden a la escuela (la p¨²blica es mixta), pese a ser obligatoria.
Aun con voces discordantes, la mayor¨ªa ve mayores problemas en "el este", sobre todo en el atrasado Kurdist¨¢n turco, en guerra civil entre 1984 y 1999. Unos 15 millones de personas forman la comunidad kurda en Turqu¨ªa. "Las mujeres sufrimos violencia de g¨¦nero en todo el pa¨ªs, pero las kurdas tenemos problemas a?adidos. Padecemos una pobreza y una sumisi¨®n mayores y un problema de identidad, porque se nos impide expresarnos en nuestra lengua. Tambi¨¦n soportamos una tradici¨®n m¨¢s fuerte sobre el honor y la poligamia, pero luchamos para superar esas dificultades", afirma Fatma Nevin, del Movimiento de Mujeres Kurdas.
"Las leyes han cambiado. Es el momento de cambiar las mentalidades", reflexiona la subdirectora Coskum. Las mujeres dan la receta para eso y para que la igualdad legal d¨¦ paso a la real. Adem¨¢s de mejorar el nivel educativo, proponen el ingrediente de la "imprescindible" autonom¨ªa econ¨®mica femenina, vinculada al mayor desarrollo general. La proporci¨®n de turcas que trabaja fuera de casa ha ido a la baja: ahora es del 27% (la mitad, campesinas sin sueldo). "Adem¨¢s, las mujeres tienen dif¨ªcil lograr un cr¨¦dito, porque carecen de bienes a su nombre", afirma la empresaria G¨¹lseren Onan?.
"Es preciso aumentar la participaci¨®n pol¨ªtica", a?ade Selma Acuner, de KADER, asociaci¨®n que apoya la presencia p¨²blica femenina. Aunque las turcas alcanzaron el derecho de voto en los a?os treinta del siglo XX, la proporci¨®n de parlamentarias ahora (4,3%) es inferior a la de entonces. Las alcaldesas son menos del 1%. El principal partido de oposici¨®n, el socialdem¨®crata CHP, pide "una cuota femenina del 30%", explica la diputada G¨¹ldal Okuducu, encargada del ¨¢rea de Mujer. El AKP lo rechaza. "Con cuotas, las mujeres no se esforzar¨ªan y los hombres se enfadar¨ªan porque les quitar¨ªan el sitio", justifica la responsable de su rama femenina, Selma Kavaf. Las dos pol¨ªticas coinciden en algo: "Los hombres no quieren compartir el poder". "Esperamos que la UE sea una locomotora para mejorar la situaci¨®n de las mujeres en Turqu¨ªa. Solas no podemos hacerlo", plantea Kavaf, convencida de que hombres y mujeres "deben tener los mismos derechos".
Son los ingredientes para cumplir el sue?o de Sezgi: "Que la libertad de las mujeres no dependa de los hombres. Como en Europa".
Entre el pa?uelo y el feminismo
El peso de la pol¨ªtica cae sobre la cabeza de las mujeres turcas. El pa?uelo isl¨¢mico (turban, de ah¨ª viene turbante) es, desde hace a?os, objeto de un pulso entre laicos (su principal garante es el Ej¨¦rcito) y religiosos (el partido del Gobierno es musulm¨¢n moderado). En la calle, escaparates de Zara y, tambi¨¦n, de moda isl¨¢mica.
En este pa¨ªs, con una poblaci¨®n joven (tres de cada 10 turcos tienen menos de 15 a?os) y musulmana en un 99% (la mayor¨ªa son de la rama sun¨ª, m¨¢s conservadora, pero existe una fuerte presencia de los m¨¢s abiertos alev¨ªes), las mujeres tienen prohibido cubrirse con el turban en la universidad (desde finales de 1987) y las oficinas p¨²blicas. La lucha de las m¨¢s religiosas por permanecer cubiertas en todos los ¨¢mbitos se ha saldado con el fracaso, pero les ha descubierto que tambi¨¦n pueden plantear otras exigencias. "Las mujeres como nosotras cuestionamos muchas cosas y estamos cambi¨¢ndolas. Nuestro lugar ya no es la casa", asegura Sema ?zdemir, licenciada en Relaciones Internacionales y miembro de la Plataforma Baskent de Ankara. Como ella, tambi¨¦n se cubre la profesora Safiye ?zdemir. Relata que la expulsaron de su trabajo por llevar turban. "Las mujeres cubiertas sufrimos una doble discriminaci¨®n, por mujeres y por religiosas", afirma. "Los hombres religiosos est¨¢n en buenos puestos p¨²blicos y nosotras no podemos acceder a ellos porque cumplimos nuestra obligaci¨®n de ir cubiertas, como manda el islam".
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