ALCA: todo cambia para seguir igual
La IV Cumbre de las Am¨¦ricas ha acabado en fracaso y con una confrontaci¨®n entre dos modelos de integraci¨®n regional: el que representa Mercosur, que ampl¨ªa el n¨²mero de socios (a los tradicionales, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, se les unir¨¢n Venezuela y M¨¦xico), y el que pretende ser el ?rea de Libre Cambio de las Am¨¦ricas (ALCA), una idea estadounidense, nacida de la iniciativa de Clinton.
Esta cumbre pretend¨ªa profundizar en el ALCA, tras las anteriores reuniones en Miami (la fundacional), Santiago de Chile y Quebec. El ALCA se defini¨® en 1994 como un Pacto para el Desarrollo y la Prosperidad: democracia, libre comercio y desarrollo sostenible en las Am¨¦ricas, pero poco se ha avanzado desde entonces en cada uno de los cap¨ªtulos. El pacto comercial suscrito en Quebec deb¨ªa haber entrado en vigor este a?o, pero nadie quiere mover un dedo mientras no se superen las inc¨®gnitas que deben abordarse en el seno de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), dentro de un mes en Hong Kong.
No era ¨¦ste el mejor momento para una integraci¨®n apadrinada por los EE UU de Bush y los neocons. El contexto avala esta afirmaci¨®n: hace poco acaban de aparecer los resultados del Latinobar¨®metro 2005, que pueden ayudar a valorar la coyuntura. El Latinobar¨®metro es una amplia encuesta muy asentada, que representa opiniones pero tambi¨¦n actitudes, comportamientos y valores de los ciudadanos de la regi¨®n. El sondeo, con un universo de m¨¢s de 20.000 respuestas, indica que la imagen de EE UU en la regi¨®n mejor¨® en 2001, con motivo de los atentados terroristas del 11 de septiembre y la posterior oleada de solidaridad, pero desde entonces no ha hecho m¨¢s que caer: s¨®lo el 34% de los ciudadanos tiene "algo o mucha confianza" en EE UU.
Con todo, lo m¨¢s significativo son las respuestas sobre la coyuntura y la pol¨ªtica. Pese al crecimiento de la regi¨®n, s¨®lo un 31% considera que la econom¨ªa de su pa¨ªs est¨¢ mejorando, mientras que el 47% menciona que est¨¢ estancada. El 55% cree que sus padres viv¨ªan mejor que ellos, y s¨®lo un 27% est¨¢ satisfecho con el funcionamiento de la econom¨ªa de mercado. Nada menos que un 75% est¨¢ preocupado por quedarse sin empleo, por lo que -dice el Latinobar¨®metro- "es dif¨ªcil pedirle a alguien que conf¨ªe en las instituciones si el trabajo no dura m¨¢s que 12 meses"; s¨®lo un 18% se siente protegido por las leyes laborales.
Las tendencias sirven tambi¨¦n para la reflexi¨®n a medio plazo: estamos ante una poblaci¨®n que puede no tener agua caliente, pero que usa el tel¨¦fono m¨®vil para acceder a las bondades de un mundo globalizado. El gobernante que no entregue bienes econ¨®micos ha de hacer realidad al menos bienes pol¨ªticos, si no quiere tener problemas; los ¨²ltimos acontecimientos pol¨ªticos en pa¨ªses como Bolivia, Ecuador o Argentina indican que las ¨¦lites pol¨ªticas tradicionales han sido desafiadas y los latinoamericanos est¨¢n saliendo a la calle a sacar de su palacio de invierno a quienes no cumplen con el mandato para el cual fueron elegidos. "No se trata de romper con el sistema democr¨¢tico ni de llamar a los militares al poder, sino de exigir que las demandas ciudadanas sean respetadas dentro del mismo sistema, pero muchas veces en el l¨ªmite". Lo que muestran los datos es que "todo cambia para seguir igual"; no hay avances en los temas esenciales de la cultura democr¨¢tica: la desconfianza aumenta o se mantiene igual, la percepci¨®n del Estado de derecho no avanza, las expectativas crecen. Los problemas que la gente percibe como privilegios no parecen ceder y la participaci¨®n pol¨ªtica no se fortalece.
Atenci¨®n al papel de Hugo Ch¨¢vez, que no es folcl¨®rico como describen muchos an¨¢lisis ideol¨®gicos aprior¨ªsticos. Las opiniones de los ciudadanos sobre Venezuela mejoran de modo acelerado en casi todos los campos: ese pa¨ªs deviene, a?o tras a?o, en polo de atracci¨®n. Dice el Latinobar¨®metro: "Liderazgos como el de Hugo Ch¨¢vez han cuestionado el modelo econ¨®mico y pol¨ªtico, generando grandes niveles de apoyo y poniendo la palabra revoluci¨®n nuevamente en juego en la regi¨®n. Venezuela muestra el costo de los retrasos causados por una ¨¦lite que gobernaba para unos pocos". Por ello, el fracaso de la cumbre de Mar del Plata (Argentina) no es una buena noticia, ni sus resultados anecd¨®ticos.
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