La apuesta de Zapatero por la reforma territorial choca con el desinter¨¦s del PP
Los presidentes socialistas critican la propuesta de financiaci¨®n catalana y Maragall evita citarla
El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, se encontr¨® ayer, en el primero de los tres d¨ªas que durar¨¢ el debate sobre el Estado de las autonom¨ªas, con un muro de desinter¨¦s de los presidentes auton¨®micos del PP a su oferta de abrir el mel¨®n territorial. Ni la reforma del Senado, ni la ampliaci¨®n de competencias que solicitan varias reformas de estatutos, ni los nuevos mecanismos de colaboraci¨®n entre comunidades merecieron una reflexi¨®n de los presidentes del PP. "No son una prioridad para los ciudadanos", se limitaron a comentar. A la salida se quejaban de que Zapatero no hab¨ªa concretado nada.
Ocho a?os despu¨¦s del ¨²ltimo debate en el Senado con presencia de los presidentes auton¨®micos, todos quer¨ªan aprovechar el cruce dial¨¦ctico con Zapatero. Faltaron s¨®lo el lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, poco amigo de los foros multilaterales, y el extreme?o Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra, quien de madrugada sufri¨® un infarto, del que se recupera en el Hospital Cl¨ªnico. Parec¨ªa que con la ausencia de ¨¦ste perder¨ªa fuerza la cr¨ªtica al nuevo Estatuto de Catalu?a, pero no fue as¨ª, porque otros socialistas tomaron el relevo para rechazar el sistema de financiaci¨®n propuesto en el texto catal¨¢n. Aunque su tono fue muy distinto al del PP, que centr¨® su discurso en este Estatuto, un asunto que no estaba en el orden del d¨ªa ni compete a¨²n al Senado.
M¨¢s all¨¢ de ese debate interno del PSOE, ayer se ten¨ªa que discutir la oferta m¨¢s amplia de Zapatero, "para m¨¢s de una generaci¨®n", seg¨²n sus propias palabras. Se trata, dijo, de "completar el modelo auton¨®mico" con m¨¢s autogobierno, s¨ª, pero respetando la cohesi¨®n y la unidad de mercado.
Desconfianza con el PP
Para Zapatero, es evidente la necesidad de ampliar el autogobierno de las comunidades -s¨®lo as¨ª se explican las iniciativas de reforma de estatutos en la Comunidad Valenciana, Catalu?a, Andaluc¨ªa, Arag¨®n, Canarias, Islas Baleares, Asturias, La Rioja, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia-. Ese deseo ha tenido un motor, dijo el presidente: la mayor¨ªa absoluta del PP, que "recort¨® el espacio de autogobierno, debilit¨® el di¨¢logo y aument¨® la desconfianza". "En ese deterioro infligido en el periodo pol¨ªtico anterior tambi¨¦n escase¨® el respeto y creci¨® la litigiosidad", a?adi¨®.
Zapatero lanz¨® su propuesta a los presidentes auton¨®micos. La oferta, aunque esbozada en t¨¦rminos muy generales, tiene un primer paso. Visto que la reforma del Senado se vislumbra lenta y compleja, sobre todo por el escaso entusiasmo del PP, Zapatero ha encontrado una v¨ªa m¨¢s r¨¢pida. Quiere crear una aut¨¦ntica "red" de cooperaci¨®n y coordinaci¨®n dependiente de la Conferencia de Presidentes, que se constituir¨ªa "en un ¨®rgano pol¨ªtico de impulso y desbloqueo de conflictos enquistados".
S¨®lo los presidentes socialistas y el regionalista c¨¢ntabro Miguel ?ngel Revilla aceptaron de buena gana esta invitaci¨®n. Todos coincidieron en que el gran problema actual del Estado de las autonom¨ªas se sit¨²a en la ausencia de mecanismos adecuados de cooperaci¨®n, de espacios comunes. Los jefes de Gobierno del PP no llegaron a oponerse abiertamente a la reforma del Senado, aunque, como explic¨® el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, consideran que "no es una prioridad para los ciudadanos".
Los presidentes del PP obviaron la oferta de Zapatero y se ci?eron a los discursos que ten¨ªan escritos, centrados en su oposici¨®n frontal al sistema de financiaci¨®n previsto en el proyecto de Estatuto catal¨¢n. Algunos lo hicieron en tono especialmente dram¨¢tico, como el presidente murciano, Ram¨®n Luis Valc¨¢rcel, quien asegur¨® que Zapatero est¨¢ abriendo la v¨ªa para "regresar a una Espa?a fragmentada y d¨¦bil", y reclam¨® una votaci¨®n en todo el pa¨ªs sobre la propuesta catalana. Tan lejos llegaron algunos -el presidente de Navarra, Miguel Sanz, pregunt¨® si el PSOE iba a pactar con el "nacionalismo separatista para hacer desaparecer a Navarra del mapa auton¨®mico"- que Zapatero en la r¨¦plica les record¨® que ¨¦sos eran asuntos "de un debate del estado de la naci¨®n", y les pidi¨® que no se confundan.
Maragall, conciliador
En la cr¨ªtica al sistema de financiaci¨®n del Estatuto catal¨¢n, los populares se encontraron con los socialistas, a excepci¨®n de Pasqual Maragall. ?ste realiz¨® un discurso conciliador y evit¨® cualquier ribete pol¨¦mico, hasta el punto de que ni siquiera defendi¨® ese contestado modelo de financiaci¨®n, eje de la propuesta de reforma del Estatuto.
Maragall habl¨® casi todo el tiempo en catal¨¢n, como le permite el reglamento en las sesiones de la Comisi¨®n General de las Comunidades Aut¨®nomas, pero cambi¨® al castellano para lanzar su mensaje m¨¢s optimista y comprometido con el desarrollo del Estado de las autonom¨ªas: "Hoy Espa?a es fuerte, segura, mucho m¨¢s equilibrada y solidaria que hace 25 a?os. Hoy me siento m¨¢s catal¨¢n y m¨¢s espa?ol".
Su tono amable no evit¨® la cr¨ªtica de sus compa?eros. Abri¨® el frente el presidente de la Xunta de Galicia, Emilio P¨¦rez Touri?o, recordando una frase pronunciada en 1932 en el Congreso por Alfonso Rodr¨ªguez Castelao: "Las aspiraciones de Catalu?a", dijo cuando se discut¨ªa el Estatuto propuesto entonces, "tienen el l¨ªmite de la Constituci¨®n de la Rep¨²blica y el de los intereses de todas las dem¨¢s comunidades". Touri?o fue el ¨²nico que critic¨® la "discriminaci¨®n permanente" que suponen los sistemas forales del Pa¨ªs Vasco y Navarra.
Tambi¨¦n el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Manuel Chaves, y el de Asturias, Vicente ?lvarez Areces, reprocharon esa bilateralidad que propone Catalu?a. El presidente de Castilla-La Mancha, Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda, pidi¨® que no haya privilegios. Y el de Arag¨®n, Marcelino Iglesias, fue a¨²n m¨¢s directo: "No podemos recuperar la Espa?a a dos velocidades. Los derechos hist¨®ricos son importantes, pero no pueden servir de excusa para exigir privilegios. El origen de todos los derechos est¨¢ en la Constituci¨®n de 1978".
Zapatero insisti¨® en ese criterio sobre la reforma del sistema de financiaci¨®n. "Los estatutos de autonom¨ªa pueden intervenir en este ¨¢mbito, pero la configuraci¨®n del sistema se realiza en una ley estatal, y tras una concertaci¨®n con las comunidades en el seno del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera". Artur Mas, l¨ªder de CiU, contest¨® desde Barcelona: "Despu¨¦s de ese discurso, no puede haber pacto sobre el Estatuto porque Catalu?a necesita un r¨¦gimen singular de financiaci¨®n".
Solidarios con Ibarra
La solidaridad con Ibarra de todos los presidentes, sin importar el partido, gener¨® un clima relajado. Zapatero tuvo para ¨¦l palabras muy afectuosas: "S¨¦ que su coraz¨®n ser¨¢ tan fuerte como sus ideas". S¨®lo algunas referencias al debate sobre la pol¨ªtica h¨ªdrica, realizadas por los presidentes valenciano, murciano y aragon¨¦s, y algunas alusiones a la gesti¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar alteraron los ¨¢nimos de los senadores.
Aunque a ¨²ltima hora de la tarde, la bancada del PP volvi¨® a su tono habitual, sobre todo despu¨¦s de que Zapatero, en la r¨¦plica, les acusara de "tener miedo a las reformas". El presidente elev¨® la temperatura del debate cuando explic¨® por primera vez por qu¨¦ est¨¢ dispuesto a aprobar el nuevo Estatuto catal¨¢n sin el PP. "Me hablan de consenso", se quej¨®. "Todos los estatutos se han aprobado con consenso del PP y PSOE, es cierto. Menos los de Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, en el 79. Porque en el resto de comunidades, las fuerzas mayoritarias son PP y PSOE, pero la representaci¨®n pol¨ªtica en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco es distinta a la del resto de Espa?a", sentenci¨® entre airadas protestas de la derecha del hemiciclo.
En el largu¨ªsimo encuentro -en ocho horas hablaron 12 presidentes-, tambi¨¦n hubo tiempo para asuntos de cada comunidad: autov¨ªas c¨¢ntabras, problemas de la sequ¨ªa en Murcia, la crisis minera en Asturias, el mercado del vino en La Rioja, las conexiones de Arag¨®n con Francia..., pero s¨®lo el Plan Hidrol¨®gico suscit¨® algo de debate.
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