El contratenor sin fronteras
Por segunda vez, un contratenor accede a los Ciclos de Lied del teatro de la Zarzuela, tras el paso, hace dos temporadas, de Andreas Sch?ll. A uno y otro se les suele situar en los puestos de cabeza de esta cuerda en la actualidad. En el caso de Daniels se valoran adem¨¢s sus m¨¦ritos a la hora de "salirse del tiesto", es decir, sus incursiones en el romanticismo y otras ¨¦pocas alejadas del esp¨ªritu altomedieval, renacentista o barroco, tan af¨ªn a los contratenores por consideraciones hist¨®ricas y est¨¦ticas.
Es una tentaci¨®n ¨¦sta de romper fronteras que a los contratenores les atrapa cada d¨ªa con m¨¢s fuerza, y ah¨ª est¨¢ latente el caso de nuestro Carlos Mena, pongamos por caso, que suele saltar en recitales de Vivaldi o Tom¨¢s Luis de Victoria a Schumann como si tal cosa.
XII Ciclo de Lied
David Daniels (contratenor). Con Martin Katz (piano). Canciones de Mozart, Faur¨¦, Mudarra, De la Torre, Mena, Purcell, Morrison, Ravel y, en las propinas, Lotti, Falla y H?ndel. Fundaci¨®n Caja Madrid, Teatro de la Zarzuela, 7 de noviembre.
Para un p¨²blico como el liederista no debe ser f¨¢cil, o al menos inmediata, la adaptaci¨®n a otro color vocal en un repertorio m¨¢s o menos familiar, pero hay que reconocer que el de la Zarzuela lo acept¨® en general de buena gana.
Las muestras de m¨²sica antigua espa?ola o del barroco temprano ingl¨¦s no ofrecieron ning¨²n problema, y en ambos terrenos Daniels se encuentra como pez en el agua. Pero las melod¨ªas de Faur¨¦ o Ravel, por ejemplo, son harina de otro costal y las apreciaciones, por tanto, son mucho m¨¢s escurridizas.
Tampoco es lo m¨¢s aconsejable el establecimiento de criterios comparativos. Lo mejor es dejarse llevar. Lo que se escucha es lo de siempre, aunque de otra manera, o, simplemente, en otro registro y con otra sonoridad.
Con estas premisas, el Claro de Luna, de Faur¨¦, o la Nana, de Falla, y no digamos las Canciones griegas, de Ravel, pueden deparar el descubrimiento de otras est¨¦ticas. Ni mejores ni peores, solamente distintas.
En el caso de una composici¨®n a la medida del cantante como es el ciclo Chamber Music, de Theodore Morrison, las posibilidades de percepci¨®n son m¨¢s evidentes -no hay memoria- y el artista despliega con eficacia y sin esfuerzo todos sus recursos t¨¦cnicos e incluso expresivos.
Dentro de su correcci¨®n, el recital de David Daniels y Martin Katz no se libr¨® de cierta monoton¨ªa.
Quiz¨¢ falt¨® una pizca de seducci¨®n -tan importante en este tipo de voces-, quiz¨¢ sea una cuesti¨®n de medida o de costumbre. Pero una dosis mayor de emoci¨®n no habr¨ªa estado de m¨¢s.
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