Contra los reduccionismos
Desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn ha habido una tendencia predominante en diversos c¨ªrculos a un fuerte reduccionismo en el entendimiento de la democracia y la econom¨ªa de mercado. Algunos, invocando a Hegel, auguraron que se hab¨ªa terminado la historia, y que las ideas ganadoras eran el mercado y la democracia. Que hab¨ªa terminado la necesidad del cambio; los hechos pod¨ªan seguir, pero ser¨ªan anecd¨®ticos.
Sin embargo, nada parece impedir que el flujo de las ideas contin¨²e. Porque, ?qu¨¦ significaban la democracia y el capitalismo en el mundo real? ?Eran metas ya alcanzadas por algunos y que los dem¨¢s deber¨ªamos copiar? ?Qui¨¦n otorgaba patentes de dem¨®crata y de amigo del mercado?
Cada pa¨ªs, seg¨²n sea su tradici¨®n, su grado de desarrollo y los problemas m¨¢s urgentes que deba abordar, tiene que decidir con responsabilidad, pero tambi¨¦n con autonom¨ªa, c¨®mo lleva adelante la alianza entre democracia y econom¨ªa de mercado.
En primer lugar, en muchos an¨¢lisis llevados a cabo desde 1989, se tendi¨® a codificar la pol¨ªtica y la democracia en t¨¦rminos de gobernabilidad. Pese a su car¨¢cter general, esta palabra expresaba una idea precisa: el papel de la democracia, conquistada o recuperada, era el de subordinarse a un proceso de reformas econ¨®micas.
Hab¨ªa llegado el momento de sacrificar muchas demandas inmediatas de la ciudadan¨ªa por la segura obtenci¨®n de un futuro de crecimiento econ¨®mico. Se tend¨ªa a subordinar as¨ª el ejercicio de la ciudadan¨ªa a un mercado predicado en cualquiera de sus formas; algunas primitivas, otras casi inexistentes.
En el caso chileno hemos enfatizado que las sociedades requieren reglas previsibles y que cumplan, que las instituciones funcionen. Y que esa dimensi¨®n de la gobernabilidad es fundamental. Pero tambi¨¦n hemos dicho que los ciudadanos deben determinar la sociedad que quieren, aunque los objetivos planteados se alejan de cierta ortodoxia, o "modelo". Y que ¨¦sta es una divisoria de aguas entre una concepci¨®n humanista y otra deshumanizadora.
Por eso buscamos una democracia de la que podamos enorgullecernos; lograr la participaci¨®n de los ciudadanos en todo el ciclo que va de la discusi¨®n de la agenda p¨²blica a los programas de gobierno y al dise?o, gesti¨®n y evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas.
Miremos a una dimensi¨®n especial de este tema, el de la memoria hist¨®rica sobre el per¨ªodo autoritario y de aguda violaci¨®n de los derechos humanos. Un aspecto central de la democracia es el de la memoria como una manera de asumir, procesar y sobreponerse al pasado.
El enfoque de la gobernabilidad, en cambio, supon¨ªa olvidar y perdonar ese pasado. El argumento era que olvidar lo ocurrido permitir¨ªa centrarse en el futuro; recordarlo y entenderlo, en cambio, provocar¨ªa divisiones e intranquilidad.
Simplemente no creo que las violaciones de los derechos humanos puedan olvidarse sin ser asumidos por la sociedad. Esto puede tomar un tiempo, pero no hay ma?ana sin ayer. No somos m¨¢s libres al crecer reprimiendo nuestros a?os pasados. Somos m¨¢s libres cuando los reconocemos y buscamos entenderlos.
Un segundo ¨¢mbito en el que predomin¨® tambi¨¦n despu¨¦s de 1989 un concepto reduccionista fue respecto de la econom¨ªa de mercado.
La libertad econ¨®mica fue codificada como el mercado actualmente existente, o, simplemente, la libertad de precios y se tendi¨® a convertir al mercado en paradigma del orden social. La disoluci¨®n de toda otra forma de relaci¨®n social para conformarse a la del mercado, planteada por Marx, parec¨ªa haber llegado, como una iron¨ªa de la historia. Pero, como sabemos, la palabra mercado tiene muchos significados, ya que las relaciones sociales se insertan siempre en aquellas preexistentes. El mercado significa, por ejemplo, una cosa distinta en China que en ?frica.
En esta visi¨®n simplista el mercado fue reducido a una visi¨®n macroecon¨®mica sesgada, ya que exclu¨ªa objetivos importantes respecto del crecimiento y del empleo. Pero, adem¨¢s, exclu¨ªa un tema central para toda sociedad, cual es el de la equidad.
El Consenso de Washington fue unas de las codificaciones del reduccionismo del mercado, una que tuvo gran impacto en Am¨¦rica Latina. Es parad¨®jico que Chile, que muchos consideran un "buen alumno" del Consenso de Washington, haya tenido ¨¦xito porque hizo las cosas de otro modo. Duplicamos el producto, pero disminuimos simult¨¢neamente la pobreza a la mitad, gracias a nuestras pol¨ªticas p¨²blicas.
Por lo dem¨¢s, con la econom¨ªa no basta. Queremos una sociedad m¨¢s culta y pluralista. El ciclo de expansi¨®n de nuestra frontera espiritual pasa por cuidar nuestro patrimonio cultural, al tiempo que se fomente la creaci¨®n cultural y el intercambio con la cultura mundial.
Reconocer y valorar la diversidad de las personas y las comunidades, al tiempo que se da alas a la subjetividad de los chilenos sobre un proyecto compartido: la mayor libertad de las personas y las comunidades hacia el Bicentenario de nuestro nacimiento como rep¨²blica.
De manera m¨¢s reciente sucedi¨® otro hecho que marc¨® un hito, tambi¨¦n de las ideas y las pol¨ªticas. Se trata del surgimiento de un nuevo terrorismo internacional, del cual la expresi¨®n m¨¢s fuerte fue el ataque del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos y, en el caso de Espa?a, el del 11 de marzo del 2004.
La reacci¨®n inicial al ataque en Nueva York permiti¨® configurar por unas semanas, o quiz¨¢s meses, una alianza ampl¨ªsima, que condenaba el terrorismo y se propon¨ªa combatirlo. Pareci¨®, por un espejismo de tiempo, que la agenda internacional pod¨ªa ser fortificada con m¨¢s apoyos, objetivos y medios adicionales.
En realidad, con el paso del tiempo parece haber un retroceso a concepciones unilaterales o de ataques preventivos, una desvalorizaci¨®n de las instancias multilaterales e incluso incumplimientos de acuerdos ya tomados.
Tenemos aqu¨ª un tercer esfuerzo reduccionista, esta vez de las relaciones internacionales y del sistema internacional. Se tratar¨ªa de convertir a los pa¨ªses en actores globales de un solo tema. ?Y los dem¨¢s asuntos?, ?deber¨ªan ¨¦stos ordenarse todos en torno s¨®lo de esta preocupaci¨®n, leg¨ªtima y necesaria?
Mi convicci¨®n es que no podemos elaborar nuestras agendas exclusivamente en torno al terrorismo. Ni para concentrarnos s¨®lo en combatirlo, en desmedro de otros temas; ni para polarizar el mundo en contra de quienes as¨ª lo entienden necesario.
Desde otro punto de vista, pa¨ªses como Chile requierencrear empleos decentes con una econom¨ªa din¨¢mica. En nuestra opci¨®n estrat¨¦gica, el crecimiento de la econom¨ªa depende tanto de una pol¨ªtica fiscal equilibrada y contrac¨ªclica, que depende de nosotros, como de una integraci¨®n diversificada y respetuosa con el medio ambiente a la econom¨ªa mundial, cuya posibilidad no depende s¨®lo de nuestros esfuerzos.
Si queremos que el mundo interdependiente llegue a ser una sociedad ordenada y pac¨ªfica, necesitamos priorizar los esfuerzos multilaterales que fomentan la paz y un sistema de amplia participaci¨®n en el sistema de gobernabilidad global. Necesitamos fomentar mecanismos de negociaci¨®n, compromisos y construcci¨®n de consensos.
Un proyecto as¨ª garantiza, simult¨¢neamente, argumentos, m¨¦todos e incluso modalidades de intervenci¨®n contra quienes lo ataquen con violencia. Y permite prevenir las luchas contra los enemigos que el presente desorden seguir¨¢ generando.
Me parece que los tres fen¨®menos de reduccionismo de las ideas que he se?alado: democracia lejos de la ciudadan¨ªa, un tipo de econom¨ªa de mercado como centro de las estrategias pol¨ªticas y un sistema internacional centrado en la agenda antiterrorista, han sido perjudiciales, tanto para el desarrollo de nuestras comunidades, como para el desarrollo global.
Creo que estos reduccionismos tienen su origen en discursos complacientes respecto de conformaciones hist¨®ricas de poder; discursos que tienden a redefinir los conceptos con los que pensamos la realidad de manera acomodaticia con las constelaciones de intereses de diversos tipos.
Frente a ellos necesitamos intelectuales alertas y comprometidos con sus respectivos pa¨ªses y con la suerte de la humanidad, no situados de espaldas a quienes gobiernan, pero tampoco echados en los brazos de ¨¦stos, los que constituyen una reserva de an¨¢lisis cr¨ªtico y de propuestas innovadoras a la que siempre es preciso atender.
Pero creo que tambi¨¦n hay debilidades profundas del pensamiento contempor¨¢neo, sobre las que convendr¨ªa reflexionar.
En nuestras sociedades hay cada vez mayor informaci¨®n disponible sobre los temas de inter¨¦s p¨²blico, lo cual se da de la mano con una creciente mayor capacidad anal¨ªtica de los ciudadanos para entender la realidad. Sin embargo, enfrentamos tambi¨¦n dos fen¨®menos que entorpecen una mayor informaci¨®n y capacidad de examen de los ciudadanos. Uno es la simplificaci¨®n en que a menudo incurren los medios al difundir asuntos de inter¨¦s p¨²blico de una manera que parece m¨¢s preocupada de incrementar las audiencias que de ilustrar verdaderamente a ¨¦stas. Otro es la tecnificaci¨®n de la discusi¨®n de los asuntos p¨²blicos, la que tiene lugar en peque?os grupos estrat¨¦gicos que carecen muchas veces de representatividad y no rinden cuentas a nadie.
Por otra parte, la discusi¨®n p¨²blica tambi¨¦n se empobrece como resultado de la renuncia al uso del razonamiento por grupos o sectores que prefieren posiciones aprior¨ªsticas, o que adoptan posiciones nihilistas. En la pr¨¢ctica, ellos se suman a quienes siempre desconfiaron de la raz¨®n.
?Qu¨¦ hacer? Yo veo aqu¨ª una gran posibilidad para el liderazgo pol¨ªtico democr¨¢tico, si es capaz de adoptar un enfoque de pol¨ªticas p¨²blicas. Cuando las cosas se explican, cuando se evitan simplificaciones caricaturescas de la realidad, cuando se evitan polarizaciones sin sentido y se centra la discusi¨®n en los temas relevantes, la gente escucha.
Resistir los reduccionismos del entendimiento es una tarea necesaria porque ellos, bajo el pretexto de facilitar la administraci¨®n de la realidad, lo que hacen es empobrecer nuestra visi¨®n de ella. Bajo el pretexto de la prudencia, los reduccionismos nos inmovilizan.
Al rev¨¦s, ampliar el campo de lo posible es necesario si queremos transformar el mundo en un sitio donde las personas puedan ser libres de verdad.
Necesitamos encontrar, como se?ala Borges, Un tiempo caudaloso / donde todo so?ar halla cabida.
Creo que en esa tarea estamos, unos en la universidad y otros en las luchas pol¨ªticas y sociales de cada tiempo. Unos trabajando con el pensamiento y otros con la acci¨®n, pero tanto unos como otros entendiendo que no puede haber una disociaci¨®n entre pensamiento y acci¨®n.
Sin un pensamiento que la sostenga y oriente, la acci¨®n es ciega; sin una acci¨®n que la siga, el pensamiento es est¨¦ril. Entonces, como nos ha sido propuesto reiteradamente desde la filosof¨ªa, tenemos que obrar como hombres de pensamiento y pensar como hombres de acci¨®n.
Ricardo Lagos es presidente de Chile. ?ste es el texto del discurso pronunciado por el autor durante su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca el pasado 25 de octubre.
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