Jeff Wall: el consuelo de la fotograf¨ªa
En las tres ¨²ltimas d¨¦cadas, pocos artistas han contribuido a aportar algo m¨¢s que validez social a la fotograf¨ªa (de ella se requiere que presente una nueva propuesta de la imagen) cuando buscaban responder exactamente a las exigencias de la deconstrucci¨®n moderna de la pintura y el cine. S¨®lo entre esos pocos, Jeff Wall ha sido capaz de soportar la compa?¨ªa de Cindy Sherman, Jean-Marc Bustamante, Graigie Horsfield, Suzanne Lafont y John Coplans. Como artista, Wall (Vancouver, 1946) ha sido y es el m¨¢s influyente, y como te¨®rico, sus escritos le han situado entre los pensadores renombrados en el ¨¢mbito de la teor¨ªa cultural, con Victor Burgin, Dan Graham o Christopher Phillips. Su trabajo es el de un creador perfeccionado a partir, como ¨¦l mismo reconoce, de "la confusi¨®n existente en la historia del arte".
JEFF WALL
'Photographs, 1978-2004'
Tate Modern
Millbank. Londres
Comisaria: Sheena Wagstaff Hasta el 8 de enero de 2006
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s palpables del trabajo de Wall es la preparaci¨®n minuciosa de los escenarios y los actores
Hasta finales de los a?os setenta, Wall se hab¨ªa dedicado a obtener el posgrado de su disciplina en el Courtauld Institute de Londres sobre la historia social del arte. Pero lo que m¨¢s contribuy¨® a su retorno a la obra de estudio fue el valor que los llamados cultural studies hab¨ªan otorgado a los temas de la pintura francesa del periodo inmediatamente anterior, desde Courbet hasta el posimpresionismo. De hecho, es dif¨ªcil encontrar un autor contempor¨¢neo que haya aceptado el reto lanzado por dos monumentos pict¨®ricos, La muerte de Sardan¨¢palo y La barra del Folies-Berg¨¨re. Las obras de Delacroix y Manet le sirvieron para empezar a jugar con una iconograf¨ªa, que, pensaba Wall, pod¨ªa ser trasladada al entorno fragmentado del fl?neur actual. Enmarcadas en grandes cajas de transparencias retroiluminadas, el fot¨®grafo canadiense comenz¨® a construir sus im¨¢genes a partir de lo que ¨¦l llam¨® una "academia interior" siguiendo un programa de "pintura de la vida moderna" (tal como lo enunci¨® Baudelaire), como los pintores de historia formados en las academias segu¨ªan programas iconogr¨¢ficos fijados por textos can¨®nicos. Situado entre las bellas artes y los medios de comunicaci¨®n, Jeff Wall se descubre como un pintor de lo prosaico que se opone al propio medio, pues la ley b¨¢sica de su trabajo es la del director art¨ªstico de una pel¨ªcula que s¨®lo quiere exponer un procedimiento.
Tras su paso por el Schaulager
de Basilea, el pasado verano, la retrospectiva de Jeff Wall se presenta ahora en la Tate Modern, con un trabajo que ha proporcionado uno de los grandes consuelos a la fotograf¨ªa actual: su capacidad para reinventar el arte moderno. Picture for women y The destroyed room, de 1979, son las dos obras referidas de Manet y Delacroix e interpretan para el espectador una atroz, pero tambi¨¦n conmovedora, diagnosis de nuestra modernidad. La primera fotograf¨ªa muestra en un tr¨ªptico las figuras del artista y su modelo, y en el punto de fuga, y a modo de ojo pantocr¨¢tico, el objetivo fotogr¨¢fico. La l¨ªnea de bombillas desnudas en el estudio recuerdan las l¨¢mparas globulares de Manet, de la misma manera que los marcos de las ventanas aluden al efecto ilusionista de La barra, o el espejo detr¨¢s de la modelo permite el juego de la ¨®ptica de ver y ser vista. En La habitaci¨®n destruida, Wall construye una alegor¨ªa del fracaso del individuo contempor¨¢neo: la imagen descubre un panel iluminado fijado a un escaparate al nivel de la calle de una galer¨ªa de Vancouver, es la desolaci¨®n inesperada donde deb¨ªa haber s¨®lo una ilusi¨®n moment¨¢nea y tranquilizadora. La mitolog¨ªa descarnada y violenta que representa la pintura de Delacroix se resume en una estudiada abstracci¨®n que contiene todo el spleen baudeleriano, parecido al que Wall retrat¨® en una de sus mejores piezas, la titulada No (1983), que muestra el "encuentro" en la calle de un hombre de negocios y una prostituta y que algunos te¨®ricos, como Thomas Crow, han querido ver como el trasunto del cuadro de Gustave Caillebote, Le pont d'Europe, una escena t¨ªpica de la expansi¨®n capitalista decimon¨®nica en un puente de hierro que soporta las v¨ªas f¨¦rreas que salen de la estaci¨®n de Saint-Lazare.
Retratar el pintoresquismo del terrain vague de las grandes ciudades le permiti¨® a Wall reconstruir la humanidad suburbana de su entorno, mostrar su preocupaci¨®n por la invisibilidad social de tantas madres sin recursos econ¨®micos (Diatribe, 1985) o hacer visibles los espacios construidos por los vagabundos (Forest, Night, 2001). En Octopus (1990), Sun flower (1995) o Diagonal composition (1993), no hay narrativa cinematogr¨¢fica, son im¨¢genes encontradas por azar y documentadas por el artista con el fin de revelar al espectador las cualidades reales en la po¨¦tica de lo cotidiano. Volunteer (1996), su primera gran fotograf¨ªa en blanco y negro hecha con sentido cinematogr¨¢fico, fue concebida en una c¨¢mara oscura que el artista tard¨® diez a?os en crear dentro de su propio estudio.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s palpables del trabajo de Wall es la preparaci¨®n minuciosa de los escenarios y los actores. En Dead troops talk (A vision after an ambush of a Red Army patrol, near Mogor, Afganist¨¢n, winter, 1986), 1992, el artista compone una magn¨ªfica pir¨¢mide de destrucci¨®n, una alegor¨ªa sobre el final de la guerra fr¨ªa que funciona como equivalente posmoderno de La balsa de la medusa. En este trabajo utiliza las t¨¦cnicas digitales, lo mismo que en Restoration (1993) y en A sudden gust of wind (after Hokusai), 1993, inspirada en el grabado del autor japon¨¦s, para cuyo montaje Wall us¨® m¨¢s de cien fotograf¨ªas para dar un efecto de movimiento a las hojas arrastradas por el viento.
En A ventriloquist at a birthday party in october 1947 (1990), una de sus obras m¨¢s difundidas, contemplamos el interior de una casa t¨ªpica de los a?os cuarenta; la vestimenta y el peinado de los personajes que integran la fiesta han sido rigurosamente estudiados, el ventr¨ªlocuo ha sido entrenado por el propio artista; la imagen funciona como la recreaci¨®n de una ¨¦poca en la que la televisi¨®n americana entreten¨ªa al p¨²blico con espect¨¢culos de magia y cuentacuentos. Morning cleaning, Mies van der Rohe Foundation, Barcelona (1999), After invisible man, by Ralph Ellison (1999) y A view from an apartement (2004) resumen las intenciones ¨²ltimas de un artista cada vez m¨¢s alejado del cine y m¨¢s contaminado por lo literario. Puede que Wall haya descubierto que las "se?ales de indiferencia" de la fotograf¨ªa actual han perdido su capacidad de acercarse al gran simulacro que es hoy nuestra vida moderna y se resigne a ver en la literatura el ¨²nico medio capaz de reconocer la realidad entre sus disfraces. Un consuelo.
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