Nuestros guetos vistos desde Inglaterra
Los disturbios de Clichy y de los suburbios pr¨®ximos despiertan un gran inter¨¦s en Inglaterra. Se trata de entender los "fallos del sistema franc¨¦s de integraci¨®n". Es un escenario inverso al del verano pasado cuando, despu¨¦s de los atentados del 7 de julio en Londres, en Francia se analizaban las fracturas del multiculturalismo brit¨¢nico. Todo ocurre como si a cada lado del Canal de la Mancha se intentara dar fe de las propias dudas apoy¨¢ndose con gran certeza en las deficiencias del otro.
No es pr¨¢ctico hacer la comparaci¨®n pregunt¨¢ndonos: "?Qu¨¦ sociedad ha tenido m¨¢s ¨¦xito en el proceso de integraci¨®n?". El modelo franc¨¦s no es mejor ni peor que el modelo ingl¨¦s. En realidad, cada sociedad, teniendo en cuenta su historia, su cultura y su psicolog¨ªa colectiva ha desarrollado mecanismos de integraci¨®n y en ellas encontramos ¨¦xitos y fracasos. Cada sociedad tiene su propio genio y tiene que apoyarse en su creatividad pol¨ªtica y colectiva para resolver las crisis que sufre. Lo primero que tendr¨ªa que interesarnos es el an¨¢lisis de ciertas similitudes que, en los t¨¦rminos de los debates o de las pol¨ªticas gubernamentales, provocan en las dos sociedades (y en el resto de Europa) tensiones sociales, culturales o religiosas.
Necesitamos una nueva creatividad pol¨ªtica que sea atrevida y arriesgada
Cada vez m¨¢s nos encontramos con que se discute en todas partes sobre la cuesti¨®n del Islam y de la "integraci¨®n de los musulmanes". Aunque sea en torno a las cuestiones de la laicidad o de la identidad, parece que estemos obsesionados por la idea de que el Islam es problem¨¢tico y que representa una amenaza para la paz social. Observamos un juego pol¨ªtico muy perjudicial que trata de sacar provecho electoral de estos temores y banaliza temas que hace poco eran patrimonio de los partidos de extrema derecha: el discurso sobre la seguridad, la preferencia nacional, la pol¨ªtica de discriminaci¨®n que se confunde con la inmigraci¨®n.
La recuperaci¨®n obsesiva de los temas de la integraci¨®n y de la identidad es la prueba de un doble fen¨®meno: por una parte, el de la incapacidad para entender las voces musulmanas que desde hace a?os afirman que el Islam no es problem¨¢tico y que millones de musulmanes asumen perfectamente el hecho de ser europeos, musulmanes y dem¨®cratas. Por otra, y a¨²n m¨¢s grave, se percibe, tanto en la izquierda como en la derecha, una ausencia de voluntad pol¨ªtica para tratar los verdaderos temas sociales. Mantener el miedo para recabar votos es m¨¢s f¨¢cil que proponer pol¨ªticas valientes en materia educativa y social.
Ya sea sobre una base ¨¦tnica o econ¨®mica, los dos modelos, el franc¨¦s y el ingl¨¦s, han creado aut¨¦nticos guetos. En el sistema anglosaj¨®n, la naturaleza del v¨ªnculo ¨¦tnicosocial regula m¨¢s las relaciones interpersonales dentro de las "comunidades importadas" y por tanto provoca menos violencia social, pero no es menos cierto que las comunidades est¨¢n aisladas y no se mezclan. Los suburbios franceses como los barrios dormitorio son aut¨¦nticos guetos sociales y econ¨®micos. El discurso pol¨ªtico franc¨¦s condena la referencia al "comunitarismo religioso" sin ver que el aut¨¦ntico "comunitarismo" que socava y fractura su sociedad es de naturaleza socioecon¨®mica. Ahora bien, se da la circunstancia de que los negros, los ¨¢rabes y los musulmanes son proporcionalmente los m¨¢s pobres y los m¨¢s marginados. Lo que Inglaterra ha determinado por la etnia, Francia lo organiza a trav¨¦s del bolsillo.
No nos cansaremos nunca de repetir c¨®mo los dos modelos dan pie a ideas xen¨®fobas y las alimentan. En estas sociedades divididas, los discursos sobre los asi¨¢ticos, los ¨¢rabes, los negros y los musulmanes tiene un componente xen¨®fobo, y las pol¨ªticas discriminatorias en materia de empleo y de vivienda son expresiones de un racismo institucionalizado. Las causas son desde luego m¨²ltiples, desde el miedo hasta la ignorancia, pero all¨ª est¨¢n unos hechos que exigen una pol¨ªtica educativa y c¨ªvica voluntarista.
La esencia de los debates no es religiosa sino social. Contra la proliferaci¨®n de guetos y del racismo, necesitamos una nueva creatividad pol¨ªtica que sea atrevida y arriesgada. No es lo que desgraciadamente vemos tanto en la izquierda como en la derecha. A quienes se declaran franceses o brit¨¢nicos, se les da a entender que antes son ¨¢rabes, asi¨¢ticos o musulmanes. A estos individuos marginados socialmente y/o psicol¨®gicamente, ?c¨®mo no les van a seducir los discursos literalistas o radicales que les explican que les rechazan por lo que son y que no hay otro camino que el de la confrontaci¨®n de las identidades y de las civilizaciones?
Los discursos recurrentes sobre el Islam y la integraci¨®n dan la raz¨®n a aquellos que, del lado musulm¨¢n, islamizan todos los problemas y, del otro lado, alimentan la idea de un conflicto inevitable con el Islam. Enfrascados hasta la extenuaci¨®n en los debates tan apasionados como est¨¦riles sobre "qui¨¦n es franc¨¦s" o "qui¨¦n es ingl¨¦s", ya no se escuchan las leg¨ªtimas reivindicaciones sociales de ciudadanos que ya son franceses y brit¨¢nicos. Su violencia, que utiliza medios ileg¨ªtimos, es una reacci¨®n desgraciadamente comprensible ante esta sordera: a fuerza de imponer un falso debate sobre la integraci¨®n para evitar el verdadero debate sobre la igualdad de oportunidades y del reparto de poder, cosechamos lo que algunos desean de manera maquiav¨¦lica: estigmatizar las pertenencias, mantener el miedo, monopolizar y perpetuar su poder simb¨®lico as¨ª como el econ¨®mico y pol¨ªtico. A las buenas o a las malas, la historia les ense?ar¨¢ a compartir.
Tariq Ramadan es profesor invitado de Estudios Isl¨¢micos en el Saint Anthony's College de la Universidad de Oxford. Traducci¨®n de M. Sampons.
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