Palestina, un a?o sin Arafat
Los cambios dr¨¢sticos anunciados a la muerte del hist¨®rico dirigente no se han producido, mientras el proceso de paz contin¨²a estancado
Ninguno de los cambios cruciales que se anunciaron a la muerte de Yasir Arafat se ha producido. El ritmo del proceso de paz, si as¨ª puede llamarse, es exasperante; la presi¨®n sobre Israel, apenas perceptible, y la mejor¨ªa econ¨®mica en la evacuada franja de Gaza, nula. Hizo ayer un a?o que el incombustible dirigente de la OLP muri¨® en un hospital de Par¨ªs, y los palestinos no aprecian mejor¨ªa alguna en su penoso d¨ªa a d¨ªa. Si Abu Amar, como era llamado entre los suyos, logr¨® situar el conflicto con el Estado jud¨ªo en el epicentro de la atenci¨®n internacional, tambi¨¦n la herencia de su modo de gobernar supone ahora un enorme lastre para los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Los Gobiernos de Israel tienen buena parte de la responsabilidad.
La herencia de su modo de gobernar es hoy un lastre para los l¨ªderes de la ANP
Desde que en el verano de 1994, tras los Acuerdos de Oslo firmados con Isaac Rabin, el rais pusiera pie en tierras de Gaza, Arafat gobern¨® rodeado de un enjambre de dirigentes -los llamados tunecinos, en recuerdo de los largos a?os de exilio que la direcci¨®n palestina soport¨® en T¨²nez una vez expulsados de L¨ªbano en 1982- que se hizo acreedor al odio de un sinf¨ªn de sus conciudadanos. La corrupci¨®n fue rampante. Al presidente de la ANP, Mahmud Abbas, le reconocen m¨¦ritos en este terreno hasta sus m¨¢s enconados rivales de Ham¨¢s y Yihad Isl¨¢mica. Pero con esa lacra no se acaba en 12 meses.
Es precisamente la vieja guardia, a la que tambi¨¦n pertenece Abbas, la que crea hoy m¨¢s problemas en el campo pol¨ªtico. "Ahora hay m¨¢s tecn¨®cratas y no pol¨ªticos de peso, como cuando dominaban los tunecinos, que siguen pugnando por controlar las listas electorales ante las elecciones legislativas de enero", asegura frente a la tumba de Arafat, en Ramala, el periodista Walid Batrawi. "Abbas", contin¨²a, "tiene voluntad, pero no tiene los medios para imponerla". A juicio de Batrawi, el desmadre interno en Al Fatah, el partido del presidente, es el obst¨¢culo m¨¢s relevante. "En Palestina se dec¨ªa que todo el mundo es de Al Fatah mientras no dijera lo contrario. En ella hay refugiados, cristianos, musulmanes, marxistas. ?ste es su gran problema". Raji Surani, presidente de la Comisi¨®n Palestina de Derechos Humanos, corrobora la "fragmentaci¨®n de Al Fatah". Y a?ade: "Esperamos que esta democracia, la ¨²nica en el mundo que funciona bajo una ocupaci¨®n, tenga la oportunidad de avanzar libremente", a?ade Surani.
Porque es la ocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos el principal factor que impide el desarrollo econ¨®mico de Gaza y Cisjordania. "Hoy yo no puedo ir a Nabl¨²s", comenta Batrawi. El Ej¨¦rcito israel¨ª ha cortado numerosas carreteras en Cisjordania, prohibido el tr¨¢fico a los veh¨ªculos palestinos en otras tantas, los controles militares se suceden, el tr¨¢fico comercial entre las ciudades es una aventura insuperable. Y Gaza, a expensas de las eternas negociaciones sobre la apertura del paso fronterizo de Rafah, est¨¢ clausurada en la pr¨¢ctica.
Tampoco renuncia Israel al asesinato de los jefes militares de las organizaciones fundamentalistas. Cierto es que Yihad Isl¨¢mica sigue enviando suicidas a las ciudades de Israel. Sin embargo, Ham¨¢s, que ha respetado la tregua pactada con Abbas para que la retirada de Gaza fuera un ¨¦xito, sigue en el punto de mira. Asimismo, desde noviembre de 2004, cuando pereci¨® Arafat, la expansi¨®n de los asentamientos en el territorio ocupado de Cisjordania no cesa. Ni se detiene el empleo de los m¨¦todos que Israel ejecuta desde hace a?os: 1.550 hect¨¢reas expropiadas, entre otras razones para construir el muro y las barreras ilegales que separar¨¢n Cisjordania de Israel, y 447 edificios demolidos son las cifras que acompa?an a los 42 israel¨ªes asesinados en actos terroristas y a los 294 palestinos que han perdido la vida desde que Arafat falleci¨®.
Y aunque los palestinos lamentan la manga ancha que la comunidad internacional concede a Israel, en el campo diplom¨¢tico s¨ª se aprecia cierta mejor¨ªa. Pero al mismo tiempo, el Gobierno de Ariel Sharon amenaza con obstaculizar la participaci¨®n de Ham¨¢s en las elecciones generales de enero. Y algunos miembros de su Ejecutivo se prodigan con una frase ya famosa dedicada a Arafat, y desde hace escasas semanas a Abbas: "No hay socio para la paz".
Ham¨¢s se mueve
Desde hace un a?o el alto el fuego entre las facciones palestinas se mantiene vigente. Los movimientos fundamentalistas Yihad Isl¨¢mica y Ham¨¢s han cesado sus virulentos choques contra los seguidores del entonces presidente Yasir Arafat. Hoy las trifulcas a balazos se multiplican entre las distintas corrientes del partido gubernamental, Al Fatah. Y Yihad no ha cesado de perpetrar atentados terroristas en suelo israel¨ª.
Por el contrario, Ham¨¢s se mueve. Muy lentamente, pero comienzan los s¨ªntomas de una evoluci¨®n similar a la que sigui¨® en su d¨ªa la OLP, que desde su fundaci¨®n se empe?¨® en la destrucci¨®n del Estado jud¨ªo hasta que Arafat logr¨®, en 1988, que los m¨¢s recalcitrantes dirigentes de la amplia organizaci¨®n palestina renunciaran a lo imposible.
En los ¨²ltimos 15 d¨ªas, Mahmud Zahar, uno de los jefes de Ham¨¢s en Gaza, ha concedido dos entrevistas a medios israel¨ªes. Ins¨®lito. Y se ha mostrado a dialogar con el Gobierno "enemigo" si as¨ª pueden lograrse concesiones sobre los prisioneros palestinos, la ciudad de Jerusal¨¦n o las compensaciones sobre las infraestructuras destrozadas por los militares israel¨ªes. Se neg¨® a aceptar el t¨¦rmino negociaci¨®n, y en su carta fundacional se proclama como objetivo la destrucci¨®n de Israel. Lo mismo que en su d¨ªa se propon¨ªa la OLP.
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