Sin ganas, pero con disciplina
Los 30 a?os desde nuestra salida del S¨¢hara nos permiten analizar con un mayor sosiego y con un sentido m¨¢s cr¨ªtico y de menor crispaci¨®n hechos y circunstancias de aquella ¨¦poca.
Los cruentos sucesos de Hata-Rambla de junio de 1970 entre j¨®venes saharauis partidarios del moderado l¨ªder independentista Bassiri y la polic¨ªa territorial reforzada por una unidad legionaria abri¨® un profundo foso entre aquellos j¨®venes y la Administraci¨®n espa?ola.
Este hecho de car¨¢cter pol¨ªtico-gubernativo tuvo su repercusi¨®n en el mando militar al considerar que dicho foso pudiera devenir, en un futuro pr¨®ximo, en acciones irregulares de tipo militar de car¨¢cter subversivo-guerrillero. Por ello, a partir de mediados de 1971, la instrucci¨®n t¨¢ctica y la estrategia militar se orientan de forma decidida hacia la lucha armada contraguerrillera. Cambia la instrucci¨®n individual y colectiva. Se agilizan y aligeran a la vez las unidades.
Los cuadros de mando se mueven por el desierto como pez en el agua. Se borra de su mente la visi¨®n que ten¨ªan del desierto "como el infierno de la log¨ªstica".
Se llevan a cabo ejercicios espectaculares con unidades cuyas bases de partida est¨¢n a cientos de kil¨®metros para confluir, al cabo de varios d¨ªas, en zonas a 400 kil¨®metros de sus bases y realizar, a continuaci¨®n y con ¨¦xito, operaciones de cerco y barrido.
Creci¨® la autoestima personal de todos los efectivos, su sentido de la responsabilidad, su moral.
La irrupci¨®n del Polisario en mayo de 1973 en el pozo de Janquel-Quesat -todo un s¨ªmbolo para el movimiento de liberaci¨®n que representa- que viene acompa?ada de una serie de acciones de infiltraci¨®n, de hostigamiento e incluso de peque?os encuentros armados con patrullas de la Polic¨ªa Territorial y de Tropas N¨®madas y otras unidades militares no crearon -desde un punto de vista operativo militar- graves problemas.
Lo demuestra un hecho singular: su actividad guerrillera que llev¨® a cabo durante el periodo 1973-1975 se sald¨®, afortunadamente, con pocas bajas, pero, en cualquier caso -caso in¨¦dito en la historia militar-, con menor incidencia en el bando regular.
En 1974 la posible intervenci¨®n de Marruecos no vari¨® esencialmente la preparaci¨®n de las unidades, pero s¨ª el despliegue, que se vio reforzado con unidades diversas procedentes de la Pen¨ªnsula y las islas Canarias.
Su adaptaci¨®n en un corto espacio de tiempo al desierto y su servidumbre permitieron los ¨¦xitos locales -ni un solo fracaso- frente a diversas infiltraciones de patrullas marroqu¨ªes que fueron localizadas, cercadas, y tomados todos sus miembros prisioneros.
Con este bagaje moral y operativo se establecieron planes de defensa considerando posible que La Marcha Verde fuese el enmascaramiento de un ataque del Ej¨¦rcito marroqu¨ª.
Espa?a decidi¨® entonces abandonar el territorio. "La Operaci¨®n Golondrina", como se denomin¨® el plan de repliegue, dio su visto bueno con muy buena nota cuando se hizo efectiva.
Muchos compa?eros se sintieron frustrados. Este sentimiento colectivo de frustraci¨®n lo recoge, mejor que ninguna otra forma de expresi¨®n, una afortunada y escueta frase cuando se procedi¨® a dar cumplimiento a la orden recibida: se acat¨® sin alegr¨ªas, pero se obedeci¨® con la mayor disciplina.
Miguel ??iguez es general del Ej¨¦rcito y fue jefe de Operaciones del Estado Mayor del S¨¢hara entre 1971 y 1975.
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