Olivo
Rodeado de amigos, he tenido el placer de plantar un olivo en el patio del pante¨®n de los Duques en la colegiata de Osuna durante la fiesta que esta ciudad celebra cada a?o para conmemorar el nacimiento del aceite. Mientras echaba unas paletadas simb¨®licas de mantillo alrededor de su tronco, record¨¦ que un t¨ªo m¨ªo ten¨ªa un olivo milenario en la falda de un monte que miraba al Mediterr¨¢neo. De ni?o, hacia el final de septiembre, le acompa?aba para varear las aceitunas, que luego, a la sombra de una morera, me hac¨ªa partir con un canto rodado de mar. Eran aceitunas amargas. Mi t¨ªo las met¨ªa en una barrica de cer¨¢mica en agua con sal y las sazonaba con virutas de tomillo, ajedrea, hojas de algarrobo, unas rodajas de lim¨®n y tres ajos machacados. Las tapaba con un pa?o de dril y despu¨¦s las colocaba en un estante de la despensa y a veces entraba all¨ª para adorarlas y hac¨ªa una genuflexi¨®n ante la barrica como ante el sagrario, hasta que un d¨ªa yo volv¨ªa a encontrar las aceitunas en medio de una ensalada de r¨¢banos, escarola y tomate. Aquel olivo lo plantar¨ªa un ¨¢rabe en tiempos del primer milenarismo, cuando por todas partes se extend¨ªa el rumor del fin del mundo y hab¨ªa pestes e incendios de ciudades. Pese a que en aquel tiempo los agoreros anunciaban el apocalipsis, el olivo comenz¨® a crecer, se hizo robusto y fue cultivado por sucesivas generaciones de ¨¢rabes y cristianos, que cre¨ªan m¨¢s en el destino de la savia que en el poder de la muerte. Es cierto que a su alrededor los hombres llevaron a cabo grandes matanzas a lo largo de los siglos, pero el ¨¢rbol de mi t¨ªo permaneci¨® impasible, como si nada, dando fruto, y ya era centenario cuando en 1536 fue construida la colegiata de Santa Mar¨ªa de la Asunci¨®n de la ciudad andaluza de Osuna, en cuyo pante¨®n ducal he plantado otro olivo mientras arden los suburbios de algunas ciudades de Europa y se extiende la amenaza de una pandemia que puede acabar con millones de personas. Los ojos de la diosa Minerva, s¨ªmbolo de la inteligencia, eran verdes de tanto aceite que beb¨ªa. El t¨¢lamo de Ulises estaba hecho con un tronco de olivo; m¨¢s de 200 veces se nombra el aceite en la Biblia para usos lit¨²rgicos y medicinales, y en el Cor¨¢n se compara su luz con la que desprende Al¨¢. Por eso estoy seguro de que un d¨ªa no lejano el papel de este peri¨®dico se convertir¨¢ en esti¨¦rcol y con ¨¦l este art¨ªculo ser¨¢ alimento de las larvas, pero el olivo de la colegiata de Osuna, con un poco de suerte, pervivir¨¢ atravesando toda la insensatez y fanatismo de los hombres.
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