Andaluc¨ªa, nunca menos
El debate en el Congreso sobre la tramitaci¨®n del Estatuto de Catalu?a s¨®lo ha servido para certificar lo que ya sab¨ªamos: que el fondo del asunto no es otro que el de la financiaci¨®n, y que la definici¨®n de que sea Catalu?a no ser¨¢ mayor obst¨¢culo para alcanzar un acuerdo en el futuro. El gui¨®n de la pel¨ªcula estaba escrito y lo ¨²nico valorable, en todo caso, fue a qu¨¦ altura estuvieron los actores. Y la verdad, la cosa no fue para oscar: los parlamentarios catalanes en lo suyo, Zapatero en la ambig¨¹edad y Rajoy en el monte.
?Y nosotros en Andaluc¨ªa...? ?Nos resignamos a ser espectadores para que decidan tambi¨¦n por nosotros y nos marquen el camino? Nosotros en el PSA decimos que no, y el Gobierno que nos representa a los andaluces tampoco deber¨ªa permanecer impasible. Andaluc¨ªa tiene que estar atenta y hacer valer todo su peso. Hay que agitar a la opini¨®n p¨²blica para que participe del debate ahora que a¨²n estamos a tiempo de evitar que se cumplan los peores augurios. Esto es, consolidar la asimetr¨ªa y la desigualdad entre los territorios de Espa?a.
La Constituci¨®n de 1.978 intent¨® cerrar los problemas que los llamados "casos vasco y catal¨¢n" hab¨ªan planteado durante todo el siglo XX; marcaba un sistema de organizaci¨®n territorial del Estado que propiciaba cotas de autogobierno amplias para las llamadas nacionalidades: Euskadi, Catalu?a y, de rebote, Galicia; y una mera descentralizaci¨®n administrativa para el resto de las regiones. En definitiva, la nueva Constituci¨®n democr¨¢tica instauraba con el Estado de las Autonom¨ªas un sistema asim¨¦trico, con nacionalidades de primera y regiones de segunda; Andaluc¨ªa quedaba enclavada en este pelot¨®n de cola.
Sin embargo, el pueblo andaluz supo reaccionar y decir no a una discriminaci¨®n que se sumaba a la que durante lustros hab¨ªamos padecido. El 4 de Diciembre de 1977 millones de andaluces y andaluzas salimos a la calle gritando contra a?os de injusticia y pidiendo una autonom¨ªa de "primera" para Andaluc¨ªa; inundamos las calles pidiendo el fin de la discriminaci¨®n y el olvido. Posteriormente, el refer¨¦ndum del 28-F marc¨® un hito que provoc¨® el hundimiento del gobierno de la UCD y la revisi¨®n, de facto, de la Constituci¨®n, haciendo que la Comunidad Aut¨®noma andaluza se colocara al mismo nivel que las comunidades hist¨®ricas y se configurara una estructura territorial sim¨¦trica del Estado.
En la actual legislatura, el gobierno Zapatero ha abierto el proceso para la reforma del marco constitucional de configuraci¨®n territorial del Estado. Primero fue el Plan Ibarretxe el que prob¨® suerte, pero fue rechazado frontalmente por Madrid; no contaba con suficientes apoyos y planteaba, demasiado descaradamente, un verdadero Estado libre asociado. Ahora est¨¢ siendo el proyecto de reforma del estatuto catal¨¢n el que est¨¢ removiendo las bases del Estado.
El Estatut profundiza en la capacidad de autogobierno de las Comunidades Aut¨®nomas, saca el m¨¢ximo jugo a las posibilidades competenciales que marca la Constituci¨®n y blinda las competencias para que no sean continuamente usurpadas y matizadas por el Gobierno de turno a trav¨¦s de las leyes de bases. Hasta aqu¨ª bien y nosotros, como partido nacionalista, aplaudimos aquellas iniciativas que ayuden a profundizar en un estado federal y en la capacidad de autogobierno de las comunidades aut¨®nomas.
Catalu?a se define en su proyecto de reforma como naci¨®n, y nada tenemos que objetar, aunque este asunto haya indignado a la derecha sociol¨®gica de Espa?a. Ahora bien, id¨¦ntica expresi¨®n solicitamos para Andaluc¨ªa, y no porque si ellos lo son nosotros tambi¨¦n, o por cuestiones t¨¦cnico-raciales que denostamos, sino por la defensa de nuestra identidad; de esa misma identidad que reivindicamos con entusiasmo en las ya se?aladas fechas del 4-D y 28-F. Por tanto, Catalu?a naci¨®n y nosotros tambi¨¦n. As¨ª lo reivindicamos en nuestro Proyecto de Reforma. No "nacionalidad hist¨®rica" como los dos grandes partidos estatalistas han aprobado en comisi¨®n parlamentaria "rebajando" la definici¨®n de nuestra tierra.
El proyecto de reforma del Estatut marca un sistema de financiaci¨®n nuevo, cercano al concierto y al cupo vasco y navarro. Aqu¨ª no estamos de acuerdo, porque todo sistema de financiaci¨®n que rompa la caja ¨²nica del Estado y recorte la solidaridad interterritorial no puede ser compartido por un partido andaluz. Este sistema recorta el bienestar de los andaluces y andaluzas, crea un sistema bilateral insolidario, y va directamente contra las bases ideol¨®gicas de la izquierda. Ya la constituci¨®n del 78 consagr¨® la discriminaci¨®n con el concierto de Euskadi y Navarra, injusto para el resto del Estado; no se pueden permitir situaciones parecidas. ?C¨®mo puede ser comprensible que los beneficios de grandes empresas, recogidos entre otros sitios en Andaluc¨ªa, repercutan v¨ªa impuesto de sociedades s¨®lo en la comunidad donde dicha empresa tiene su sede social? Inaceptable.
Desde Andaluc¨ªa no podemos permitir una Catalu?a confederada y una Andaluc¨ªa federada. Mientras todos pertenezcamos al Estado espa?ol las reglas del juego deben ser id¨¦nticas. Si este sistema de financiaci¨®n, u otro parecido, saliera adelante volver¨ªamos a la situaci¨®n de asimetr¨ªa que se intent¨® configurar en la transici¨®n y que el pueblo andaluz consigui¨® parar.
?Qu¨¦ podemos hacer? Primero, realizar un proyecto de reforma de Estatuto andaluz real y profundo: no un mero maquillaje, ni un proceso descafeinado para cubrir el expediente, como mucho nos tememos que se est¨¢ haciendo. Segundo, presionar al Gobierno andaluz y al espa?ol para que no se acepten sistemas de financiaci¨®n como el que plantea el Estatut, que van frontalmente contra los derechos de los andaluces y andaluzas. Tercero, despertar a nuestra sociedad civil, adormilada durante a?os con la aquiescencia de los poderes p¨²blicos.
Hace 25 a?os Andaluc¨ªa ten¨ªa peso pol¨ªtico y contaba con un grupo parlamentario netamente andaluz que defend¨ªa nuestros intereses en Madrid. Muchos llevamos a?os trabajando por reinventarnos a nosotros mismos, por regenerar y refundar el nacionalismo andaluz para que tenga el espacio que el pueblo andaluz demanda. Ese es nuestro compromiso en unos momentos hist¨®ricos en los que, una vez m¨¢s, Andaluc¨ªa tiene que dar un paso adelante y aunar esfuerzos para que nunca seamos menos que nadie.
Pedro Pacheco Herrera es secretario general del Partido Socialista de Andaluc¨ªa (PSA).
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