Religi¨®n
No conoci¨® el nacionalcatolicismo bajo palio, ni en sus himnos triunfales, ni en cierta jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica que de la escabechina sac¨® p¨²lpito y peana. Lo conoci¨® en el reclinatorio y el misal que, muy de ma?ana, transportaba de casa de su t¨ªa a la iglesia, con asistencia a misa y el beneficio sacramental de la comuni¨®n. De regreso, su t¨ªa le preparaba una j¨ªcara de chocolate con tostones, le daba un real y lo enviaba al colegio franciscanos. Apenas si le hizo falta la clase de catecismo: cada tarde, su t¨ªa se lo tomaba de carrerilla, en la salita, presidida por un Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s de escayola y purpurina. A su t¨ªa y madrina, que se hab¨ªa hecho cargo de su cuidado, no le interesaban ni los n¨²meros quebrados ni el tri¨¢ngulo is¨®sceles: no conduc¨ªan a la salvaci¨®n eterna. Cuando en 1953 ingres¨® en el Instituto, supo que, poco antes, se hab¨ªa firmado el Concordato entre Franco y la Santa Sede, y aunque ignoraba su significado, percibi¨® c¨®mo su t¨ªa y sus amigas de los mi¨¦rcoles, exultaban en el rezo del rosario. Para celebrar el acontecimiento, su t¨ªa le regal¨® el catecismo del padre Astete, que lo ten¨ªa repe, como el Ripalda. Pero a ¨¦l le iban m¨¢s la aritm¨¦tica y la geograf¨ªa. A los diecis¨¦is a?os continuaba acompa?ando a su t¨ªa, llev¨¢ndole reclinatorio y misal. Su t¨ªa ya le daba una peseta diaria y ¨¦l le sisaba otra, cuando hac¨ªa las compras en la tienda de ultramarinos del Amable. Su t¨ªa estaba muy mayor y no se aclaraba m¨¢s que para preguntarle qu¨¦ nota hab¨ªa sacado en Religi¨®n. Notable, dec¨ªa ¨¦l. Sobresaliente o te condenar¨¢s, dec¨ªa ella. Nunca le confes¨® que la Religi¨®n era una de las asignaturas llamadas Mar¨ªas: y que para aprobarla bastaba con algo de peloteo. Cuando muri¨® t¨ªa Clemencia, le dej¨® algunos dineros y varias im¨¢genes. ?l andaba en la Facultad y se sab¨ªa lo de "En nombre de la Sant¨ªsima Trinidad", con que se inici¨® el Concordato. Pero nunca vivi¨® el nacionalcatolicismo, sino muy dom¨¦sticamente. Por eso aquella manifestaci¨®n fue todo un ejercicio de memoria colectiva: le record¨® el NODO, la cartilla de racionamiento y a t¨ªa Clemencia, en un bisbiseo de chocolate en polvo y jaculatorias. Qu¨¦ de carencias.
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